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En la antesala del Oscar

Jack Nicholson y Renée Zellweger, galardonados en la entrega de los premios Globo de Oro, hablaron con SEMANA acerca de 'About Schmidt' y 'Chicago', las películas que protagonizaron.

7 de marzo de 2003

Han transcurrido un par de años desde que la tímida chica pueblerina tuviera un papel sin palabras en la película Dazed and Confused a ser la ganadora en los premios Globo de Oro.

Renée Zellweger nació en Katy, cerca de Houston, hija de una enfermera noruega y un ingeniero suizo. Adepta a la literatura, se inscribió en una clase de drama porque necesitaba un crédito extra para graduarse y así se vio involucrada en la actuación. Comenzó a participar en obras de teatro y películas juveniles y, poco a poco, fue demostrando su talento y versatilidad en One True Thing, l A Price Above Rubies, la comedia Me Myself and Irene (junto a Jim Carrey), Nurse Betty (por la que obtuvo su primer Globo de Oro) y su reconocida actuación en El diario de Bridget Jones.

"La fascinación por la fama ha enchuecado el sistema de valores"

SEMANA: ¿Qué la atrajo de 'Chicago'?

Renée Zellweger. Era un reto distinto. Aprender un nuevo estilo de actuación, un nuevo medio de expresión. Fue una oportunidad de las que se dan una vez en la vida. Cuando conocí a Rob Marshall, el director, no me importó lo que íbamos a hacer, confié plenamente en él.

SEMANA: ¿El estilo de actuación es más exagerado?

R.Z.: Es un estilo muy colorido. Hay que encontrar una forma de actuar una fantasía que después se va a traducir en un contexto real. Fue una perspectiva diferente y muy divertida para mí. Era una actuación más amplia, pero a la vez muy específica ya que en este género un look significa mucho.

SEMANA: ¿Confiaba en su voz?

R.Z.: No, yo estaba aterrada. Sin embargo Rob Marshall siempre nos estaba apoyando. Si alguna vez dudó de mí nunca me lo hizo saber.

SEMANA: ¿Había cantado antes?

R.Z.: Interpreté a una niña que quiere cantar en el filme Empire records y tuve un momento muy malo de karaoke en El diario de Bridget Jones.

SEMANA: ¿De niña soñaba con ser estrella de rock'nroll?

R.Z.: Cuando tenía 7 años cantaba en la casa y en la ducha canciones de los Beatles. Me gustaba Paul McCartney, ¡pero era una blasfemia!

SEMANA: ¿Es 'fan' de los 'reality shows'?

R.Z.: No, no los veo porque no creo que sea realidad. Cuando las cámaras están rodando el comportamiento de la gente se altera. Es más, creo que es vergonzoso. Es penoso que la gente se vuelva barata en ese sentido sólo para alcanzar cierta notoriedad. Creo que la fascinación por la fama ha enchuecado el sistema de valores. Hoy día el límite entre la celebridad legítima y la infamia se ha vuelto ambigua. Antes la fama era la consecuencia de hacer una contribución positiva a la sociedad o por aportar algo que hiciera una diferencia. Ahora da lo mismo cómo te haces famoso con tal de ser famoso.

SEMANA: ¿Cómo ha hecho para lidiar con los chismes?

R.Z.: Yo acepto que no puedo hacer nada, a veces me entristece cuando hieren a tus amigos con palabras que ponen en tu boca, a veces se llora. Pero es un trabajo grande, gigante, bueno, y yo escogí este trabajo.



"Siempre hay nuevos retos"

Como si se hubiera detenido en los tiempos de Easy rider o Atrapado sin salida, Jack Nicholson mantiene su pinta de personaje extraviado y un tanto desquiciado. La barba desarreglada no lo ayuda a verse muy cuerdo y se ve cansado. Sin embargo, detrás de su aspecto se esconde un hombre centrado en la familia, la práctica del deporte y que cuida mucho de su salud. Su voz es suave pero a menudo sube de tono y, a pesar de que el botox está tan de moda en Hollywood, Nicholson luce todas sus arrugas, de las que hace excelente uso en su última actuación. El legendario actor vuelve al cine en About Schmidt, del director Alexander Payne.

SEMANA: El filme es sobre un hombre que busca el significado de su vida. Como Jack Nicholson, ¿cuál cree que es su legado?

J.N.: Mi intención siempre ha sido concentrarme en el filme que estoy haciendo para poder hacer el mejor trabajo posible. Si no trabajara en películas supongo que escribiría novelas porque los filmes de cierta manera las desintegran científicamente. No me acuerdo quién fue el que dijo que si uno es un verdadero escritor escribiría un poema durante toda la vida, no dejaría que nadie lo leyera y después lo quemaría. Es metafórico pero yo mantengo esa actitud.

SEMANA: ¿Pensó en retirarse por no encontrar buenos roles?

J.N.: No. Generalmente hago lo que los directores quieren, siempre he sido así. Pero a veces toman decisiones que no tienen que ver nada con el filme, ahí es cuando uno se debe preguntar si está haciendo lo que corresponde.

SEMANA: ¿Será difícil poder interpretar papeles maduros si la gente lo identifica de cierto modo como joven y vital?

J.N.: Siempre he sido muy tramposo con mi edad. En Easy rider mi papel era para alguien de 42 años y yo tenía 30. En un momento pensé no hacer más de pobre porque la gente no lo iba a creer.

SEMANA: ¿Cree que hay suficientes películas sobre gente real que no ocurren en Los Angeles o Nueva York?

J.N.: Creo que los guiones sufren porque viene gente de todas partes del mundo o del resto Estados Unidos a Los Angeles. Escriben algo muy cercano a sus raíces y después se quedan por tanto tiempo que empiezan a escribir otro tipo de filmes. Ese es el fenómeno de Los Angeles. Creo que es importante ir a otros lugares. Yo no socialicé mucho en Omaha pero si respiré una atmósfera especial.

SEMANA: Usted ha dicho que el 85 por ciento de su actuación es innata.

J.N.: Casi todos mis personajes son hombres, diestros, comen tres veces al día, manejan un automóvil... uno tiene que actuar un 15 por ciento, el resto es relajarse y dejar que fluya lo que tiene que fluir.

SEMANA: Usted ya ha ganado tres premios Oscar, ¿sería excitante ganar otro?

J.N.: Sí, es una cosa maravillosa. Pero creo que hay que hablar sobre el apoyo de los actores como Kathy, Hope, Dermont. La habilidad fue de todo el elenco y también gracias a Alexander. Espero que ellos encuentren reconocimiento. Además tengo un lugar muy especial en el corazón para el equipo de producción. Al final lo primordial es que la gente vea el filme.

SEMANA: ¿Que otros retos le quedan?

J.N.: Después de esta película hice otra con Adam Sandler porque no entendía la clase de comedia que él hacia y pensé que seria una buena experiencia ver lo que hacen estos nuevos chicos de hoy. Siempre hay nuevos retos.