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Un grupo de magos, liderado por Daniel Atlas (Jesse Eisenberg, derecha), intentará un truco maestro: robar un banco de máxima seguridad.

CINE

Los ilusionistas

Este ‘thriller’ sobre cuatro magos y sus trucos criminales está lleno de giros inesperados, que no necesariamente sorprenden. **1/2

Manuel Kalmanovitz G.
3 de agosto de 2013

Título original: Now You See Me
Año: 2013
País: Estados Unidos
Director: Louis Leterrier
Guion: Ed Solomon, Boaz Yakin y Edward Ricourt
Actores: Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Mélanie Laurent, Isla Fisher y Morgan Freeman.  

Los ilusionistas demuestra el valor de los buenos ingredientes. Los actores, en particular, son simpáticos y atractivos y las relaciones entre ellos, que en manos menos carismáticas serían la clase de cosa que se puede ver a diario en la televisión sin que emocione o sorprenda, tienen algo dinámico y divertido.

La película existe en tres planos. Hay un grupo de cuatro magos no demasiado exitosos reclutados por una figura misteriosa y encapuchada. Están Daniel Atlas (Jesse Eisenberg), que es un neurótico prestidigitador de cartas; Henley Reeves (Isla Fisher) que hace sus números en bares mal iluminados pero elegantes; Merritt McKeeney (Woody Harrelson) que se especializa en mentalismo e hipnosis, y Jack Wilder (Dave Franco) que estafa a incautos en la calle.

Tras ser reclutados, los  magos montan un gran espectáculo en Las Vegas. Anuncian con bombos y platillos que robarán en vivo el banco de uno de los asistentes. Y, llegada la hora, eso hacen y los billetes de euro vuelan sobre la audiencia emocionada (el banco elegido está en París).

Ahí entra el segundo eje, los policías encargados de entender qué han hecho los ilusionistas (Mark Ruffalo y Mélanie Laurent). Y el tercero, (Morgan Freeman) que es un curtido desenmascarador de magos con un programa de televisión y que no se decide del todo a ayudar a la Policía, pero que repite ominosamente que los magos le llevan la ventaja y que cualquier rastro que dejen solo busca despistar.

Y, se cumple; el despiste es más o menos total. La película se anuncia desde la publicidad como poseedora de un carácter inesperado, con giros imprevisibles y sorpresas imposibles de adivinar. Queda una duda básica que anuncios y premisas no aclaran: ¿tiene algo positivo, en sí mismo, lo inesperado, imprevisible e inadivinable? ¿No resulta más dramático y emocionante lo que se ve venir y aún así no se puede detener?

Más allá de la sorpresa, la película funciona por la química que hay en el elenco. Desafortunadamente, como tiene tantos ejes, toca contentarse con pequeñas dosis de cada cosa. Lo que en un principio parece ser fundamental, o sea las relaciones entre los magos y sus especialidades, se abandona rápidamente  para mostrar lo que sucede entre los policías y entre la ley y los supuestos ladrones.

El choque entre la neurosis de uno y el desenfado del otro, mediado por la chica con un leve vestidito de lentejuelas, quedará para otra ocasión. Más que cualquiera de los magos, la película brilla gracias a Mark Ruffalo que aporta una mezcla conmovedora de exasperación, descuido y vulnerabilidad. Por lo general es un gusto verlo y Los ilusionistas no es la excepción.

Para terminar hay un detalle terriblemente deprimente: las magias todas, sin excepción, tienen que ver con dinero. Estamos ante una película que supuestamente puede tomarse la licencia de explorar lo inverosímil, de imaginarse cosas imposibles, de pensar en lo maravilloso, pero que lo único que logra imaginar es dinero, dinero y dinero.

CARTELERA

**** Excelente    *** 1/2 Muy buena    *** Buena    ** 1/2 Aceptable   ** Regular    * Mala   

Blancanieves ***

Versión española del cuento de hadas ambientada en los años veinte, muda y en blanco y negro.

La parte de los ángeles ***
Unos jóvenes marginales de Glasgow encuentran una nueva oportunidad en el mercado del whisky sofisticado. Dirigida por Ken Loach.

Wolverine Inmortal **
El más peludo de los mutantes, Wolverine, va a Japón buscando su mortalidad.

21, la gran fiesta *1/2
Copia al carbón de ¿Qué pasó anoche? que reemplaza a los treintañeros inmaduros por veinteañeros.