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| Foto: León Darío Peláez

HAY FESTIVAL

“Cuando uno habla de sexo a la gente le da entre asco, pudor y miedo“

Semana.com habló con el escritor, periodista y cineasta chileno Alberto Fuguet sobre Sudor, su último libro, y su proceso de creación literaria.

Paula Doria*
28 de enero de 2017

Rafael Restrepo Carvajal llega a Santiago de Chile con su hijo para presentar el último libro. Alfredo Garzón, el editor de Alfaguara, la editorial que lanza el texto, se ve envuelto en una aventura homosexual con el hijo del aclamado escritor. Esta es la historia que el escritor, periodista y también cineasta Alberto Fuguet narra en su última novela Sudor. 

Se trata de una crónica ácida que se burla del mundillo literario y que muestra de forma explícita los encuentros sexuales entre un joven millennial y un hombre de 45 años. Ambos parecen tener mucho en común, pero la diferencia generacional complica su idilio.

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A propósito de su participación en el Hay Festival Cartagena 2017, Semana.com habló con el autor que también tiene otras obras como Tinta roja (1996), Cinépata (2013) y No Ficción (2015)           

Semana.com: Hace casi un año publicó Sudor, un libro que ha tenido mucha polémica por tratar el tema homosexual. Incluso en México recibió amenazas...

Alberto Fuguet: Sí es un libro que ha hecho un poco de ruido. En México cuando estaba en la Feria del Libro de Guadalajara personas que no conozco ni sé quiénes son, me enviaron mensajes con balas, me decían que me fuera, que hablara con más mesura, que le bajara el tono. Yo le pasé estos mensajes a mis editores y ellos se los pasaron a la Policía, que pensó que podía ser real.

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Supongo que las cosas que decía en mi libro eran molestas; me río del mundo literario, quizá les molestó que no haya pedido permiso para usar al figura de Carlos Fuentes y que el libro hable explícitamente y sin ninguna culpa de lo gay.

Semana.com: ¿Por qué cree que todavía el homosexualismo y el sexo sigue siendo un tema tabú?

A.F.: Las sociedades son todavía muy conservadoras, es un mundo machista. Cuando uno habla de sexo a la gente le da entre asco, pudor y miedo. Prefieren no tocar esos temas, porque es algo que hace la gente en privado. También es un tema tabú hablar de homosexualidad porque para muchos es algo anormal. Pero incluso los mismos defensores de las reivindicaciones sexuales hablan de todo menos de erotismo. Pero me parece que es legítimo hablar de eso.

Semana.com: El hecho de que un tema sea tabú también puede ser bueno porque genera morbo…

A.F.: Me encanta la idea de que todavía haya temas Tabú. Es algo que hay que aprovechar. El ambiente literario es muy conservador, con doble discurso. Los escritores pueden tener una vida erótica en festivales como estos, pero no se escribe mucho de eso.

Semana.com: Usted suele hacer una investigación para sus textos, y en las investigaciones descubre cosas, ¿qué aprendió haciendo Sudor? 

A.F.: No sé si investigué para Sudor. Estuve leyendo revistas, estuve muy cerca del mundo gay, me mantuve atento. Aunque yo ya conocía antes de hacer el libro las aplicaciones para conocer gente, me llamó la atención que en una época tan visual el acercamiento en las aplicaciones como Grindr todavía se dé a través de las palabras, del idioma. La cultura de la palabra sigue siendo importante para comunicarse y relacionarse. Aunque a veces el lenguaje a través de estas aplicaciones también es propenso a generar confusión.

Semana.com: Con redes sociales como Snapchat e Instagram la imagen también se ha vuelto muy importante...

A.F.: Sí, quizá ése es el tema de un libro nuevo escrito por mí o por otra persona.  La literatura debe estar atenta al presente, no debe preocuparse únicamente por temas del pasado. Estoy interesado en escribir sobre el presente, gracias a eso me he dado cuenta de cosas como el hecho de que para ligar es mejor conocer gente a través de Instagram que por las aplicaciones. Sin embargo, los temas globales concernientes al ser humano son los mismos; el amor, la infidelidad, el deseo de conocer

Semana.com: Gracias a las redes sociales las relaciones personales y amorosas se van transformando, se crean nuevos conflictos, como el hecho de sentirse afectado porque alguien nos ha bloqueado...

A.F.: Sí, claro. Pero para verle el lado bueno, es más fácil ser sincero. Antes te seguías hablando con una persona y quizás te caí mal. Ahora la bloqueas y listo. A futuro el amor seguirá estando mediando por aplicaciones y nuevas formas de comunicarse. Quizás estas aplicaciones les parezcan ingenuas. Lo que creo es que pase lo que pase siempre será necesario mantener privacidad, intimidad incluso contigo mismo. En la literatura es fascinante poder acceder a los pensamientos del narrador. Pero en la vida real no es conveniente saber todo lo que piensa una persona.

Semana.com: ¿Cree que los millennials tienen una ventaja sobre otras generaciones a la hora de relacionarse con otros? 

A.F.: No hay una generación mejor que otra, los millennials dominan la tecnología, pero no están conectados con el mundo. Son muy miedosos a los compromisos, quieren probarlo todo y luego se quedan con nada. No quiero ser crítico; me encantaría ser millennial, pero ellos se enfocan mucho en sí mismos. Por ejemplo, hasta que no encuentran un trabajo que los haga completamente feliz no trabajan, pero y ¿qué pasa si nunca consigues ese trabajo? Veo en ellos una frustración muy rápida, son poco satisfechos. No son constantes.

Semana.com: En Sudor precisamente se ve ese conflicto entre un millennial y un señor...

A.F.: Sí, en Sudor Alf, un tipo de 45, se enreda con un millennial. Aunque tienen afinidad porque Alf es muy jovial y tienen gustos en común, al final hay un conflicto por la forma como ven el mundo. Alf cree en la fidelidad y la relación, el millennial en cambio le dice ‘te amo, estás entre mis personajes favoritos pero eso no significa que no me pueda acostar con 20 más’. Y para este hombre maduro, de 45, es terrible. Para los millennials el acostarse con otra persona por la que no sientan nada ni siquiera es un tema. Les gusta un chico, les gusta una chica, mañana se aburren...

Semana.com: Sus personajes siempre están perdidos, ¿por qué?

A.F.: Los elijo por conveniencia; me aburre la gente que lo tiene todo claro. Es más interesante la gente que duda, que no tiene todo claro, porque es más dramático. Por eso yo terminé haciendo un libro sobre Andrés Caicedo. Era una persona tan pérdida que terminó matándose.

Semana.com: Los escritores pueden ser vistos como pequeños dioses, porque deciden el mundo, las situaciones y cómo es el personaje. Pero usted dice que respeta a los personajes que inventa, como si tuvieran la opción de tomar sus propias decisiones, ¿puede explicar eso?

A.F.: Hay directores que son sádicos, así como hay padres sádicos, pero yo creo que cuando uno construye un personaje tiene que cuidarlo. Es como ser madre. Le pueden pasar cosas malas, pero hay que tener un grado de piedad. También hay que comprender por qué mintió, por qué robó, por qué fue infiel. Se trata de darle humanidad.

Un escritor no es un juez. Los mejores libros son los que tienen personajes que son asesinos o criminales y tú estás del lado de ellos; no quieres que los atrapen. En cambio en la vida real sí quieres que los atrapen.

Semana.com: ¿Se podría decir que más que grandes historias usted cuenta grandes personajes?

A.F.: Sí, hay escritores que hacen que les pasen muchas cosas al personaje, pero yo no trato de construir grandes historias, yo trato de construir grandes personajes, con los que te puedas identificar. Uno no puede obligar a los personajes a no ser como no son. Mi receta: hago personajes que se parecen a mí, a mi forma de ver la vida, personajes que me interesan, por eso no hago personajes tan perversos. No escribo sobre lo que no me llama la atención. Por eso mi personaje no podría ser un político, por ejemplo.

Ahora, en Sudor el personaje es totalmente diferente a mí, está inspirado en Carlos Fuentes, y traté de quererlo lo más posible, traté de entender por qué reacciona así, cómo sería para un personaje como él tener un hijo millennial que es puto, que se porta mal y no tiene sentido de los límites. No podía hacerlo solo un villano. El que sea bueno y malo, el que se contradiga es lo que hace real y humano a un personaje.

Semana.com: Alguien dijo que los escritores no tienen imaginación, que todo se lo roban de la realidad y que si son periodistas es aún peor. Usted que es escritor y periodista, ¿qué opina de eso?

A.F.: Yo siento que no tengo tanta imaginación y la verdad la gente con mucha imaginación no me interesa. Esos que están fantaseando, mintiendo, soñando. Me interesa más la gente que te cuenta lo que pasó en la esquina, puede ser más divertido. Ahora, no es que uno sea tonto, se requiere algún grado de comprensión para saber qué historia puede ser interesante, dónde están los conflictos. Es necesario hacer una especie de curaduría de la realidad.

*Periodista de Semana.com