Fotografía
“Muchas de estas escenas debían conocer la luz del día”: León Darío Peláez, Premio Nacional de Fotografía 2025
El experimentado fotoperiodista fue reconocido por ‘Nos marchamos para regresar’, un trabajo en el que entremezcla sensibilidad, visiones y un amplio recorrido en el territorio wayú. Compartimos su trabajo y las palabras con las que lo presenta.
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El Premio Nacional de Fotografía se otorga a fotógrafos y artistas plásticos y visuales mayores de 40 años, con más de diez años de experiencia, como reconocimiento a sus aportes al fortalecimiento de la cultura visual en Colombia. En 2025 lo recibieron León Darío Peláez Sánchez (Medellín), fotoperiodista con más de tres décadas de trayectoria (varias en esta revista), y Agustina Lallana Blanco (Bogotá), artista visual cuya obra reflexiona sobre la identidad, la tradición y la transformación cultural en contextos locales. Aplaudiendo lo de ambos, SEMANA dedica estas páginas a Nos marchamos para regresar, el trabajo del antioqueño, que ha realizado 12 exposiciones individuales.

En sus palabras, este es un proyecto inédito impulsado por una reflexión que lo impactó después de un sueño. En este, la comunidad indígena wayú que habita la península de La Guajira había desaparecido. “Nadie volvió a verlos en sus territorios. Sus rancherías quedaron abandonadas, al igual que sus escuelas y hospitales. Los apalaanchi o pescadores también partieron sin dejar rastro, y sus canoas y atarrayas reposan en la orilla como huellas silenciosas”, explica Peláez.


“Se sabe que los arijunas representaban el poder de los hombres blancos que mandaban desde la capital y que solo estaban interesados en sus tierras por la riqueza de sus minerales; de ahí la decisión de exterminarlos”, explica, en un tono tan poético como directo. “Secaron sus ríos para dar riego y agua a las grandes industrias. La sed y el hambre los estaban arrasando. Pestes y pandemias desconocidas también los atacaban sin poderse defender en medio de un desierto agreste y lleno de espinas. Sus animales deambulaban contra el viento sin pastor; otros morían de sed y desamparo. Como si fuera poco, la violencia guerrillera y paramilitar entró en sus vidas de la mano del narcotráfico, haciéndolos completamente vulnerables”.


No es necesario que lo recalque en este punto, pero León Darío indica que “el sueño era terrorífico y las imágenes de desolación daban pena”. Aun así, del drama profundo y real en tierras y gentes por demasiado tiempo olvidadas, cosecha una metáfora más y siembra una esperanza. “A pesar de todo, había quienes aseguraban que de todas las provincias los vieron huir hacia el norte, hasta el Cabo de la Vela, lugar sagrado para ellos. Los más atrevidos confirmaron que los vieron convertirse en gaviotas y volar muy alto para planear su regreso triunfal, pues veían a los humanos como hormigas. Soñaban con hacer pirámides de sal más altas que las de Egipto y tallar en carbón de piedra figuras antropomorfas wayús más finas, fuertes y altas que las de mármol en el Imperio romano”. Entendemos que sus imágenes son poesía, y sus palabras, también.

El sueño marcó un camino y una curaduría. “Al despertar, triste y temeroso –prosigue el fotógrafo–, pensé por varias horas en todas esas vivencias e imágenes de viajes que había realizado en este territorio. Acudí a mi archivo fotográfico con paciencia hasta encontrar esos recuerdos que acababa de soñar en viejos negativos y en reveladoras fotos. Sabía que muchas de estas escenas estaban guardadas con recelo, algunas por más de 28 años, y debían conocer la luz del día. También comencé a entender el valor de las cosas que se guardan con amor para poder entender y compartir la esencia de nuestro territorio y el coraje de sus habitantes”, concluye. Quienes hemos tenido el honor de trabajar con él, damos fe de cómo aborda lugares y sujetos desde un ojo supremo, pero, ante todo, una calidez capaz de derrumbar defensas y hacernos entender como seres humanos.

Desde 1985, León Darío ha trabajado como fotoperiodista en diferentes medios, como el periódico El Mundo de Medellín y el diario El Tiempo de Bogotá. Tres veces jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, fue editor de fotografía de la revista SEMANA de 1997 a 2020. En la actualidad, es editor, gestor cultural y fotoperiodista independiente.




