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LOS PICAPIEDRA

A pesar de costar 50 millones de dólares, 'Los Picapiedra' en vivo no superan a los animados.

25 de julio de 1994

DEL SALTO MORtal del dibujo animado al cine de carne y hueso son pocos los personajes que se han salvado. Batman fue uno de ellos y no le dejó ni un rasguño financiero. La encarnación del héroe de papel en la figura fresca de Michael Keaton, que le dio un rostro más humano a la justicia nocturna del murciélago y revivió con estilo una leyenda olvidada, fue un éxito taquillero de millones de dólares.
Pero al pobre Pablo Picapiedra y a su amigo entrañable, Pedro Mármol, la metamorfosis, si bien no los va a llevar a la quiebra, no cumple las expectativas. La superproducción cinematográfica del director Brian Levant(Beethoven), realizada a un precio de 50 millones de dólares con el respaldo del propio Steven Spielberg a través de su productora Amblin Entertainment, es verdaderamente una costosa demostración de que hay dibujos que no pueden meterse en un artista, ni artistas que puedan hacerse dibujos, por más barniz y utilería sintética que se use para parecerse a sus moldes.
En ese salto mortal cayeron Los Picapiedra. El humanizador los dejó en la mitad del camino sin saber además para quién debían actuar, pues los niños no se aguantan la cinta completa y son pocos los adultos que la disfrutan. Una cosa es contar una historia en dibujos animados en media hora y otra muy distinta relatarla en más de 90 minutos con personajes reales. Y al parecer, el guión se quedó corto en este sentido.
La película, que se anunciaba como un éxito rotundo de temporada en Estados Unidos, ha sido relegada a una entretenida comedia de verano que a pesar de haber obtenido una buena recaudación, después de su estreno no ha llenado una sola sala de cine.
La explicación es clara. El gran atractivo de Los Picapiedra de dibujo ha sido siempre los ingeniosos inventos de Hanna Barbera: el famoso tocadiscos con aguja de pico de papagallo, la podadora de césped de muelas de cangrejo, el carro de pie, y otros aparatos y máquinas modernas movidos por animales paleolíticos que tienen en común quejarse del exceso de trabajo y de la estupidez de los humanos. En la película de Levant, con excepción de una brevísima pero afortunada imagen de un pajarraco prehistórico que sirve de avión de pasajeros y un marrano triturador de comidas en el lavaplatos de Vilma, los inventos cavernícolas de la película no tienen la suficiente fuerza y flexibilidad del dibujo animado para sorprender al espectador. Para complicar aún más las cosas, el guión del filme está relacionado con trampas financieras que difícilmente serán comprendidas por niños menores de 10 años.
Protagonizada por John Goodman y Elizabeth Perkins, y alimentada por la presencia de la leyenda de Hollywood, Elizabeth Taylor, la película narra las experiencias cotidianas de Pedro, Vilma, Betty y Pablo en una Edad de Piedra modernizada. El escenario y las máquinas animadas fueron un dolor de cabeza para los productores, quienes, llevados de la mano de Spielberg, lograron resolver con retratos fieles al dibujo original. Pero tanta maravilla resultó escasa para las expectativas creadas.
En cuanto a los personajes, no cabe duda de que Goodman se roba el show, por su sorprendente parecido con el Pedro de las caricaturas. Pero, en contraste, el forzudo hijo adoptivo de los Mármol está protagonizado por un niño con un rostro tierno que a todas luces resulta incompatible con la graciosa maldad del verdadero Bam Bam. Para muchos, los trucos técnicos utilizados para darle verosimilitud a su extraña fuerza no pueden disimular que el niño tendría mejor futuro en las lozanas propagandas de leche Klim.
Pese a que la producción es toda una fantasía escenográfica y Mímica, Los picapiedra no pasa de ser una cinta atractiva por la curiosidad que suscita ver a Piedradura y sus habitantes en vivo. Pero si la idea era superar el dibujo animado, esta vez la realidad ha perdido la pelea. -