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Museos para las masas

En las últimas cuatro décadas han abundado en Colombia exposiciones importantes pero sólo ahora el público está respondiendo masivamente. ¿A qué se debe este fenómeno?

28 de octubre de 2002

Tal vez en Nueva York o en alguna ciudad europea la imagen no sorprenda a nadie pero en Colombia sí puede parecer todo un acontecimiento: decenas de personas esperan con ansiedad, en medio de una fila de dos o hasta tres cuadras, su turno para entrar a un museo. Y sorprende más cuando se sabe que no es la escena propia de un día específico sino la que se repite durante casi tres meses. Eso fue lo que pasó con las más de 130.000 personas que, hasta el último minuto, formaron largas colas alrededor de la Casa de Moneda antes de presenciar la muestra de la colección privada del alemán Gustav Rau. Tal vez hace algún tiempo nadie daba un peso porque una imagen así se viviera en Colombia. Pero las cosas han ido cambiando desde hace algunos años. En 2000 la exposición de unas pocas obras de Pablo Picasso tuvo una respuesta masiva del público similar a la que se tuvo con la de Rau, con una asistencia de 120.000 visitantes al Museo Nacional.

Lo mismo sucedió el año pasado con muestras importantes como la del mexicano Diego Rivera en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MamBo) y el venezolano Jesús Rafael Soto, con más de 75.000 espectadores cada una (ver recuadro). El Museo Botero de Bogotá, que abrió sus puertas a finales de 2000, ha recibido hasta la semana pasada a 820.415 espectadores. Y qué decir del Museo de Antioquía que, según su directora, Pilar Velilla, en 2001 recibió a más de 500.000 personas, cifra que podría aumentar cuando el Museo presente la exposición 'Rembrandt. Grabados' que también estuvo en el Museo Nacional de Bogotá.

Se fue Rau, llegó Rembrandt y, como si fuera poco, en el MamBo se exhiben fotografías del francés Henri Cartier-Bresson, mientras que en la Biblioteca Luis Angel Arango acaba de inaugurarse una exposición de Iconos Rusos provenientes de la Galería Tretyakof de Moscú y a la que se espera la visita de más de 60.000 visitantes. "En Europa una buena exposición, que no sea en museos como el Louvre, que puede albergar a miles de personas, tiene un promedio de 30.000 ó 40.000 asistentes. Aquí en Colombia estamos alcanzando ese promedio", comenta Jorge Orlando Melo, director de la Biblioteca Luis Angel Arango.

Es innegable que el público está reaccionando de manera diferente a como lo hacía algunos años atrás a pesar de que las buenas exposiciones no han faltado en Colombia (ver recuadro). "Aquí la gente se emocionó mucho con la exposición de Picasso hace dos años, pero nadie recuerda que yo he traído también varias veces a Picasso, comenta Gloria Zea, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Me acuerdo de una gran exposición de surrealistas que venía del Museo de Arte Moderno de Nueva York y la asistencia inexplicablemente fue muy pobre", comenta la maestra Beatriz González. ¿Entonces por qué ahora la gente acude con más entusiasmo?

Para Elvira Cuervo de Jaramillo, directora del Museo Nacional, la razón fundamental es el énfasis en nuevas estrategias de mercadeo y divulgación. "Cuando vino Picasso logramos que se rodara en el museo un capítulo de la telenovela 'Betty, la Fea'. Al otro día que salió el capítulo al aire tuvimos la asistencia más alta a esa exposición. Yo pienso que el arte tiene que volverse tan atractivo como ir, por ejemplo, a un partido de fútbol. Nuestro interés es que cada año la asistencia aumente. Yo puedo traer los tesoros del Vaticano pero si no hay publicidad en televisión no viene nadie", dice. El año pasado, mientras se celebraba un concierto de Juanes y Aterciopelados enfrente del museo, pantallas gigantes mostraban piezas de su colección permanente. "Ese día hubo mucho público joven que vio por primera vez lo que había adentro del museo", dice.

La gran respuesta del público, para muchos, se debe a la publicidad que ahora están teniendo las exposiciones. "Cuando vino la exposición del Museo de Arte de Sao Paulo, a la Luis Angel Arango, que traía una obra de Van Gogh, un Picasso y otra serie de piezas por el estilo no me acuerdo de un despliegue publicitario ni medianamente comparable al de Picasso o Rau", comenta Jaime Cerón, curador del Instituto de Cultura y Turismo.

Cercanos a la gente

Un hecho positivo ha sido el interés de todos los museos de acercar a todo tipo de público a sus salas. El Museo de Antioquia, por ejemplo, con su programa 'Este domingo el Museo es del?' ha recibido a los estratos más bajos de Medellín. "Cada semana nosotros mismos recogemos a 1.500 personas de los barrios más marginados y los llevamos hasta el museo", dice Pilar Velilla. Lo mismo ha sucedido con el programa 'Gozar el museo', en el que los jóvenes han podido disfrutar de las salas de una manera no académica.

Programas similares ha adelantado el Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá. Al lado del Ministerio de Cultura instauró, desde 1999, 'Siga, esta es su casa', que permite cada domingo la visita gratuita a todos los museos de Bogotá. Y con Bienestar Familiar se creó 'Habitante de la calle', a través del cual se ha llevado a 3.000 mendigos a los principales museos de la capital. "El sistema escolar también se ha fortalecido y cada vez más trabajamos en llave con maestros de colegios. Eso ha permitido que los niños las disfruten más", dice Melo. En varias exposiciones, como las de Picasso y Rau, los niños disponían de un salón de juegos que les permitía interactuar con maquetas en tres dimensiones de algunas de las obras expuestas, una manera muy sugestiva de presentarlas característiocas de cada pintor, su obra y su tiempo.

Para Elvira Cuervo también ha sido fundamental la participación de la empresa privada. El 78 por ciento del costo de la muestra Rau estuvo financiada por las entidades privadas. "Estos eventos están reuniendo entre 60.000 y 70.000 personas y eso ya resulta atractivo para ellos", dice. Pero detrás de estas estimulantes noticias que buscan hacer de la pintura o la escultura algo más masivo no se puede establecer a ciencia cierta el verdadero comportamiento del público hacia el arte. La mayoría de las personas consultadas por SEMANA perciben un desconocimiento total de las colecciones permanentes de los museos por parte de los colombianos. "El museo está en capacidad de recibir el doble de las personas que la visitan", dice Cuervo. Es muy difícil evaluar, entonces, si detrás de la amplia divulgación, que también se debe al fortalecimiento de las oficinas de comunicaciones de los museos, se ha ido creando un verdadero interés por eventos artísticos o si muchos de los que asisten lo hacen por moda o porque sus profesores les programaron una visita.

Mientras los museos y los patrocinadores logren vender una imagen amable del gran Arte, con mayúsculas, siempre habrá gente dispuesta a hacer una fila de tres cuadras para ver arte del siglo XIV, impresionismo o pinturas abstractas.