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A LA CAZA DE AUTOR

Otro hit se anota el Teatro Libre de Bogotá con el montaje de "Seis personajes en busca de autor"

22 de octubre de 1984

Y otra vez el Teatro Libre de Bogotá se salió con la suya. Primero fue con Shakespeare y "El Rey Lear" en 1979. Y ahora, el turno fue para Luigi Pirandello Y sus "Seis personajes en busca de autor" bajo la dirección de Germán Moure.
De algún modo, se trata de aplicar de nuevo la misma teoria: durante mucho tiempo, el teatro colombiana con muy pocos años de existencia, fue conducido por corrientes vanguardistas que aunque dejaron numerosas experiencias, de pronto se agotaron y fue necesario darse cuenta de que se había llegado la hora de "abrevar en las fuentes de la academia". Había que hacer la primaria, "aprender" a hacer teatro, después de virios años de haber cursado el máster de la vanguardia.
La prueba de que los del Teatro Libre tuvieron la razón al saltar de "Los inquilinos de la ira" a "Lear" fue, en cierto modo, la respuesta del público. Esa respuesta positiva se dio porque el público vio en Shakespeare una revolución mucho más profunda que la que habían protagonizado los ideologos del teatro de creación colectiva. Curioso proceso en contravia: la academia irrumpe como revolución frente a la vanguardia. Luego vinieron a darse otros pasos, diferentes de seguro, pero igualmente destinados a completar la educación del grupo: Arthur Miller y "Las brujas de Salem", Albee y "La balada del café triste" y otros más.
Pirandello se inscribe entonces dentro de este proceso. Pero, "Seis personajes en busca de autor" revíste úna particularidad: es una obra de teatro cuyo tema es el teatro. Una obra que cuestiona, a través de esos seis personajes que llegan a un teatro a buscar un autor, el teatro tradicional de la época que, como dice el director de la compañia es "la verdad hasta cierto punto". En su momento, esta obra de Pirandello causó un verdadero escándalo: no sólo destruye la cuarta pared (la que se encuentra del lado del público) sino que se desarrolla en un escenario vacío, especie de alegoría de lo que resulta ser la presentación del teatro "al desnudo". Pero el planteamiento no sólo es formal: los seis personajes son quizá los primeros de la historia del teatro que son conscientes de su condición de personajes, del mismo modo que los miembros de la especie humana son los primeros sobre la tierra conscientes de sí mismos. Todo esto adobado con "la burla feroz del destino" como dice el propio autor, que "condena al hombre a la decepción ".
Es apenas imaginable la confusión que debió causar el estreno de la obra en la Italia prefascista de 1922, donde el clasicista D'Annunzio monopolizaba los aplausos del público.
En el terreno de la actuación, vale decir que si éste permite establecer qué tan útil ha sido este montaje para el grupo del Libre, los resultados no pueden ser más positivos. Para citar apenas un ejemplo, el trabajo de Carlota Llano interpretando a la hijastra resulta cautivante y definitivo. Otro punto a destacar, el acierto de Santiago Cárdenas en su labor como escenografo que alterna el cubismo con un hiperrealismo casi burlesco. En cuanto al vestuario, Pilar Caballero logra mantener la buena calidad que viene caracterizando al Libre en este campo. En fin, un buen plato éste para todos los colombianos que andan "en busca de teatro". -