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LOS COLORES DE MOMO

El Museo de Arte Moderno, de Bogotá, emprende una retrospectiva del pintor samario Hernando del Villar, uno de los artistas más irreverentes del arte colombiano.

16 de septiembre de 1991

LOS CUADROS DE MOMO DEBIERON PERMANECER VARIOS DIAS en cuidados intensivos. Ahora están listos para la gran retrospectiva del artista samario que inaugura esta semana el Museo de Arte Moderno, de Bogotá. Fallecido en 1989, el pintor Hernando del Villar más conocido en el círculo artístico como Momo pertenece a una generación irreverente, que él mismo describió alguna vez como la generación del tan hablado amor, la más individualista, la mís anárquica, la mas llena de motivos, la menos maltratada, la más influenciada por las costumbres del pasado, la más huraña, la más irascible, la mis paranoica,. A su lado figurarán siempre, entre otros, Ana Mercedes Hoyos, Rafael Echeverry y Manolo Vellojín.
Detectados en colecciones privadas, o recuperados de bodegas familiares, buena parte de los lienzos de Momo se hallaba en condiciones lamentables. Deteriorados por el paso del tiempo, manchados, perforados, sucios y hasta rayados, los cuadros de vivo color del samario fueron, en primer lugar, evaluados por el grupo de restauradoras del museo, que encabeza María Claudia Sarmiento. Una vez elaborada la historia clínica pertinente de cada obra, se aplicaron tratamientos que fueron desde la aparentemente simple limpieza superficial, hasta la compleja reintegración de color, en algunos casos. Uno de los lienzos debió permanecer en este departamento por espacio de un mes: su historia semeja la de cualquier paciente de una clínica, e incluye descripción de deformaciones, análisis químicos y pruebas de laboratorio tales como cultivos de hongos y bacterias.
Es factible que el tratamiento de alguna de las obras haya tenido un costo superior al del propio cuadro. Pero valía la pena el esfuerzo, para que los colombianos pudieran enfrentarse con una muestra tan completa de uno de los artistas más destacados de la segunda mitad del siglo... aunque su nombre no sea uno de los más recordados. Hernando del Villar tradujo el Caribe en los términos de la vanguardia universal. Primero pintó la figura a la manera pop vale la pena recordar un título que da la idea de su carácter festivo:
María Tomasa la resbalosa sufrió un desmayo cuando el temblor. Entró luego en un proceso de esquematización que lo llevó a establecer como derroteros de su obra la abstracción y la geometría.
Finalmente logró una simbiosis de estas dos épocas anteriores. El curador del MAM, Eduardo Serrano, comenta al respecto: Momo regresa a la representación, sin abandonar las formas geométricas, y se concentra ya no en la figura humana sino en el paisaje. Son obras en las que el sol, la luna, las montañas, el mar, el cielo azul y el aire puro se ofrecen resumidos, meditados. Y en todas las épocas, del Villar fue un colorista de excepcionales condiciones.
También fue Momo uno de los pioneros en el empleo artístico de la serigrafía.
Al fin y al cabo habían encontrado en esta técnica algunos escultores norteamericanos del pop la manera ideal para que el arte llegara a más gente.
Sus últimos trabajos muestran complejas planimetrías de ciudades del trópico que, llevadas al grabado, requerían más de 25 tirajes, por la ambiciosa gama cromática empleada. En estos se aprecia la arquitectura, la fauna y la flora representados con lo más condensado de su espíritu geométrico. Y el mar, la eterna poesía de Momo, pintado en todos los colores en los que su alma caribe se lo permitía ver en cada atardecer.