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Los personajes de ‘Siempreviva’ coinciden en su tristeza e infortunio. Andrés Parra representa a un infeliz payaso que vive de pregonar menús de restaurantes y Laura García, a la madre de uno de los desaparecidos de Palacio. | Foto: Alex Mejía CMO Producciones

ESTRENO

Palacio de Justicia: la película que revive el dolor

El filme 'Siempreviva' narra la historia de seis personajes desdichados en la violenta toma del Palacio de Justicia. Se estrena el próximo 1 de octubre.

26 de septiembre de 2015

Francisco Lanao revivió el jueves pasado, en una sala de Cine Colombia de Bogotá, el triste 6 de noviembre de 1985. “Entre el público están algunos de los familiares de las víctimas de la toma del Palacio de Justicia… a ellos también les debo un agradecimiento”, aseguró el director caleño Klych López, en el preestreno de su ópera prima Siempreviva: la película que evoca el día en que la guerrilla del M-19 se tomó el mayor símbolo del poder judicial del país, y desencadenó una brutal respuesta de la Policía y el Ejército que provocó 111 muertes y 12 desapariciones. En el público estaba Francisco Lanao, esposo de Gloria Anzola, desaparecida. “Yo agradezco todo lo que se pueda hacer para mantener vivo este hecho hasta que se conozca la verdad”, dijo Lanao al final de la película, que se estrenará al público el próximo 1 de octubre.

Siempreviva –de CMO Producciones– es la adaptación cinematográfica de una de las obras más importantes del siglo XX del teatro colombiano, del mismo título, escrita por Miguel Torres. Narra la historia de seis desdichados que conviven en un inquilinato: un prestamista despiadado, un payaso maltratador que atrae clientes a restaurantes con un megáfono, una esposa sumisa, una madre soltera que tiene que lidiar con un hijo inútil, el hijo inútil y su hermana: una joven que acaba de recibirse de abogada.

El triste 6 de noviembre de 1985, aquella joven recién graduada, la alegre y afectiva Julietica (representada por Andrea Gómez), estaba haciendo un reemplazo en el Palacio de Justicia como cajera de la cafetería. Desaparece. Su historia en el cine revive el caso real de Cristina del Pilar Guarín Cortés, una de las 14 desaparecidas. “Darles caras a esas víctimas es lo más importante. Hacer que queden en la memoria. Decirles que no han sido olvidadas, que seguimos reclamando que se sepa la verdad”, dice Klych.

Cuenta Francisco Lanao que su esposa era sobrina de una funcionaria del palacio y todos los días llegaba hasta allí a estacionar su carro, para luego dirigirse a la oficina de abogados en la que trabajaba a unas cuadras. “Nosotros seguimos esperando la verdad. Y ejercicios como el de esta película ayudan, al menos, a traer memoria y a que la gente del común no tenga una versión equivocada: que los militares, héroes de la patria, entraron matando a todos los que eran bandoleros y terroristas”.

Siempreviva –que está acompañada del lema ‘Este no es un país serio’– da la sensación de haber sido grabada en un plano secuencia, en una toma infinita sin cortes ni maquillaje. “Klych estuvo en la casa con el director de fotografía y su asistente armando todos nuestros movimientos, esas coreografías que no estaban diseñadas simplemente desde un punto de vista estético y formal, sino que debían corresponder al sentido profundo de la obra”, dice Enrique Carriazo. “El tiempo real tiene el impacto, la carga emocional que se necesitaba –cuenya Klych–. Además, permitió la explosión actoral de ellos (Carriazo, Laura García, Alejandro Aguilar, Andrea Gómez, Andrés Parra y Laura Ramos)”.

“Ese planteamiento no permite ningún error –afirma Parra, el payaso infeliz–. Yo salía de rodar muy frustrado, intranquilo. En un plano secuencia no hay manera de ayudarle al actor, y hacíamos secuencias de hasta 16 minutos. Me planteó un reto actoral que no había tenido antes, tanto artístico como técnico”.

La vida de los seis personajes de Siempreviva transcurre en una casona antigua. Todo ocurre dentro de esta casa que se transforma, que se envejece, que está cargada de las desdichas de quienes la habitan y que, paradójicamente, es de una belleza inefable; una pintura. “Esta película tiene un duende, un ángel raro que nos acompañó desde que nos convocaron, desde que nos prohibieron el uso del celular, desde que el equipo técnico se sumió en un silencio sepulcral que nosotros respetamos… desde que nos apoderamos de esa casa la magia empezó”.