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"¿PRONTO, RAFAELLA?"

Un millonario contraro firmado por la show girl italiana Raffaella Carrá con la RAI, desata polémica.

9 de abril de 1984

Es una pequeña rubia, ágil y desparpajada, conocida como una show girl. Se trata de la italiana Raffaella Carrá quien actualmente conduce un programa, ¿Pronto, Rafaella?, en la primera red de la Radio Televisión Italiana al mediodía, un horario tradicionalmente considerado pobre en audiencia. Sin embargo, la menuda rubia ha logrado con su show, que mezcla música, entretenimientos y premios, conquistar una audiencia millonaria.
Durante los últimos días, la Carrá se ha convertido en tema de discusión que ha llevado a intervenir a tirios y troyanos, incluyendo hasta los más conocidos políticos. El motivo: la firma de un contrato millonario con la RAI. El primer ministro socialista Bettino Craxi, intervino personalmente en el problema y eso bastó para que el escándalo alcanzara cierta dimensión política. No faltaron las críticas no solo de la oposición comunista, sino también de sus aliados democristianos.
RAI UNO, temerosa de que la bailarina y cantante pudiera ser "robada" por alguna de las 20 cadenas privadas de primera línea (en Italia hay más de 400 estaciones de TV), se apresuró a firmar un contrato para los próximos tres años, en vista de que el que estaba vigente iba a vencer en mayo. El monto del contrato que señalan algunas versiones alcanzaría la astronómica cifra de tres millones 750 mil dólares, que fue lo que suscitó la polémica en los medios parlamentarios políticos. Craxi hizo saber oficialmente al presidente de la RAI, Sergio Zavoli, que era contrario al contrato y lo invitó a "profundizar la cuestión". Por su parte, los comunistas, los socialistas y los republicanos, criticaron duramente al jefe del gobierno, lo mismo que la Democracia Cristiana, que integra la coalición bipartidaria, que lo acusó de ejercer "una interferencia inadmisible".
"Yo soy una mujer que trabaja, una profesional, y no comprendo toda esta polémica. Está por encima mío. He tenido el coraje de trabajar en un canal oficial, porque amo mi programa y su público (compuesto en su mayoría por amas de casa y pensionados). Si me hubiera mudado a un canal privado, nadie sabría lo que gano y viviría en paz", dijo la Carrá al ser interrogada.
Zavoli, el titular de la RAI, manifestó que comprendía las razones de la intervención de Craxi, "porque al mundo del trabajo se le ha pedido su cuota de sacrificio para luchar contra la inflación y lograr la recuperación económica del país". Sin embargo, el funcionario señaló que el "caso Carrá" debe ser considerado "extraordinario", porque en un horario de bajo nivel de audiencia ha logrado el primer puesto de la teleaudiencia y el contrato millonario originaría beneficios publicitarios estimados en 17 millones de dólares. Parlamentarios democristianos de la Comisión de Vigilancia de los programas de la RAI -compuesta por 40 legisladores entre diputados y senadores- afirmaron que "los censores de hoy habrían probablemente acusado a la RAI de incapacidad en su gestión si hubiera adoptado una decisión opuesta". La misma Comisión acusó a Craxi recordándole que, en numerosas circunstancias, se pidió a la RAI que actuara con criterio empresarial. Sin embargo, la más dura crítica contra el primer ministro la lanzó su propio partido, que manifestó que hasta ahora el gobierno se ha negado a sancionar una reglamentación del sistema de TV que pone a la TV estatal en una débil posición frente a las estaciones privadas. Los comunistas pidieron, por su parte, que Zavoli fuera convocado a la Comisión de Vigilancia, y el órgano oficial del partido, L 'Unitá, exigió que Craxi interpele al ministro de Correos y Telecomunicaciones, para que aclare el escándalo de la TV privada, cuya ley normativa se está esperando desde hace ocho años.
Internamente, en la RAI la polémica también se agitó. Los trabajadores de la red oficial han defendido el contrato con la Carrá, mientras que el sindicato autónomo lo calificó de un gravísimo error político que ha sido una "bofetada a millones de trabajadores".
Interferencia inadmisible, bofetada, criterio empresarial o lo que sea, el hecho es que, polémica aparte, la Carrá continúa adelante con su programa y seguramente no tendrá que irse con su música a otra parte.