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LOS HIJOS DE LA CALLE

Una dura y polémica propuesta sobre la venganza como alternativa de lucha contra la injusticia.

10 de marzo de 1997

Director: Barry Levinson Protagonistas: Brad Pitt, Robert De Niro, Kevin Bacon, Jason Patric, Dustin Hoffman, Vittorio Gassman, Bruno Kirby, Joe Perrino, Brad Renfo, Geoffrey Wigdor, Jonathan Tucker La situación no puede ser más polémica. Un grupo de jóvenes, llevados a un centro de reclusión juvenil a pagar condena por una diablura que casi termina en tragedia, es sometido durante año y medio a las más brutales formas de torturas morales y físicas por cuenta de los apetitos sexuales de sus carceleros. Cerca de 20 años más tarde la torta se voltea y estos jóvenes, ya maduros, llevarán a cabo su venganza utilizando, incluso, al propio sistema judicial estadounidense para cumplir con su cometido. Con un reparto que reúne a Brad Pitt, Robert De Niro, Dustin Hoffman y Vittorio Gassman entre sus protagonistas, Los hijos de la calle (Sleepers) es la adaptación cinematográfica de la novela del periodista Lorenzo Carcaterra acerca de su propia experiencia, y la de sus amigos, en una prisión para jóvenes. El libro no sólo se convirtió en un best seller en 1995, sino que armó una dura controversia alrededor de la moralidad en la manipulación de la justicia para cobrar venganza. Dos de los amigos de Lorenzo (Jason Patrick), ya mayores, son acusados de asesinar al carcelero que tiempo atrás los había violado de las más diversas maneras cuando apenas eran unos niños. Sus compañeros de tortura, Michael (Brad Pitt) y el propio Lorenzo, abogado y periodista respectivamente, idearán un plan para vengarse de sus verdugos morales y del tribunal de justicia. Todo esto con la ayuda de un sacerdote (De Niro) que los conoció de niños y ahora está dispuesto a demostrar que, en esta ocasión, y sólo en ésta, el fin justifica los medios. La película de Barry Levinson _el mismo de Avalon, Bugsy y Rain Man va hilvanándose con intensidad desgarradora durante la primera media hora, cuando los niños se convierten en juguetes de sus carceleros. Con una depurada técnica de iluminación y de manejo actoral, el director logra mostrar toda la tragedia de los acontecimientos sin necesidad de recurrir a las tomas directas. Sin embargo toda esta agresividad cambia de pronto en la segunda parte, cuando los niños han crecido y planean su venganza. El montaje del juicio para definirlo a su favor y la serie de maquinaciones para ajustar las cuentas con los demás miembros de ese club de sádicos guardianes son situaciones tan amañadas y confusas que parecen imposibles de creer. Si no fuera por la sorprendente actuación de Dustin Hoffman, en el papel del alcohólico y mediocre abogado defensor, por la elegancia de esa leyenda llamada Vittorio Gassman (el actor de Perfume de mujer, de Vittorio de Sica) y el talento de Robert De Niro, la última hora se perdería en un mar de debilidades. Pero más allá de sus defectos técnicos, con seguridad lo que más llama la atención de esta película es su posición moral. Una posición que dará mucho de qué hablar de ahora en adelante.