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EL DIVINO NED

Una buena comedia irlandesa sobre un pequeño pueblo que cifra sus esperanzas en ganarse la <BR>lotería.

24 de mayo de 1999


EN UN REMOTO PUEblo irlandés, donde viven apenas 54 personas, la mayoría de las cuales ha entrado en la
tercera edad sus habitantes suelen matar el tiempo tomando cerveza en la única taberna disponible. El ritmo
de vida es tan monótono que algunos de ellos cifran las esperanzas de un cambio drástico en la lotería. Sobre
todo el bueno de Jackie (Ian Bannen), un vivaracho y ambicioso campesino que está seguro de poder ganar el
premio gordo. De hecho, hará todo lo posible porque así sea, luego de darse cuenta por los periódicos de que,
efectivamente, el premio mayor ha caído por fin en el pueblo.
Convencido de que lo mejor del premio es compartirlo con los amigos, Jackie se transforma en un lagarto de
antología en el intento por ganar el afecto del anónimo favorecido.
Convida al pueblo a comer y a beber por su cuenta, esperando que el nuevo millonario confiese su suerte y se
digne desprenderse de algunas libras. Sin embargo todo es vano. En realidad el ganador, Ned Devine, no ha
salido de su casa hace varios días, pues la noticia, literalmente, lo mató de la dicha.
Dirigida por Kirk Jones III, El divino Ned narra las aventuras de un recóndito pueblo irlandés por reclamar la
lotería, así la única salida sea suplantar a Ned con la complicidad de todos los habitantes quienes no ven
nada de malo en la idea de sentirse herederos de tan jugoso legado.
Basado en la simpatía, la ternura y la inocencia de la historia, Jones III se sirve de los recursos elementales
del humor circunstancial para componer una comedia salpicada de ingenuidad. Al fin y al cabo se trata de un
pueblo abandonado a su suerte que no puede dejar pasar una oportunidad histórica. La pasividad de la
comarca, enclavada entre el esplendor de las montañas irlandesas, y la personalidad de cada uno de los
protagonistas, no hacen sino reivindicar ese pequeño pecadillo por el cual la vida puede transformarse de
pronto, así sea para beber y celebrar hasta agotar el premio.
Sin falsas moralejas, sin amaneramientos, el director no ha hecho otra cosa que respetar el núcleo vital de un
pueblo que, destinado a desaparecer a juzgar por la edad de sus habitantes, decide echar sus restos en una
ruleta.

HECHIZO DE AMOR
Un hibrido de terror y comedia romántica que no tiene ni pies ni cabeza.
LUEGO DE SER PROductor de películas como ¿Quién es esa chica? y Un hombre lobo americano en
Londres, Griffin Dunne debutó como director en la película Adictos al amor, la comedia protagonizada por
Matthew Broderick y Meg Ryan que pasó sin pena ni gloria por la cartelera internacional.
Su segunda película también es una comedia, esta vez con la participación de Sandra Bullock y Nicole
Kidman. Se trata de Hechizo de amor, la historia de dos brujas contemporáneas Sally y Gillian que intentan
deshacerse de la maldición heredada de su madre, según la cual todo aquel que las ame terminará muerto
prematuramente.
La maldición parece cumplirse a cabalidad, al menos en Sally, quien pierde a su marido en un accidente de
tránsito. Sin embargo, en el caso de Gillian el hechizo es aún más traumático, pues por diversas
circunstancias termina asesinando a su novio en defensa propia.
Toda esta descabellada historia está matizada por la apariciín de un policía que investiga la desaparición del
asesinado y termina convertido en el hombre de los sueños de Sally.
Floja de principio a fin, la película patina en un argumento al que se le nota la improvisación. Ni suspenso, ni
comedia, ni romance, la cinta no tiene una identidad que la fundamente, apenas las ocurrencias de su
realizador en torno a los hechizos y las pócimas, elementos que lejos de brindarle energía a la película
terminan ridiculizándola. Sin duda un mal paso para actrices tan representativas como Kidman y Bullock, dos
de las artistas más consentidas de Hollywood.