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El mexicano Gael García Bernal interpreta al publicista que ideó la campaña del No. Su idea fue hacerla muy festiva.

CINE

No

Nominada al premio Óscar a mejor película extranjera, esta cinta chilena muestra cómo un publicista ayudó a moldear el mensaje con el que la oposición derrotó a Pinochet en el plebiscito de 1988. ***

Manuel Kalmanovitz G.
16 de marzo de 2013

Título original: No

País: Chile
Año: 2012
Director: Pablo Larraín
Guión: Pedro Peirano, basado en la obra ‘El plebiscito’ de Antonio Skármeta.
Actores: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Luis Gnecco, Néstor Cantillana, Antonia Zegers. 

Esta es una película extraña visualmente. Fue filmada en los casetes que usaba la televisión en los ochenta (se llamaban ¾ y les daban a los blancos un brillo fantasmagórico e inestable) y tiene las proporciones de los televisores viejos. La idea del director Pablo Larraín era que su película se pudiera insertar en 1988, que las imágenes de la ficción se confundieran con los documentos audiovisuales de la época y que no se pudiera saber bien qué sucedía en el momento y qué se recreó.

No se sitúa en un punto clave de la historia chilena. En 1980, una asamblea constitucional estableció que en 1988 se haría un plebiscito para decidir si el dictador Augusto Pinochet seguiría otros ocho años en el poder o si se organizarían las primeras elecciones presidenciales desde el golpe de 1973. Los espectadores vemos la situación a través de René Saavedra (Gael García Bernal) un publicista que abre la película vendiéndole a sus clientes una propaganda de gaseosa. “No hay que olvidar que la ciudadanía ha subido sus exigencias en torno a la verdad, en torno a lo que le gusta. Hoy Chile piensa en su futuro”, les dice antes de ponerles un comercial de gente engominada y con hombreras bailando en un concierto.

¿No hay algo de desencanto en un comienzo así? ¿Qué tiene que ver el futuro con vender gaseosa? ¿Las exigencias por la verdad se sacian con bebidas burbujeantes? Larraín sabe que no y por eso la película es una mezcla extraña, una especie de celebración pesimista, conciente de que ni los logros ni los estragos de años de dictadura pueden deshacerse ya. Saavedra es un héroe incierto y distanciado, demasiado inmaduro y dubitativo para serlo a cabalidad: anda en monopatín por las calles, tiene una exesposa que vive haciéndose arrestar en manifestaciones y que desprecia su labor de publicista y un hijo con quien compite por los juguetes. 

El conflicto central de No, más que la lucha entre seguidores y opositores de Pinochet, está en las discusiones internas de los promotores del No, que deben decidir qué hacer con una franja de televisión de 15 minutos cada noche (a las 11 p.m.) donde podían presentar sus mensajes. Saavedra dice que deben ser innovadores y optimistas. La pregunta no es quién hizo el bien o el mal o qué sistema de gobierno quieren o se merecen, sino cómo vender la idea del No. No quiere que se reviva el dolor de los desaparecidos, que se señalen los excesos del régimen, que haya quejas y reclamos. Quiere mensajes positivos y seductores.

En el lado opuesto de la misma campaña están los militantes sufridos que no pueden entender que su dolor y rabia, que las injusticias vividas, no tengan cabida dentro de las técnicas emotivas e irracionales de la publicidad. Para ellos ganar sin poder hablar de lo sufrido, sin denunciar los atropellos, es una especie de derrota.

No es conciente del difícil choque entre estos dos mundos tan distintos, uno ligero y efectivo y el otro pesado y doloroso, y en su resolución resulta ser, debajo de las capas de humor, una película profundamente desencantada.

CARTELERA

**** Excelente     ***1/2 Muy buena      *** Buena      **1/2 Aceptable     ** Regular      * Mala   

El maestro ***1/2
Un hombre desubicado y un gurú en los años cincuenta son el centro de la nueva película de Paul Thomas Anderson. 

Mamá **1/2
Unas niñas abandonadas en la cabaña de un bosque durante años vuelven a la civilización en esta película de sobresaltos efectivos. 

Los ilegales **
Una familia de rudos contrabandistas sobrevive durante la prohibición, pero el elenco no es muy convincente.

Edificio Royal **
Esta película colombiana de ‘humor negro’ es caprichosa y absurda, aunque está bien actuada y fotografíada.