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LUNA A COLOR

La caligrafía y su obsesión por los paisajes desérticos son las características de la pintura de Luis <BR>Luna. Esta semana se exhibirá su obra en el Centro Venezolano de Cultura.

25 de octubre de 1999

Para el artista Luis Luna la pintura es espontánea. Cuando se dispone a trabajar apenas tiene
una vaga idea de lo que quiere hacer. Muchas veces sabe la gama de colores que va a emplear y casi
siempre da rienda suelta a su imaginación cuando elige una frase dentro de sus lecturas favoritas. Luna
confiesa que esa frase que da inicio a alguna de sus obras puede ser borrada una vez el cuadro vaya
adquiriendo nuevas formas. Pero para él es un punto de partida inevitable. Es precisamente la caligrafía una
de las principales características en su pintura. Siempre ha admirado la fuerza que Goya le imprimió a sus
grabados al agregarles un texto, y por ello no duda en afirmar que la palabra y la pintura deben ir ligadas
siempre. Su propósito es darle igual jerarquía al texto y al color. Advierte que en su obra no sólo hay que
mirar el significado de lo que escribe sino el contexto pictórico en donde se hallen las palabras. "En algunas
pinturas las frases pueden representar unas líneas de división, una frontera. Las frases van creando territorios.
El espectador tiene que hacer un esfuerzo de asociación", asegura Luna.Las referencias literarias que ha
empleado en su obra son tan diversas que van desde textos de Alvaro Mutis, pasando por Las crónicas de
indias, hasta El libro de Apolonio del siglo XIII. En su más reciente exposición, en la Galería Diners de Bogotá,
sus pinturas tenían citas de El Carnero, de poemas de Juan de Castellanos y de libros del médico
español Juan de Cárdenas, que vivió en México en el siglo XVII. Luna explica la elección de sus textos:
"Me encanta la literatura antigua, en especial la española, por la lógica que maneja y porque hay ciertas
cosas que uno no entiende a pesar de ser el idioma nuestro".Otro rasgo característico de su obra es la
constante aparición del color amarillo. Según él, es el que mejor le permite representar los paisajes
desérticos que siempre tiene en mente, "es el color con el que más cómodo me siento, el amarillo se puede
volver arena como también se puede volver oro. Tiene esa capacidad de transformarse. Me gusta su
flexibilidad y su capacidad de cambio".Su fascinación por el desierto y por los temas bíblicos se
remonta a la exposición 'Los pinceles fugados', que realizó en Alemania hace 15 años. Desde entonces esa
ha sido su constante. No en vano decidió irse a vivir a Villa de Leiva para contemplar los paisajes
semidesérticos de la región. El rojo y el negro complementan perfectamente su propósito. "Hay algo muy
mío que se acerca a ese paisaje y a esos colores que salen casi sin explicación cuando quiero
expresarme. Yo no me he apropiado de los colores, los colores se han apropiado de mí", confiesa el
artista.Su trabajo sobre vidrio también ha sido muy exaltado por la crítica. Luna dice al respecto: "El vidrio para
mí es como un equivalente gráfico de la pintura. Mis cuadros buscan la luz, y el vidrio es pura luz, siempre la
está transmitiendo. El vidrio le da otras dimensiones al proceso creativo". Luego de su éxito en la Galería
Diners la exposición, que abrirá sus puertas en el Centro Venezolano de Cultura a partir de este 29 de
septiembre, será una nueva oportunidad para acercarse a uno de los artistas más destacados en los últimos
años en Colombia.