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DUPLICADOS ILEGALES

Han decomisado 200.000 pero en las calles se compran sin dificultad.

14 de junio de 1982

Rodrigo Duque es uno de los cientos de vendedores de los cassettes que no pagan derechos de autor, es decir, de los cassettes piratas. Lleva en el negocio unos dos años, en la venta callejera cinco, y es de los pocos que tienen licencia. Estas ventas están situadas a lo largo de las calles más frecuentadas del centro de Bogotá, y el sonido de sus gigantescas grabadoras de dos parlantes apaga el ruido del tránsito de los buses en la décima, y de los carros en la Avenida Caracas y en la Jiménez. El negocio es bueno, pero tiene muchos altibajos: "Hay días en que no vendo ni uno. Hoy, por ejemplo, sólo he colocado dos". Los cassettes de todo tipo de música cuestan $180, pero después de pedir rebaja se pueden comprar por $150. Se venden entre 120 y 150 cassettes semanales, y se consiguen en Sandandresito a $ 1.200 el lote de 12 de música variada Rodrigo Duque y sus compañeros dicen no saber exactamente de dónde viene esta música; dicen que hay varias "ensambladoras" en el país: "unas están en Maicao, otras en Barranquilla, muchas en Medellín y Pereira, y sólo una en Bogotá".
Lo que no saben Rodrigo y los otros vendedores de música ambulante, es que están siendo perseguidos por una asociación de casas disqueras que está dispuesta a acabar con la piratería de "fonogramas", como llaman ellos a los cassettes grabados ilegalmente.
Orlando Parra, presidente de ASINCOL (Asociación de Industriales y Productores Fonográficos de Colombia) es un abogado que está tratando de aplicar la ley de protección de los derechos de autor. Habla de la piratería de fonogramas como un "flagelo", un "fenómeno delictivo" que hizo perder a la industria nacional del ramo el año pasado unos 43 millones y medio de pesos, lo que corresponde al 30% de los fonogramas vendidos por las disqueras colombianas en 1981. La competencia es muy fuerte, pues los vendedores ambulantes ofrecen el cassette doscientos pesos más barato que el comprado en un almacén. La razón de esto es muy sencilla: existen duplicadoras de cassettes de alta velocidad, que pueden despachar seis cassettes por minuto. "Ellos -dice el doctor Parra- no pagan impuestos a las ventas, a la renta, no pagan regalías, no tienen que hacer publicidad, no tienen que pagar intérpretes, no tienen que pagar contratos; nada, absolutamente nada. Sólo copian un fonograma, compran toneladas de cassettes, los ponen a reproducir en una máquina duplicadora de alta velocidad, y mandan hacer un poco de marquillas ordinarias". "La industria pirata en Colombia en este momento está produciendo -le doy un dato muy bajo- cuatro millones de unidades anuales".
Desde cuando se formó ASINCOL en 1978, hasta ahora, han adelantado 35 procesos por piratería en 32 ciudades de Colombia. "Yo creo que hemos decomisado 200.000 o más cassettes, maquinaria sofisticada, equipos, en fin, hemos logrado vincular más de 30 personas, de las cuales algunas han pasado más de seis meses en prisión".
Rodrigo Duque, como todos sus compañeros, asegura que el negocio es legal. "Lo único ilegal es no tener licencia de vendedor ambulante, pues sin eso la policía viene y le quita el puesto, y además, ¿que hay de malo en el negocio de la reventa, si de él vive medio Bogotá"? Rodrigo Duque dice no saber nada de ASINCOL, pero ha oído rumores: el pasado diciembre le contaron, que hubo un decomiso en la Caracas con catorce. De todos modos, lo que sabemos nosotros, es que esta guerra está declarada, y que no sabemos cuál será el ganador.