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Una serie que le le "mete muela" al espinoso tema del poder

26 de noviembre de 1984

Las series norteamericanas " Dinastia" y "Dallas" no solamente pusieron a trasnochar a los televidentes, sino que dejaron una herencia en el país: obligaron a los libretistas colombianos a "meterle muela" al escabroso tema del poder.
La intriga, la manipulación y las componendas son ahora el plato fuerte de la producción nacional en la televisión. "Los Ejecutivos" y "Ambiciones" son una muestra. Sin embargo, dejan de lado la relación directa entre el poder político y económico y no ponen el dedo en la llaga con la crudeza con que lo hace semanalmente "Operación Z", en el espacio de RTI "El Cuento del Domingo" .
Bajo la dirección de Alí Humar, con libreto de Javier Dario Restrepo y la actuación principal de Víctor Hugo Morant y Betty Rolando, este programa viene generando reacciones encontradas. Muchos aplauden la idea de llevar a la televisión una realidad diaria pero esquiva en series de esta naturaleza. El tema no sólo es el gancho de audiencia para los seguidores del "Cuento", sino la magnífica realización y ambientación en la que parece que no se ha escatimado ni en recursos económicos, ni humanos.
Los críticos de la serie argumentan que si se tuvo la osadía de llevar a la pantalla chica esta realidad, se ha debido ser más directo en el tratamiento de escenas como las de la tortura que se anuncian, pero que no se evidencian. También se critica la adaptación. Una carta aparecida recientemente en el diario El Tiempo, acusa al libretista de estar haciendo un mal y vulgar plagio del libro "Proteo" de Morris West.
SEGUNDO DEBUT
Javier Darío Restrepo, periodista
del "Noticiero 24 horas" y quien ya había debutado como libretista en esta serie con "La Canción del Verdugo", (que decepcionó a muchos que encontraron el libreto muy distante de la novela de Norman Mailer), habló al respecto con SEMANA: "Es muy difícil que los lectores de un libro queden satisfechos con una adaptación y más si se desconocen los problemas y limitaciones de este medio. En cuanto a "Operación Z", efectivamente la temática central se extrajo del libro "Proteo" de Morris West, que léí como seis veces. Pero, además, recogí información del libro de Jacobo Timerman, "Celda sin número, preso sin nombre", del testimonio de Geoffrey Jackson, embajador británico en el Uruguay, quien fue secuestrado por los Tupamaros y mantenido como rehén en una cárcel del pueblo de este grupo, las películas "Missing" y "Zeta" de Costa Gavras también hicieron parte del material consultado".
Andrés Aragón, el protagonista central de "Operación Z" es interpretado por Víctor Hugo Morant, quien a pesar de estar haciendo otros dos personajes diferentes: el doctor Pardito en "Don Chinche" y Juan Ramón Vargas en "Dejémonos de vainas", ha logrado dejar de lado estas dos caracterizaciones y como él anota, "la versatilidad del actor se demuestra precisamente en la capacidad para desempeñar cualquier papel con el mismo profesionalismo". En "Operación Z", Víctor Hugo Morant caracteriza al hombre número uno de un importante grupo financiero, que reúne en su casa a los poderosos de un país cualquiera, San Isidro, con el fin de crear un grupo que responda de manera filantrópica a los inmensos problemas sociales, "tender puentes de benevolencia", como dice Javier Darío Restrepo. Pero ante la poca efectividad de este recurso para poder vivir en paz, lo que se inicia es la extensión de la red secreta e internacional de "Z" a otro país, Santa Cruz.
El libreto desarrolla la impotencia de los poderosos, sus vidas solitarias, rodeadas siempre de enormes seguridades, así como la diaria desconfianza por todos los que los rodean, y los métodos crueles que emplean con aquéllos que se equivocan o los traicionan. El grupo se va conformando poco a poco con personas que se apartan de las tradicionales obras de beneficencia con las que habitualmente las oligarquías calman la conciencia, y se trazan objetivos políticos audaces y temerarios: sacar de las cárceles a todos los detenidos políticos, acabar con la tortura como método para obtener información, rescatar por su cuenta y riesgo a los secuestrados, ayudar a la caída de los regímenes políticos totalitarios. Todo esto, dice Javier Darío Restrepo, "es un poco el pan de cada día en la mayoría de los países latinoamericanos, aunque todavía no se den organizaciones tan estructuradas como la de "Operación Z". Hubo situaciones descritas en el libreto que tuvimos que variar, como el secuestro que se contaba de un hombre poderoso de apellido Domínguez, que padecía una grave enfermedad. A los pocos días de entregar el libreto fue secuestrado Abraham Domínez Vásquez, por lo que hubo que variar ese episodio un poco, para que no pareciera tomado de la realidad".
En cuanto al episodio en el que Andrés Aragón entregó a un organismo internacional los libros "blanco" (con los nombres de todos los narcotraficantes y sus operaciones) y "rojo" (con los de los secuestrados, desaparecidos y detenidos políticos), Javier Darío Restrepo aprovechó para mencionar el informe de Ernesto Sábato sobre los 8.800 casos de desaparecidos en Argentina.
Cada capítulo de "Operación Z" tiene por detrás muchas horas de trabajo y 50 cuartillas escritas-por Javier Darío Restrepo. Los seis capítulos de este Cuento se han gravado en 90 locaciones diferentes (todos exteriores), porque se ha querido ser lo más auténtico posible. Al frente de todo ha estado Claudia Gómez como productora ejecutiva, quien dice: "hicimos lo posible e imposible por encontrar escenarios adecuados al libreto. Así, un hotel tenía que ser un hotel, una piscina debía ser una piscina de verdad, el teatro un teatro real como el Colón. Pero nuestros problemas no sólo fueron de exteriores. La multiplicidad de personas obligó a contratar 40 actores en papeles de importancia y más de 50 extras. Con el vestuario fuimos también rigurosos.
Se crearon uniformes militares. Andrés Aragón no repite vestido y se le cuidan todos los detalles: desde los zapatos y las medias, hasta el pañuelo en el bolsillo. Su esposa e hija fueron vestidas con trajes de una afamada casa de modas".
"Operación Z" no pasará tanto a la historia como una de las series más costosas y con mayor porcentaje de grabación en exteriores, sino por haber roto el mito de producciones nacionales que aborden temas de palpitante actualidad. Como siempre será la Nielsen la que dé la última palabra.
¿Correspondió el esfuerzo a la audiencia?-
"LA DIRECCION DA UNA CIERTA INDEPENDENCIA".
Alí Humar, era hasta hace 4 años uno de los galanes imprescindibles de las telenovelas. Pero un día decidió cambiar de papel y debutó como director del Teatro Popular de Caracol, en donde permaneció por tres años. A comienzos del 84 Fernando Gómez Agudelo, presidente de RTI y además su amigo personal, le propuso asumir la dirección de "El Cuento del Domingo ", que ya había tenido otros directores. Era una especie de "prueba", sobre lo cual SEMANA lo interrogó.
SEMANA: ¿Cómo se ha sentido dirigiendo un espacio de tan alta sintoníá como es "El Cuento del Domingo "?
ALI HUMAR: Este ha sido, sin duda, uno de los retos más difíciles de mi vida. Venía con la experiencia del Teatro Caracol, en donae trabajé muy bien, pero sin tanta responsabilidad. Con "El Cuento del Domingo" debía tener presente la enorme audiencia del espacio, el hecho de estar trabajando con una de las programadoras más serias y exigentes y la amistad con Gómez Agudelo, que hacía el compromiso aún más difícil. A esto se sumaba el hecho de que yo era otro "ensayo". Si respondía, me quedaba: si no, sería relevado.
S.: Aunque las obras presentadas hasta hoy en este espacio han tocado diferentes temas, "La Canción del Verdugo " y "Operación Z", que han tenido como libretista a Javier Darío Restrepo, han sido muy controvertidas. ¿ Qué opina de su trabajo con este adaptador?
A. H.: Con "La Canción del Verdugo" hubo un mal comportamiento de parte mía. Dada la premura de tiempo, el libreto sólo lo tuvimos dos semanas antes de empezar a grabar. Tuve que hacer una readaptación, respetando el eje central pero variando situaciones, sin un previo aviso y sin coordinación con Javier Darío.
La verdad fue que en esa ocasión las cosas no salieron tan bien como esperábamos. En este trabajo, "Operación Z", la situación ha variado y, a pesar de que las adaptaciones de Javier Darío son más cinematográficas que de televisión, hemos tratado de seguir con fidelidad todas sus indicaciones. Cuando la situación es crítica nos reunimos para encontrar la solución conjuntamente.
S.: Los temas que trata "Operación Z": secuestros, presos políticos, torturas, desapariciones, problemas financieros, etc., ¿han tenido algún tipo de censura?
A. H.: No, en ningún momento. Yo pienso que muchas veces somos los mismos comunicadores quienes nos autocensuramos. Con "Operación Z" estamos mostrando básicamente que los excesos y la violencia, así sean de derecha o de izquierda, son en este momento repudiados en nuestro medio. El ambiente de diálogo y paz que ha propiciado Betancur es una muestra. Tratamos de ser, sí, excesivamente meticulosos en todos los detalles: hemos mandado hacer placas para los vehículos; todas las ciudades tienen nombres ficticios, sin embargo, dependiendo de la posición política de cada espectador, unos pueden pensar que el escenario es Cuba y otros cualquier otro país latinoamericano. Se han diseñado escudos, banderas y uniformes militares. Estamos convencidos de que intelectual y filosóficamente estos temas son un gran aporte.
S.: Por su entusiasmo se podría pensar que, en definitiva, no volverá usted a aparecer como galán. ¿Prefiere estar fuera de cámara?
A. H.: Yo he sido y sigo siendo actor. Pero no puedo negar que la dirección permite que uno rechace libretos que no le gusten. Como actor uno tiene que aceptar cualquier papel o si no se muere de hambre. La dirección da una cierta independencia, no sólo intelectual, sino económica, ya que la estabilidad salarial permite que uno se meta de lleno en esta actividad. -