Home

Cultura

Artículo

JUEGO DE GEMELAS

Dos hermanas, separadas poco después de nacer, intentan unir de nuevo a sus padres.

28 de diciembre de 1998

Hallie y Annie son dos hermanas que están a punto de conocerse. Separadas poco después de nacer, gracias al abrupto divorcio de sus padres, las niñas han crecido en hogares opuestos. Una en Londres, al lado de su madre y educada bajo los más estrictos modales. La otra en California, junto a su padre, un magnate de los viñedos que la ha educado a campo abierto. El lugar de encuentro es un campamento vacacional al que llegan coincidencialmente en la misma temporada. Al saberse idénticas, poco a poco descubren que son en realidad gemelas. De inmediato ponen a funcionar un simpático plan mediante el cual buscan unir de nuevo a sus padres: intercambiar su identidad. A partir de este argumento, que fue llevado a la pantalla gigante por primera vez en 1961, la directora Nancy Meyers construye una historia que no por ser divertida resulta un tanto descabellada. La protagonista, que hace las veces de Hallie y Annie, es un verdadero encanto. Se llama Lindsay Lohan y su espléndido trabajo la convierte en el centro de atención de la cinta. Sus padres, caracterizados por Dennis Quaid y Natasha Richardson, son apenas un adorno del relato. Sin embargo lo que aniquila cualquier esperanza de gloria en esta película es la cantidad de elementos forzados que van halando la historia hasta envolverla en una cajita de cristal que parece sacada de un cuento de hadas. Todo es tan perfecto en su maravilla que no hay lugar a la realidad. No es posible creer en una separación tan ensoñadora y menos en tan acaramelado reencuentro. O por lo menos no hay ningún indicio en la película que lo justifique. Estas particularidades hacen de Juego de gemelas una película más bien tonta e incluso aburrida en medio de tan forzadas circunstancias.