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¿"LA FANIA" SIN SON?

La Fania All Stars se despidió de Nueva York, la capital de la salsa

22 de octubre de 1984

Se rumora que fue su último concierto. Se dice también que se retirará tras una gira por América Latina, en cuyos países se hará "la presentación de despedida", y cada pueblo creerá tener el honor de ser el último en verlos. Pero de todas formas se sabe que los herederos de "La Sonora Matancera" no volverán al Madison Square Garden de Nueva York. La Fania All Stars cumplió veinte años y se despidió definitivamente de la capital de la salsa que alberga a cuatro millónes de latinoamericanos. Con su mejor concierto, La Fania clausuró el noveno festival de salsa que durante una semana se bailó en el club Broadway de Manhattan, gracias al empuje de Ralph Mercado.
La compañía Fania Records fue fundada por Johnny Pacheco y el abogado Jerry Masucci como una empresa disquera cuyo emblema sería el grupo musical de Fania que reunió a más de una veintena de los más sobresalientes músicos del Caribe y Nueva York. Pacheco y Masucci fueron los mayores beneficiarios del auge de la música latina de los años setenta en los Estados Unidos. Genios musicales como Ray Barretto y Willie Colon viven aún dentro de los límites de la pobreza, cuando ya su música no es tan popular dentro de la nueva generación norteamericana de latinos. Excepciones como Rubén Blades (quien ahora escribe canciones basadas en los cuentos de Gabo), lograron escabullirse de los maquiavélicos contratos a que fueron sometidos. Y por ello, Blades es de los pocos músicos que sobrevivirá la desaparición de una Fania sin heredera.
Las emisoras latinas en Nueva York están infestadas de baladas artificiales cantadas por ex futbolistas, y neo-boleros que no tienen la riqueza autóctona y musical de la salsa y el merengue. Los anunciadores del festival rogaban al público que protestara por el desplazamiento de su música en las estaciones de radio. Incluso en un país como el nuestro con una inmensa costa caribeña, raramente se oyen músicos residentes del talento de Alfredo de La Fe, o propios como Juan Piña o El Son del Pueblo que están a la altura de los mejores. Son nuestra musica y nuestra cultura que agonizan lentamente.
Celia Cruz, con sesenta años pasados y más vital que su música, rogaba innecesariamente con su canto: "Jamás olviden mi nombre, yo me llamo Celia Cruz". "Juventud, aprovechen que los años pasan sin uno darse cuenta", fueron las palabras de adiós de Johnny Pacheco. Pero todos los latinos sí se dieron cuenta de los años de La Fania. Nunca se olvidará que Pappo Luca es el "piano-man", que los gestos de Ray Barretto ante sus bongos son inimitables, que la panza de Yomo Toro es tan grande como el sonido de su quinto, que no habrá otro "judío maravilloso" en el piano como Larry Harlow, que los mejores timbales llevan el nombre de Tito Puente, y que el trombón de Lewis Kahn, el bajo de Cuevas, las voces de Ismael Quintana, Héctor Casanova, Cali Alemán, Adalberto Santiago y Pete Conde Rodríguez, no se reunirán de nuevo.
La nueva generación hereda la lucha por subsistir: El Gran Combo, Luis "Perico" Ortiz, Henry Fiol y el merengue de Wilfrido Vargas (cuyo mayor éxito es "Qué será lo que quiere el Negro" compuesta por Calixto Ochoa). Pero necesitan el cada vez menor apoyo de los latinoamericanos. Dentro del esfuerzo por mantenerse, han tomado fuerza los encuentros semanales de salsa y jazz en el club The Village Gate. De ahí ha surgido el latin jazz de Mongo Santamaría, Titio Puente y del marielito Paquito D'Rivera. Todo para que la salsa siempre viva. -