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Otra de Vietnam

Brian de Palma, con la actuación de Michael Fox, retoma el conocido drama de la guerra y los jóvenes.

12 de febrero de 1990


"Pecados de Guerra"
Dirigida por Brian de Palma
Con Michael J.Fox y Sean Penna
Guión de David Rabe
En las películas del director Brian de Palma el espectador siempre es golpeado por una escena determinada que alimenta la atmósfera de violencia, terror, suspenso y humor negro que caracteriza sus historias: los cuchillos lanzados por la niña contra la asustada madre en "Carrie", el cochecito del bebé bajando los escalones de la estación mientras policías y mafiosos comienzan a dispararse mutuamente en "Los intocables"; la muchacha que por el espejo del ascensor descubre la peluca rubia del asesino en " Vestida para matar", el asesino que utiliza una sierra eléctrica para rematar a la modelo observada a través de un telescopio en "Doble de cuerpo", y, por supuesto, la apoteósica muerte, acribillado, de Al Pacino en lo alto de las majestuosas escaleras de su mansión en Miami, en las tomas finales de "Caracortada", la historia de un marielito ambicioso y torpe. Algo similar ocurre en su última película, con un Michael Fox testigo de las atrocidades y desmanes de la guerra.
Pocos realizadores tan rudos, explícitos y violentos como De Palma y su nueva película "Pecados de guerra", protagonizada por Michael J. Fox y Sean Penn -sobre un guión escrito por David Rabe, quien también estuvo en la guerra de Vietnam-, refleja las preocupaciones morales de un director para quien la culpa, el remordimiento y el castigo siempre han tenido enormes significados.
El 18 de octubre de 1969 apareció en la revista The New Yorker el primer informe sobre uno de los hechos más atroces de esa guerra: la destrucción de un pequeño poblado vietnamita a manos de un pelotón norteamericano, la violación y asesinato de una campesina y la corte marcial que siguió contra los responsables. De Palma leyó el artículo, se sintió conmovido con las circunstancias y en dos frustradas ocasiones intentó escribir el guión para una probable película. Diez años más tarde el guionista David Rabe, también interesado en el tema, le comentó al director sobre el proyecto pero De Palma tendría que esperar la bonanza profesional dejada por los 80 millones recaudados por "Los intocables" (la crónica de Elliot Ness y su pelea a muerte contra Capone en una Chicago nostálgica, donde Sean Connery se ganó un Oscar secundario por interpretar a un polícia irlandés) para poder interesar a uno de los grandes estudios. Habló con la Paramount y sus ejecutivos lo rechazaron. Estaban de Vietnam hasta la coronilla. Sin embargo, con la llegada de una interesante mujer a la presidencia ejecutiva de Columbia, Dawn Steel, en remplazo del británico David Puttnam, el proyecto revivió y se filmó a un costo cercano a los 25 millones de dólares. Indeciso, preocupado por las reacciones de críticos y espectadores que resultaron muy favorables después, De Palma cambió el final de la película en tres ocasiones. Después de películas como Platoon, "Nacido para matar", "Apocalipsis ahora", "Nacido el 4 de julio" y "El francotirador", entre otras, surge ahora la visión muy diferente que sobre el ser humano y su culpa, con el trasfondo de la guerra de Vietnam, ha logrado Brian de Palma.
Mientras "Pecados de guerra" se exhibe en todos los idiomas y espera alguna nominación al Oscar, el director avanza en los preparativos de su nueva película, basada en la novela "La hoguera de las vanidades", de Tom Wolfe.
La película parte de un hecho simple: el espectador ya está suficientemente informado sobre las atrocidades cometidas en Vietnam, ya conoce la amoralidad de esos soldados para quienes destruír, mentir, engañar y matar apenas son formas de sobrevivir en esa jungla de bambú y pantanos y está preparado para lo que viene. Aquí no hay simbolismos ni alegorías sobre la maldad de los soldados ni las consecuencias de la guerra. Se muestran los hechos.
Es la historia verídica de un soldado novato, Eriksson (Fox), el más inocente del escuadrón y quien a las tres semanas de estar en el frente de guerra sufre su primera conmoción al caer (es una de las escenas iniciales y dramáticas) dentro de una de las trincheras enemigas. Cuando está a punto de ser ultimado, se salva por la oportuna intervención de su superior Meserve (Penn). La muerte del encargado de la radio al atravesar una aldea supuestamente pacífica, desata los acontecimientos posteriores, incluyendo la detención, violación y asesinato de la muchacha. Eriksson, quien ha perdido la inocencia inicial, intenta detener a sus compañeros