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HASTA EL LIMITE

El director de 'Thelma and Louise' agrega un ingrediente más al debate de la guerra de los sexos.

22 de diciembre de 1997

Quienes han seguido de cerca la trayectoria de Ridley Scott les debe parecer extraño que el mismo director que llevó a la pantalla gigante cintas tan clásicas como Los duelistas, Blade Runner y Alien y tan emotivas como Thelma and Louise haya considerado la posibilidad de medírsele a una cinta de acción que en apariencia no ofrece mayores riesgos dramáticos. Se trata de Hasta el límite, una película de corte militar a medio camino entre Reto al destino y Top Gun, cuya diferencia esencial radica en que el protagonista no es un hombre, como es lo tradicional, sino una mujer. Sin embargo es precisamente esta variante la que fundamenta toda su propuesta, por lo menos en la primera parte del filme. Hasta el límite narra la historia de la teniente O'Neill (Demi Moore), una soldado que intenta convertirse en la primera mujer en integrar un comando de fuerzas especiales de la marina estadounidense. Detrás de su objetivo está el propósito de una influyente senadora (Anne Bancroft) que quiere ganar popularidad demostrando qué tan capaces son las mujeres de superar las exigentes pruebas físicas destinadas tan sólo a los hombres. El entrenamiento es casi una réplica de Reto al destino, pero matizada por la marcada misoginia en el interior de los compañeros de tropa, la tendencia a la compasión por el sexo débil de los mandos superiores y por la decisión de la teniente O'Neill de convertirse en todo un macho como única alternativa para salvar la prueba. A pesar de su evidente sentido comercial la película de Scott tenía suficientes elementos para concentrar su drama en la guerra de los sexos a la luz de la brutal prueba de resistencia. Pero la ambición rompe el saco y el director decide salirse de su propuesta inicial para ofrecer, en la segunda parte de la película, una acelerada referencia al virtuoso comportamiento de la teniente en combate real, con lo cual echa al traste su propósito en relación con la guerra de los sexos para proclamar a todo timbal la consagración de Demi Moore como arma supertaquillera al estilo Rambo. Los millones de dólares recaudados hacen cumplir la intención de la película pero dejan muy mal parado a un director de mucha garra que terminó cediendo al capricho del mercado.