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LA LLAVE MAGICA

Basada en una premiada novela juvenil, la historia de un niño y un indio de juguete que cobra vida por arte de magia.

15 de enero de 1996

DIRECTOR: FRANK OZ
PROTAGONISTAS: HAL SCARDINO, LITEFOOT,
LINDSAY CROUSE, RICHARD JENKINS,
RISHI BHAT Y DAVID KEITH.
LOS TRUCOS ILUsionistas en pantalla son casi tan antiguos como el cine mismo, un hecho que confirma una constante histórica cinematográfica: la obsesión de los directores por simular en una película los sueños que la realidad no ha podido resolver. Ser diminuto, ser gigante, ser descomunalmente fuerte, volar... son algunas de las ilusiones humanas que el cine se ha encargado de perfeccionar a lo largo de su historia hasta llegar a una década en la cual todo parece ser posible, gracias a las avanzadas tecnologías.
La más reciente película de Frank Oz es uno de los ejemplos más cercanos de hasta dónde ha llegado un truco tan antiguo como el montaje. La llave mágica es la aventura de un indio de plástico que cobra vida por arte de magia, con la ayuda de un cofre, una llave y un niño, cuyo descubrimiento supera su imaginación. Si bien la cinta está basada en una popular novela juvenil estadounidense, ganadora de varios premios y con millones de copias vendidas, lo cierto es que la historia en el cine no alcanza a ser tan atractiva. La relación entre el niño y los personajes que cobran vida (un indio y un vaquero principalmente) no dice mucho y carece de la fuerza suficiente para mantener al espectador atento durante toda la proyección.
Sin embargo, el gran atractivo está en sus efectos especiales. El montaje del diminuto indio y su gigante compañero de cuarto es tan limpio que hace recordar con algo de compasión las criaturas de Tierra de gigantes. Lo mismo sucede con el vaquero y con cualquiera de los demás personajes que hacen parte de la magia de un niño que aprenderá con sus amigos a medir el valor de la vida y de la libertad.
La cinta puede pasar inadvertida, pero es un buen ejemplo del desarrollo de un truco antiquísimo que se acerca cada vez más a la perfección.

EL NACIMIENTO DEL CINE
EL CONSEJO BRITANICO, EN COLAboración con la Cinemateca Distrital, inauguró la semana pasada, en el Archivo General de la Nación, la exposición 'El nacimiento de las películas', que viene de una gira por más de 40 países.
La exhibición, organizada en homenaje al centenario del cine, traza el proceso de evolución que culminó en 1895 con la imagen en movimiento que se conoce hoy, además de los aportes ingleses más significativos al séptimo arte. La exposicion está; acompañada de artefactos curiosos, como el fenaquistiscopio y el zoótropo, antecesores del cinematógrafo y un video especial de las primeras películas en movimiento.
El material, en versión castellana, fue; ideado, recopilado y editado por el crítico de cine David Robinson. Una buena ocasión para maravillarse con los primeros pasos que dieron nacimiento a uno de los más grandes inventos del hombre.

MUERTE SUBITA
Los libretistas del género de acción se parecen a los de telenovelas: todas las películas terminan siendo la misma.
DIRECTOR PETER HYAMS
PROTAGONISTAS: JEAN-CLAUDE VAN DAMME,
POWERS BOOTHE, RAYMOND BARRY, DORIAN HAREWOOD.
ESTA VEZ EL HEroe de las artes marciales Jean-Claude Van Damme no es el superdotado de costumbre. Nó ha sido llamado para misión alguna. Es un bombero que cuida un partido de hockey y por casualidad debe enfrentar a un grupo de terroristas que tienen secuestrada a su hija y al vicepresidente de Estados Unidos en el palco presidencial. El grupo tiene infiltrados de la CIA, el FBI y el cuerpo de seguridad del presidente. Pero hay un bombero dispuesto a dar su vida para acabar con este grupo de extorsionistas que amenaza con volar el estadio.
El argumento parece la adaptación de cualquier película de Sylvester Stallone o Steven Seagal, con la diferencia de que Van Damme no resulta ser (aunque en la práctica lo demuestre) un superagente camuflado de cocinero, como Seagal, o un superpolicía camuflado de vagabundo, como Stallone. Es un bombero con experiencia y eso es todo. Pero es precisamente esta identidad indefinida entre McGyver y Chuck Norris la que hace del personaje de Van Damme un híbrido demasiado débil para las típicas y sobresaturadas secuencias de acción que le sobrevienen.
Y si a todo esto se suma la escena más descabellada de todas, la de él mismo jugando el partido de hockey, Muerte súbita resulta una cinta de acción sin pena ni gloria, fácilmente olvidable a la salida del teatro y sin ningún aporte a un género que en ocasiones ha demostrado que puede ser tan interesante como cualquier otro.