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Fernando González Pacheco presenta ‘Animalandia’, el programa más representativo de la televisión nacional. Álvaro Monroy Guzmán, uno de los padres de la radio y la televisión. | Foto: Daniel Reina

PATRIMONIO

Para rescatar la historia

Cuando se creía que la memoria audiovisual del país estaba embolatada, un proyecto empieza a recuperar buena parte de las imágenes y sonidos del pasado nacional.

5 de septiembre de 2015

"Acá está la historia del país”, se repite una y otra vez en las oficinas de Señal Memoria, entidad que tiene una gran tarea por delante: recuperar para los colombianos un total de 150.000 archivos audiovisuales que han marcado los 61 años de la televisión pública en el país y casi 100.000 sonoros de los 75 años de la Radio Nacional.

El camino es largo, complejo, lleno de tareas que requieren mucho rigor y cuidado para recuperar una memoria audiovisual que muchos creían perdida. Los técnicos de Señal Memoria, un proyecto de Radio Televisión de Colombia (RTVC) que surgió hace dos años, comienzan con limpiar las cintas o los discos que muchas veces encuentran con hongos, bacterias o, la mayoría de los casos, averiados por los años y por estar en lugares impropios para su conservación.

Luego toman el soporte original, VHS, Betacam o videocasete, y con una máquina lo adaptan a los formatos actuales para que se vean en la pantalla de los computadores. Una vez termina este proceso, un equipo de última tecnología sube el material a una plataforma virtual. Después lo incorporan en un catálogo que se ordena según temas, épocas y géneros. La idea es actualizarlo periódicamente para tenerlo disponible en la página web de Señal Memoria.

Es que la idea de este proyecto, según Tatiana Duplat, la directora de Señal Memoria, no se limita a rescatar y guardar todo ese material únicamente para RTVC: “Todo esto hace parte de la memoria de la gente”. Y revela la meta final del proceso: crear en internet una plataforma tipo Netflix en la que los colombianos tengan acceso gratuito, conozcan, escuchen y vean un archivo histórico invaluable. Este material no solo se podrá ver, sino también usar, con costo, para proyectos de académicos, realizaciones audiovisuales o periodísticas. Solo  cuando este proyecto sea un hecho –se calcula que en cinco años– se sabrá  qué tanto se pudo recuperar.

Por lo pronto ya se han rescatado varios archivos de voz de la radio nacional, como los saludos a sus familiares que enviaban los soldados colombianos que fueron a la guerra de Corea a inicios de los años cincuenta. También se puede oír el fervor con el que varias emisoras clandestinas invitaban a los liberales a vengar el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, lo mismo que  los audios que registran la emoción por la llegada del presidente de Estados Unidos John F. Kennedy a Colombia.

Y si se tiene una buena cantidad de material histórico, también se destaca otro que los colombianos quieren y recuerdan: los radioteatros para los que se adaptaban grandes clásicos como las obras de Shakespeare o las de Tennessee Williams. Y las clásicas colombianas como Romance de lobos, de Bernardo Romero Lozano, o La casa grande, de Álvaro Cepeda. Así mismo, se resaltan otros aportes a la cultura como los archivos de la  HJCK o los programas musicales de Otto de Greiff. En el catálogo igual aparecen espacios radiales entrañables como Los tolimenses. Y si el radioteatro y la música son inolvidables, qué decir de los audios que recogen las gestas de Lucho Herrera en el Tour de Francia y la Vuelta a España, las siempre emocionantes transmisiones de la Vuelta a Colombia o los combates de Happy Lora.

Sin embargo, en la televisión el proceso está menos avanzado que el de la radio. Por ahora ya se interviene  material de gran valor histórico, como las imágenes del momento en que una  mujer votó por primera vez en Colombia en 1957, la ceremonia de entrega del Nobel de Gabo, los discursos presidenciales, el cubrimiento de los procesos de paz entre los gobiernos y los grupos armados, la visita del papa Juan Pablo II, la tragedia de Armero o la toma del Palacio de Justicia. Incluso anécdotas simpáticas como el día en que el presidente Guillermo León Valencia gritó con entusiasmo en un brindis “¡Viva España!” ante la visita de su colega francés Charles de Gaulle en 1964.

También se resaltan series documentales de los años ochenta como Yurupari, de Gloria Triana, o Travesías, de Alfredo Molano. No se quedan atrás los teleteatros y programas inolvidables como Animalandia o El show de Jimmy. Y se tiene la esperanza de que series como Don Chinche o Dejémonos de vainas se recuperen. Por lo pronto, se salvan otros documentos no menos importantes “para que este país sometido al olvido tenga referencia de lo que hizo”, señala el director, guionista y actor Pepe Sánchez, recordado,
justamente, por ser el creador y director de Don Chinche.

Desde la radio también se celebra esta iniciativa. El periodista Juan Gossaín señala que “cuando los historiadores del futuro se interesen por nosotros accederán a los medios. Y de ahí la importancia de recuperar ese archivo sonoro y de imagen”.

En este proceso también será muy importante lo que pueda aportar el público en general, la gente que tenga material audiovisual histórico y quiera donarlo, prestarlo al servicio de esta iniciativa.

Sin embargo, aún quedan tareas pendientes. Uno de los procesos por adelantar es el de aclarar los derechos de autor para que el público acceda a los documentos sin problemas legales. En el caso de la televisión se hacen más evidentes los entuertos con ese tema, pues varias productoras de los programas que se grabaron en aquella época ya ni siquiera existen. Duplat resalta, sin embargo, que las personas que pueden tener las grabaciones han mostrado gran disposición frente al tema y espera que todo se pueda solucionar sin tanto problema.

Los resultados empiezan a verse. Ya se intervino y recuperó un 37 por ciento de audios que están en la Fonoteca, un espacio que se creó para proteger los archivos. Además, algunos de ellos se digitalizaron y ya están disponibles para el uso, por ahora, de académicos y realizadores. Mientras tanto, ya se intervino un 6 por ciento de los documentos televisivos, que  reposan en un nuevo edificio con el que Señal Memoria pretende garantizar a futuro las condiciones de temperatura y humedad necesarias para su conservación.

Las jornadas de trabajo en Señal Memoria son intensas. En medio de tapabocas, guantes, viejos sonidos y algunas imágenes olvidadas se reconstruye la memoria. Pues, como señala Juan  Gossaín, “esto para los jóvenes es un gran hallazgo, una revelación. Y para los viejos sería un gran regalo para la nostalgia”.