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MUSICA PARA VER

Los discos pasan de moda y se imponen las video cintas

5 de marzo de 1984

El video-rock ha invadido las pantallas. Después de cuatro malos años tratando de cautivar al público norteamericano, por fin ha logrado imponerse entre una audiencia que no sobrepasa los 25 años. Para estos jóvenes, los discos son cosas del pasado y prefieren comprar videocintas en la que no sólo se puede escuchar al artista favorito, sino también verlo gesticular, gritar y saltar al ritmo compulsivo de la canción de moda. La música ya no se oye. Se mira. Todos quieren ver esa cortísima película de cinco o diez minutos donde Laurie Anderson, por ejemplo, despliega sus ropas espaciales y canta a Superman desde algún planeta imaginario. Quieren ver a David Bowie, el viejo cantante de los 60, algo amanerado pero todavía con su voz pastosa, entonando algún pedazo de Let's Dance, o a los patos animados del canadiense Mac Laren que danzan desaforadamente al ritmo del rock. Es como si la joven audiencia musical norteamericana se hubiera vuelto esclava de la confrontación visual de sus ídolos.
Sin embargo, para nadie es un secreto que detrás de esta aparentemente espontánea y juvenil moda, existe una hábil estrategia financiera. En los Estados Unidos el mercado musical ha estado dominado por las compañías multinacionales de discos que tradicionalmente han promovido a sus cantantes a través de cientos de estaciones de radio en todo el mundo. Luego de 1978, cuando el negocio disquero pareció haber llegado a su tope con la venta de 726 millones de álbumes, los ingresos de las compañías disminuyeron en un 10.2%. La música también había sido tocada por la recesión económica y se hacía necesario crear nuevos mecanismos publicitarios para salir del impasse.
Se volvió entonces a la idea de promover los discos a través de las películas. En Hollywood hubo un resurgimiento del género musical y proliferaron las películas del estilo de "Fiebre de sábado por la noche" que hacía que el público adquiriera el disco de los Bee Gees para poder bailar como John Travolta, o comprara e] disco de Olivia Newton-John después de verla actuar de quinceañera en Grease. A pesar del éxito, cada nueva película implicaba un proceso de producción lento y engorroso. Era preciso buscar otras formas promocionales mucho más ágiles.
Surgió la idea de producir un set televisado al que luego llamaron Vidblitz. Este empezó a ser utilizada en los clubs y en las discotecas desde 1980. Eran conciertos editados con luces multicolores e imágenes surrealistas con lo que se creaba una nueva versión de la canción, mientras la gente bebía y bailaba. Era sólo el comienzo. Actualmente existen más de 200 programas de video-rock y un canal de televisión por cable, MTV, que transmite durante las 24 horas del día cada una de las video-cintas que se van produciendo. La acogida ha sido impresionante, hasta el punto que Keith Richard, miembro de los Rolling Stones afirma: "es como si la televisión y el rock se hubieran casado". Estas cortas video-cintas son un híbrido entre los comerciales, las películas musicales y los conciertos en vivo, a las cuales las casas disqueras dedican cerca de 40.000 dólares del presupuesto de la publicidad de cada disco. Poco a poco, la promoción de estos últimos se ha ido desplazando de las emisoras de radio a las transmisiones por MTV. Para sólo nombrar un caso, cuando Michael Jackson grabó su disco Thriller vendió 2 millones de copias, pero después de que salió al mercado la video-cinta basada en el disco, donde él mismo actuaba, bailaba y cantaba disfrazado de monstruo barroco con el rostro pintado de verde, el disco vendió más de 15 millones de copias
Actualmente las video cintas están marcando las pautas de la línea musical. Al haberse apoderado de muchos de los elementos de la llamada cultura pop, son pocos los jóvenes que se pueden sustraer a su energia, a la nueva moda que crea, a los nuevos hábitos de consumo y, desde luego, a la nueva ropa que ha comenzado a invadir las vitrinas. La mayoría de las jóvenes se han dejado el hombro al descubierto para imitar a Jennifer Beals en Flashdance o se ponen las mismas ropas brillantes que Michael Jackson utiliza en Beat it. Pero más aún, con una efectiva utilización de la imagen, las video-cintas pueden hacer surgir ídolos de donde sólo hay una absoluta falta de talento musical."Durán Durán" una tímida banda inglesa le debe su éxito exclusivamente al video, pues más que sus canciones, lo que ha impactado a las jovencitas norteamericanas han sido sus rítmicos y sensuales movimientos de caderas. Con Billy Joel, el video también ha logrado milagros, pues para muchos sus canciones tienen una melodía floja que, sin embargo, al estar acompañadas de su imagen física, logran sobrevivir a su propia decadencia.
Lo anterior ha hecho que mucho no vean con buenos ojos esta moda del video, donde con el impacto de luces y sonidos se crean rutilantes burbujas de la nada, y se pregunten, con no poca nostalgia, sobre la generación de Woodstoock donde el rock estaba lleno de poesía, protesta, virtuosismo musical, a la vez que parecía crear una sensación de libertad entre los jóvenes. Esa generación ha envejecido y todo parece indicar que no tienen nada que hacer frente a los TV babies. Ahora la música es de los que televisen bien.