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EL SABOR DE LA MADERA

La tradición de las construcciones en madera amenaza con desaparecer en San Andrés y Providencia bajo la avalancha turística y comercial

17 de septiembre de 1984

El archipiélago de San Andrés y Providencia ha sido motivo de atención pública a nivel nacional desde el momento en que fue declarado puerto libre, hacia 1953. Desde ese momento, la vida de las islas que había sido asunto de los isleños, pasó a ser un encuentro entre las aspiraciones de comercio promovidas por la circunstancia del puerto libre y la necesidad de hacer de los pequeños territorios insulares un sitio para vivir. El resultado del encuentro es, en pocas palabras, un deterioro considerable de las excelencias naturales y culturales nativas, a cambio de un aumento también considerable en la actividad turística y comercial. San Andrés primero y ahora Providencia, son ofertas para la recreación de visitantes que, además de comprar, inundan sus playas de basura y exigen servicios que la misma naturaleza se encarga de negar.
En el último año y a través de diversas campañas publicitarias, se ha destacado la arquitectura de las viviendas de madera propias de la cultura isleña. La extraordinaria belleza de esa arquitectura, presentada en las fotografías y premiada en los concursos, es uno de esos patrimonios culturales del país que se encuentra en peligro de desaparecer pero que, en este caso, es susceptible de ser recuperado.
La vivienda de las islas de San Andrés y Providencia posee un ancestro bastante antiguo. Es probable que la tradición de las construcciones en madera, con techos de fuertes pendientes, se haya establecido en las islas a finales del siglo XVIII, cuando inmigrantes provenientes de Jamalca se establecieron en Providencia y desde allí poblaron San Andrés. En las islas, como en el resto del Caribe, se produjo una amalgama particular de influencias europeas, y americanas, cuya síntesis correspondió a la población de origen africano, la verdadera población "nativa" que quedó en el Caribe. En la vivienda de madera de las islas de San Andrés y Providencia se perciben influencias inglesas y holandesas las que a lo largo del tiempo se han decantado en una expresión particular, distinta incluso de la arquitectura de otras partes del Caribe.
El común denominador de esas arquitecturas es el empleo de la madera en la construcción de las viviendas, con sus propias dimensiones y con detalles especiales. La madera ha estado ligada al mar, a las embarcaciones, a la arquitectura, no sólo en las costas del Caribe, sino, en la costa este de los Estados Unidos y Canadá, en Inglaterra y en Holanda. Esta arquitectura es, entonces, parte de una gran familia de edificaciones que enlaza no sólo las diferentes culturas sino también los espacios geográficos de la historia de América.
En raras ocasiones es dado encontrar un sistema tan completo de tipos y formas arquitectónicas para la vivienda, como el que se encuentra en las islas de San Andrés y Providencia.
Existen muy pocos tipos y formas disponibles. El asunto no es de cantidad o diversidad. Se perciben claramente dos líneas o ejes genealógicos, cada uno de ellos con una forma básica y un conjunto de elementos adicionales. La casa mínima recibe, sin perder su carácter ni su adecuación, la adición de corredores, altillos y ampliaciones. La casa es transportable, no está amarrada al suelo.
Puede levantarse y permitir la construcción de un primer piso, cosa que muchos han hecho. Y su mayor expresividad la recibe por el uso formidable del color, tanto en el interior como en el exterior.
La avalancha de edificaciones en concreto y vidrio, desarrolladas como parte de las exigencias del comercio y del turismo, planteó desde un comienzo la división entre lo nativo y lo foráneo, en detrimento de esto último. La escasez de madera, agudizada por las limitaciones en el comercio con Nicaragua, plantean hoy en día una situación de dificultad que gracias al interés gubernamental y al aprecio de los isleños por su propia cultura, puede resolverse favorablemente. El gobierno intendencial ha prestado mucha atención al problema de la preservación de los valores culturales de las islas. El Banco Central Hipotecario, gracias al interés de su gerente, Dr. Mario Calderón Rivera, ha iniciado un programa de créditos dirigido a la recuperación de la vivienda tradicional, con el ánimo de mejorar las condiciones de alojamiento de la población isleña, y al mismo tiempo, dar apoyo a esos valores culturales. La Universidad de Los Andes. a través de la Facultad de Arquitectura, presta asistencia investigativa y técnica a este programa, desarrollado por la división de Programas Especiales del Banco Central Hipotecario.
En la Galería del B.C.H. en Unicentro se muestra actualmente y hasta el 21 de agosto, una exposición que recoge algunos de los rasgos característicos de la arquitectura de madera de las islas. Se intenta de esta manera, llegar al público con la intención de que comprenda que San Andrés y Providencia no son sólo almacenes y playas sino también gentes y cultura y que ellos merecen respeto.
Cabe aquí mencionar la labor que desarrolla la Galería del Banco Central Hipotecario en Unicentro, coordinada por la Asociación Colombiana de Facultades de Arquitectura.
Esta galería se ha dedicado desde hace años a exposiciones didácticas sobre diferentes aspectos de la arquitectura colombiana, presentando trabajos realizados en las diferentes facultades de Arquitectura del país. De esta manera se comprueba que en las escuelas se están formando generaciones de arquitectos conscientes de que su profesión no será tan sólo un ejercicio lucrativo y egocéntrico, sino que puede convertirse en un instrumento culturalmente significativo.