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HAMLET

Aunque llega a Colombia en versión editada, esta película da cuenta de la imponente producción que gestó Kenneth Branagh alrededor del clásico de Shakespeare Director: Kenneth Branagh Protagonistas: Kenneth Branagh, Derek Jacobi, Kate Winslet, Charlton

30 de junio de 1997

La última vez que el clásico de Shakespeare estuvo rondando por las salas de cine colombianas fue hace cinco años, cuando fue presentada la versión de Hamlet dirigida por Franco Zeffirelli, quien había demostrado con su adaptación de Romeo y Julieta que tenía el conocimiento suficiente para medírsele a la conquista del más famoso príncipe de Dinamarca. Pero lo cierto es que la versión de Zeffirelli, protagonizada por Mel Gibson y Glenn Close, no contó ni con la anuencia de la crítica ni con el favor del público, y más bien salió con más pena que gloria de la cartelera nacional. Ahora ha llegado un nuevo Hamlet, precedido de una intensa expectativa alrededor de su estreno en el mundo dada la trayectoria y la ambición de su director. Se trata de Kenneth Branagh, el realizador británico que hace pocos años sorprendió a la crítica internacional con su montaje de Enrique V y luego decidió seguir explorando el mundo shakespereano llevando a la pantalla Mucho ruido y pocas nueces, con una corte de estrellas presidida por quien fuera su esposa hasta hace pocos meses, la talentosa Emma Thompson. Con Hamlet, Branagh no sólo prometió botar la casa por la ventana sino pasar a la historia con una versión madura y contemporánea de la tragedia de Shakespeare. Y a juzgar por los resultados, tal parece que lo ha logrado. En primera instancia el Hamlet de Branagh se ha convertido en una de las películas más largas de la historia del cine, con más de cuatro horas de duración. Sin embargo la versión internacional ha sido editada a la mitad, para muchos un tiempo demasiado corto para evaluar en su totalidad la verdadera magnitud de la propuesta de Branagh. Aun así, las dos horas que han llegado a Colombia son, por lo menos, suficientes para ingresar en el destino del desafortunado príncipe de la mano de un director que ha sabido interpretar la obra de Shakespeare con un estilo muy particular. Branagh, él mismo protagonizando a Hamlet, agota el presupuesto en una producción que deslumbra por sus decorados. Si la versión de Zeffirelli es oscura y sombría, la de Branagh es más bien festiva, incluso carnavalesca, quizá con la intención de vestirse a tono con la farsa que está en juego: la historia de una conspiración en Dinamarca que el joven Hamlet develará en el momento indicado. Un gran salón de espejos, adornado con baldosas como escaques de ajedrez, sirve de escenario fastuoso a una tragedia que el propio Branagh se encargará de proyectar hasta el presente con una visión fresca del clásico. El propio Branagh propone un Hamlet muy lúcido en su depresión mental, mientras Kate Winslet hace el papel de una Ofelia crepitante de pasión. Ambos acompañados de un reparto que tiene más de una sorpresa, entre ellas la actuación de Derek Jacobi en el papel de Claudio, usurpador del trono, y la presencia efímera pero significativa de actores tan disímiles como Charlton Heston, Robin Williams, Jack Lemmon y Billy Cristal. Como siempre, una buena oportunidad para revivir el clásico de Shakespeare o para iniciarse en su mundo, según sea el caso.