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LA NOCHE DE TRUFFAUT

A su muerte, Truffaut le queda debiendo 30 años a la historia del cine

26 de noviembre de 1984

A la muerte de un director pasan por la mente títulos de películas, situaciones, personajes, recuerdos de emociones --la carrera que organiza Catherine con Julio y Jaime--,o de decepciones--el estreno de "La sirena de Misisipí"--. Murió Francois Truffaut. La noticia sonaba absurda. Ya no se volverá a ver en la pantalla un personaje nuevo nacido de su creatividad. Porque ésta es una de las carcterísticas de la obra que deja Truffaut: los personajes. Julio, Jaime, Catherine, Bertrand, Adela, Julie, Alfonso. Todos. Antes que de conflictos, de temáticas o de contenidos, su cine es de personajes. Seres vivos e irrepetibles. No existe el menor riesgo de encontrarse en otra película con alguien parecido al Bertrand de "El amante del amor". Quizás no sea ésta su mejor película, pero sí mi preferida. Más complejas son "Julio y Jaime" y "La historia de Adela H". pero Bertrand tiene algo que cautiva algo parecido a lo que caracteriza a 1 mayoría de los protagonistas de Truffaut pero que él lo vive de una forma muy especial: la fuerza para vivir en amor más allá de las normas, de los rituales y de las convenciones. "La piernas de las mujeres son los compases que le dan equilibrio al mundo" esta frase sólo puede salir de boca de Bertrand y sólo puede sonar verosímil en esa película, "El amante del amor", cuyo título original es todavía más diciente: "El hombre que amó a las mujeres".
Pensándolo bien es una injusticia dejar por fuera a "La noche americana", esa película en que se mezclan realidad y ficción, que descarna con la fineza de un taxidermista lo que hay de mentira en el cine y cómo de esa mentira surge la realidad.
Ahora quisiera seguir adelante y, con riesgo de cansar al lector, nombrar todas las películas de Truffaut, todas menos "Farenheit 451" unica obra en que el autor estaba más preocupado por la temática y el mensaje que por la construcción de los personajes. Sin embargo "Farenheit" tiene a su favor el final, uno de esos finales desconcertantes de Truffaut: cuando uno cree que la película se dirige con firmeza hacia la crítica a la tecnología como masificadora, alienante e instrumento de control, contraponiéndola al libro como factor de cultura, llega al final que voltea todas las previsiones: aquellos hombres convertidos en libros son la negación del mito según el cual la lectura es actividad y la percepcion de imágenes en la pantalla es pasividad.
Así son los finales de Truffaut. Y cuando no es así entonces es la actitud del personaje lo que desconcierta, como cuando el joven de "Amor a los 20 años" se queda tranquilo mirando televisión mientras la joven por la que tanto luchó se va con un amigo. En otras ocasiones es la muerte, en "Tiradle al pianista", en "Julio y Jaime", en "Adela H", en "El amante del amor", en "La piel dulce", en "La novia vestía de negro". Muerte que es el fracaso de una empresa que se intentó sin economizar energías, empresa que casi siempre es búsqueda o propuesta de nuevas formas de amar, ruptura de normas sociales que regulan el amor, pero un fracaso que lleva en sus entrañas la fuerza del pionero que abre camino a la sociedad del futuro.
Truffaut fue un enamorado de la obra de Alfred Hitchcock. Siempre lo tuvo como maestro. En su libro "El cine según Hitchcock" caracteriza al director inglés por la capacidad de dramatizar lo trivial y de definir los sentimientos sin necesidad de palabras. Lo que no dice Truffaut es que él asimiló con creces esta cualidad de su maestro. Por eso uno y otro nos dejaron un cine de detalles, de gestos, de miradas, un cine que nos cuenta anécdotas que en sí mismas tienen fuerza suficiente para seducir al espectador y que, simultáneamente, se convierten en el apoyo para indagar al hombre: allá donde lo personal integra lo social o resiste a sus condicionamientos. Ojalá se organicen ahora ciclos sobre Truffaut donde se pueda apreciar la profundidad de su concepción del hombre situado en la sociedad.
Truffaut ha muerto. No volveremos a ver otro Antonio como el de "400 golpes" o el de "Besos robados".
Hitchcock y Buñuel habían cumplido un ciclo de 80 años al abandonarnos.
Truffaut nos queda debiendo 30 años y otras tantas películas. Será difícil que surja ahora otro director que ame y haga amar tanto a sus personajes, inclusive a uno tan antipático como el teniente Pinson de "La historia de Adela H". -
-Hernando Martínez Pardo -