Home

Cultura

Artículo

EL DICTADOR BUENO

Ni la visión soviética sobre Bolívar logra esquivar el tadicional culto de la personalidad.

18 de julio de 1983

Anatoli Shulgovski, El Proyecto Político del Libertador, Ediciones CEIS, Bogotá, 1983, 177 páginas.
Este pequeño libro recoge las conferencias que el historiador soviético Anatoli Shulgovski dictara en el país a comienzos de este año sobre el pensamiento político bolivariano. Las once exposiciones presentan una cierta visión de conjunto de la obra ideológica del Libertador, desde el punto de vista marxista ortodoxo, como contribución del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales (CEIS) al corriente año bolivariano.
El trabajo de Shulgovski tiene un gran mérito: su amplia erudición sobre la materia. Con un extenso repertorio bibliográfico a la mano, que no suele hallarse en la mayoría de los bolivarianos colombianos, el latinoamericanista ruso demuestra sólidos conocimientos acerca de Bolívar y aborda con soltura el examen de su proyecto político en el contexto de las guerras de independencia hispanoamericanas. Por desgracia, la honda versación del autor no está al servicio de una perspectiva crítica que permita enjuiciar el legado del Libertador con objetividad y rigor. Al contrario, Shulgovski emplea su gran acervo de información para reproducir en últimas la imagen mítica de Bolívar como caudillo anti-imperialista o dictador bueno, que ha sido tópico favorito de nuestra historiografía y que se mantiene como uno de los mitos centrales del régimen político colombiano. En efecto, no hay en El Proyecto Político del Libertador ningún esfuerzo por construir categorías nuevas de análisis histórico, ni por eludir el culto a la personalidad de los héroes culturales de la tribu. De esta suerte, el resultado final del ciclo de conferencias es una justificación completa de la llamada gesta bolivariana, a través de una lectura que no ve en Bolívar más que lo que quiere ver: el hombre providencial, que era un revolucionario antiimperialista aunque él mismo no lo supiera bien y cuyos hechos y dichos deben ser devotamente reverenciados puesto que tales hazañas y enseñanzas fundaron la república liberal entre nosotros.
En síntesis, la interpretación de Shulgovski de problemas como la influencia rusoniana y jacobina en Bolívar o la experiencia dictatorial de 1828 o el conflicto con Santander se resiente de apologética y mitológica porque contribuye a prolongar la leyenda dorada del Libertador y nos aleja, en consecuencia, de una comprensión adulta y veraz, despojada de beatería y de retórica, del personaje histórico, de su ideario político y de su aporte real a la formación del país que somos.