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"PURA SANGRE", PURA CONTROVERSIA

El próximo estreno de esta película colombiana volverá a agitar las expectativas existentes frente al talento nacional.

30 de mayo de 1983

Pura Sangre, el primer largometraje de Luis Ospina, fue estrenado en el pasado Festival de Cine de Cartagena desatando entre los críticos del país una agitada polémica debido a que, para muchos de ellos, la película no respondió a las expectativas que había creado. Ospina, ampliamente conocido en el medio cinematográfico por sus cortos, algunos de los cuales han sido premiados en festivales nacionales e internacionales, opina que tales comentarios decían más sobre la crítica de cine que sobre la película misma: "Cuando la película se presentó en la Cinemateca Distrital se publicó un folleto con todas las opiniones que se habían publicado sobre la película y uno veía que el primero se contradecía con el segundo, éste con el tercero y éste, a su vez, con el primero, por lo que uno se pregunta entonces ¿cuál es el consenso al que se debe llegar sobre la crítica?"
Hoy, casi un año después de haberse realizado, Pura Sangre está próxima a ser exhibida para el público del país. Por tal motivo, SEMANA habló con su director quien, al preguntársele sobre qué había ocurrido en el Festival de Cartagena, comentó: "Pasó lo que generalmente pasa con las expectativas y es que éstas nunca se pueden cumplir. Tal vez la gente esperaba, no la película que yo hice sino otra película parecida a las que ya había hecho. Por otra parte, creo, un balance real de la película se podrá hacer dentro de algunos meses cuando salgan al mercado unas diez películas colombianas más, y no como se trató de hacer en Cartagena con base en una sola película: "Pura Sangre."
Luis Ospina nació en Cali en 1949 y es uno de los pocos directores colombianos con formación académica. Estudió cine en la Universidad de California y junto con Andrés Caycedo fue uno de los impulsores de la desaparecida revista "Ojo al Cine". Gran admirador del cine norteamericano, sobre todo del llamado "Cine Negro", Ospina, sin embargo, es crítico sobre lo que actualmente se produce en los EE. UU.: "Al cine de los EE. UU. Le hacen falta actualmente directores como Howard Hawks, quien trabajó en todos los géneros -cine de gangsters, musicales, comedias, aventuras, wersterns, etc.- e hizo lo mejor en cada uno de ellos. Ahora el cine americano está como descabezado, ha encontrado el filón del cine infantil. Gente como Lucas o Spielberg quieren regresar a la adolescencia, al comic; claro que quieren volverse otra vez adolescentes pero millonarios. Siguen el consejo de un viejo productor de Hollywood: "el público tiene diez años". Una película como E. T. parte de este punto de vista, busca sano esparcimiento sin ninguna ambiguedad, es una película completamente maniquea en la que los niños son buenos y los adultos son malos".
Mientras habla sobre cine, Ospina da la impresión de ser cinéfilo furibundo que sabe mil y una anecdotas sobre la historia de Hollywood. Reconoce que más que hacer cine le gusta mirarlo, lo cual como director le acarrea problemas porque, según él, muchas veces se ha sentido en posición de inferioridad frente a los directores que más admira, lo cual "me crea el temor de no poder llegar ni a los tobillos deese buen cine"
Hasta ahora, las películas de Ospina se han caracterizado por su sentido del humor y porque intentan volcarse sobre problemas de su ciudad natal. Los mitos populares y las contradicciones de la clase alta caleña, acostumbrada a ir al Club los fines de semana pero al mismo tiempo obligada a un contacto con un mundo popular urbano, son tratados en sus películas con un sentido crítico muy semejante al que utilizó Andrés Caycedo en su producción literaria. Además de esto, Ospina piensa que el horror es algo propio de esa realidad: "Yo veo la literatura de Andrés Caycedo como una obra de horror. Lo que produce el horror en "Que Viva la Música" y en mi película es la gratuidad que hay en la violencia. La violencia y la maldad se pueden volvér algo gratuito, algo de todos los días, un oficio como cualquier otro; ir a matar todas las noches puede ser como salir todas las mañana e ir a la oficina".
En Pura Sangre, el horror se crea a partir de la historia de un anciano magnate azucarero que sufre una enfermedad incurable y que para sobrevivir necesita constantes transfusiones de sangre. Una enfermera y dos empleados de confianza, en complicidad con su hijo y heredero de la fortuna, se la procuran por medios macabros. El mal se ha convertido en la obsesión de Ospina, quien agrega: "En este país uno puede ir por la calle y lo matan sin hacerle ninguna pregunta, sin tener nada personal o de clase en contra. Es por esto que me interesa tratar ese algo que podríamos denominar "la banalidad del mal".
Ha terminado la charla con Luis Ospina. Ya han hablado los críticos, también ha hablado el director, ahora sólo hace falta que el público colombiano de su opinión.