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ENTRE EL GENERO Y EL ESCRITOR

En la literatura policial, lo mejor puede convivir con lo mediocre

25 de julio de 1983

"El cuchillo", de Patricia Goldsmith. Editorial Bruguera, 275 páginas, 1982.
Aunque su primera novela data de 1949, la fama universal de Patricia Highsmith es reciente. Fueron los franceses quienes rescataron a esta novelista inquietante de entre el pandemónium de la literatura policial, donde la mejor literatura puede convivir con la más mediocre.
No deja de ser curioso que la crítica literaria de los Estados Unidos haya pasado por alto, durante tantos años, el talento literario de Patricia Highsmith y se muestre por otra parte dispuesta a ditirambos eufóricos en el reconocimiento de escritores menores. Patricia Highsmith tuvo que esperar que la crítica francesa descubriera su valiosa producción literaria y señalara su ignorada importancia. El antecedente de Chandler en Inglaterra, donde fue considerado como un escritor serio, un poco a contrapelo de la corriente de la opinión americana, confirma que para ellos los novelistas de temas de misterio por definición son novelistas de tercera categoría, aunque su estilo o su talento demuestren lo contrario. El género no hace al escritor, más bien es al revés. Cuando el escritor introduce una innovación al sesgo o crea un matiz no convencional el género se ve enriquecido .
En "Extraños en el tren", su primera novela, que Hitchock llevó al cine, ya está presente en sus libros ese clima de irracionalidad que irá creciendo hasta dominar el más confortable, racional y convencional de los ambientes. Esta intromisión lenta pero letal en el mundo cotidiano es motivo de la verdadera capacidad de observación de la autora, y es tan fuerte en ella y tan definutiva en su obra, que parece un autor que renueva la literatura policial. Es un poco inevitable recordar aquí a Agatha Christie, no por las posibles similitudes entre las dos autoras sino precisamente por sus diferencias, que son enormes.
El tinglado de la inglesa tiende a lo bizarro, sus personajes están más cerca de los misteriosos artificios literarios que de la vida corriente, su trama tiene el encanto del puro juego intelectual y sus argumentos proponen enigmas al lector haciéndole creer en algo para demostrarle más adelante que no ha sido más que una simple suposición: Nada de esto hay en los libros de Patricia Highsmith; la suya es una prosa directa que elude toda bizarría, sus personajes son tan vívidos, tan reales, que uno puede chocar con ellos por la calle. Ahora bien, si sus tramas no buscan el juego prodigioso es porque su economía de medios se centra mmediatamente sobre su asunto.
El protagonista de "Mar de fondo" Vic Van Allen, y Walter Stackhouse, protagonista de "El cuchillo", son personajes que tienen en común el tema de la atracción que la idea de la violencia ejerce en la mente de un hombre débil. "Mar de fondo" describe una alienadora psicosis que termina en tragedia; "El cuchillo" es la pesadilla de esa alienación.
No son resultados optimistas los de las novelas de Patricia Highsmith, pero sí están llenas de una mirada profunda, a veces compasiva, a veces cruel, de sus héroes, que no triunfan jamás, pero tampoco pierden su dignidad. Y esto les da una abierta grandeza.