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PURO MA NON TROPPO

A los 91 años murió en Málaga Jorge Guillén, uno de los escritores más característicos de la generación del 27.

12 de marzo de 1984

Tenía 91 años y había empezado a publicar sus poemas desde la segunda década del siglo. Murió en Málaga, la ciudad que adoptó al regreso de 39 años de exilio, y fue enterrado frente al mar y sin ceremonia religiosa como era su voluntad. Así, como su vida, sin aspavientos, se fue Jorge Guillén, "uno de los poetas más característicos de la generación del 27", como dijera Rafael Alberti, Premio Cervantes 1983, el Nobel de las letras castellanas que Guillén mismo recibiera en 1976.
Nació en Valladolid en 1893. Educado en Alemania, Italia y Francia donde vivió la explosión de nuevas corrientes estéticas de los años 20, publicó en 1928 su primer "Cántico" en la revista de Occidente que orientaba el filósofo Ortega y Gasset. Su nombre empezó a conocerse entonces y poco a poco se fue formando en torno a él una capilla de admiradores que algunos calificaban como snobs pues, como lo señalara uno de sus más serios críticos, Dámaso Alonso, "la poesía de Guillén resultaba fría, "intelectual", incomprensible y "poco humana"". Mientras sus compañeros de generación y de grupo, García Lorca, Alberti, Aleixandre... lograban mayor número de lectores, la poesía de Guillén se abría camino con dificultad. Aparentemente carecía de esa oleada de elementos irracionales, pasionales y sentimentales que alrededor del año 36 predominaba en los más selectos grupos poéticos. La reacción frente a su poesía, que parecía carecer de toda anécdota sentimental, era inevitable. Pero se fueron abriendo ciertos requisitos en el gusto general y por ellos penetrando la poesía de Guillén, una poesía ajustada, concisa, contenida, "pura" al decir de muchos, en la cual era evidente la habilidad técnica y la precisión formal nacida, según la crítica, "de un deseo de norma y de limpieza". Fue necesario, afirma Dámaso Alonso, que se "sedimentaran las aguas para que se viera que la nueva generación que había surgido no era sino otra oleada de ese anhelo, siempre renovado, hacia el amor y hacia la vida".
Calificado como "poeta difícil", Guillén no hacía concesiones al gusto generalizado y, cuidadoso artífice de la forma, trabajaba puliendo con precisión de relojero su expresión poética. Se gestaba entonces la guerra civil española. Meses antes de que estallara, Guillén publicó una segunda versión de "Cántico" que, a los ojos más suspicaces de algunos, había crecido de los más "inmediatos, de los más instintivos reflejos del ser que vive", y que más que un libro de poemas era un libro universal que traslucia la visión de un paraíso con un tema central y recurrente que le daba unidad y sentido: el ser, el ser que se asombra, que estalla en júbilo y canta. Guillén nació para cantar y cantó en su "Cántico": "asombro de ser: cantar" escribió en una de sus estrofas, "cantar, cantar sin designioMármara, mar, maramar". Según Dámaso Alonso "Cántico" es "tan centrado tiene una visión tan unitaria del mundo, que puede reducirse casi en una frase: vivir es la suprema dicha". En "Cántico", paradójicamente y a pesar de las circunstancias negativas que rodean al poeta, Guillén recupera la realidad con lucidez y optimismo, pero con el optimismo del que sabe de la vida monstruosa, del exterminio.
Más conocido por su prurito de la perfección formal y la exactitud de la expresión contenida, más inclinado hacia el concepto que hacia la emoción, Guillén oculta tras ese aparente intelectualismo, una poesía hecha, como lo anotara Alonso, de sensaciones primarias, de impulsos elementales y gozos comunes. Quedarse en la primera impresión, en la interpretación más evidente de su poesía, sería mutilar su obra. En cada verso, en cada estrofa, una exclamación, una frase, una palabra, resumen y compendian elementos conceptuales y emocionales y por eso "buena parte del valor artístico de esa poesía reside en el acierto de estas síntesis cifradas". La arquitectura externa de sus poemas atrapa al lector como en una red, pero hay rendijas por donde la emoción, que él recata voluntariamente, aflora.
Encarcelado en 1937 por los franquistas y liberado poco después, se exiló en 1938 y se dedicó a la enseñanza de la literatura en Estados Unidos, México y Colombia. Volvió en repetidas ocasiones a España desde 1955, pero sólo resolvió nuevamente "sentar sus reales" en 1977. Fue entonces cuando escogió a Málaga, la capital de la Costa del Sol, para vivir, y para escribir su última obra, "Final". "La dictadura se traga o no se traga. Como yo no la tragaba, me marché", explicaba a su regreso, poco antes de recibir el Cervantes.
En 1957, Guillén publicó "Maremágnum", fragmento de un libro inconcluso, donde se desliza hacia temas que no figuraban en su repertorio: el desorden, el azar, el paso destructor del tiempo. Aqui, aunque cambia de temática, su actitud cordial permanece la misma, porque para Guillén vivir sigue siendo "gracia concreta", y la poesía no consiste en soñar, ni en recuperar la memoria de lo vivido, sino en manifestar por medio de la palabra la aceptación del presente.
En 1962 publicó "Lenguaje y poesía", colección de ensayos críticos, y len 1967 "Homenaje", un tercer grupo de poemas en los cuales irrumpe nuevamente el goce, el júbilo y la plenitud. El poeta goza de las cosas porque si, porque son, simplemente: "yo soy feliz en los árboles,en el calor, en la umbría."
Guillén, "vencedor, hecho mundo" como él mismo lo declarara en los primeros versos de "Cántico" murió dejando una de las obras más importantes de la generación del 27: poesía de doble filo, "poesía pura ma non troppo", fiel a su profunda vocación de poeta.