Teatro
Reflexiones sobre ‘Canción estática para dos amantes’, que cierra su estreno en Casa E Borrero
Se acercan las últimas funciones del más reciente estreno del director Felipe Hernández, con su compañía independiente Lab de Creación.
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El amor es el filtro más recurrente y también el más importante de todos los temas del arte desde el principio de todo hasta nuestros días. Cuando el amor está sobre la mesa, todas las otras preocupaciones del ser humano parecieran situarse al fondo del paisaje. En muchas ocasiones, se ha mencionado que el amor mueve al mundo, yo creo que no, pero que casi...
La frustración, cuando nos damos cuenta de que aquello que pareciera movilizar con mayor ímpetu los impulsos del hombre y de la mujer no es suficiente para sostener nuestras vidas, puede ser quizás uno de los sentimientos menos agradables que podemos enfrentar en la vida. Si el amor además se junta con la idea de lo prohibido, la mezcla no puede ser más atractiva para un espectáculo, la empatía florecerá sin freno adentro de nosotros, que no podemos haber evitado desear a la mujer del prójimo, que al menos, una vez en nuestras vidas, nos habremos sentido confrontados por codiciar aquello que no deberíamos tener.
Canción estática para dos amantes, la última producción de Independiente Lab De creación, es la última apuesta de su director Felipe Hernández, y que está por cerrar su temporada en la sala Mayolo de Casa E Borrero. Aquí un par de reflexiones que me ha dejado mi visita.
Basado en el texto de Tristán e Isolda, del dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, Canción estática para dos amantes, es la historia de una pareja que siempre se encuentra en el mismo café y, allí, alargan la vida de un amor prohibido que les permite mantener la pasión al borde del precipicio. Como lo anuncia su nombre, la situación permanece estacionada, estática, sin una progresión dramática mientras los dos personajes se tientan bajo la mesa por una hora de espectáculo, el filtro de la comedia se vuelve entonces contundente y necesario para transitar por las anécdotas de Tristán y de Isolda sin que el conflicto avance.

Pero, ¿qué sostiene la obra si el conflicto no progresa? Con la premisa sin movimiento, lo cierto es que las actuaciones de Tatán Doncel y de Daniela Camacho, una de las mejores actrices de teatro de las nuevas generaciones, se convierten en la base fundamental para una experiencia en donde todo está dicho desde el primer momento. No cabe duda de que el oficio de ambos actores produce gran satisfacción mientras nos reímos de los enredos en los que se van metiendo paso a paso, con la intención de alargar un adiós inevitable, entre ambos amantes.
Ser testigo una vez más del adulterio me hace preguntarme por el gusto del hombre por lo prohibido. ¿En qué lugar de la historia se produjo por primera vez la necesidad del hombre y la mujer de romper la regla? Con Adán y Eva, dice la biblia, se produjo la primera necesidad de la humanidad de estar por encima de la norma, pero aquella manzana no fue solo una inocente forma de romper el orden establecido, no es una picardía menor. Detrás de aquel desafío de las normas, se esconde la naturaleza con la que el hombre camina el mundo desde el principio de los tiempos; nuestra necesidad de atravesar dichos umbrales ha sido un arma de doble filo que nos hiere mientras nos permite evolucionar.

Pero, quizás, la evolución no es solo un asunto que nos confiere comodidad y tecnología, también es la domesticación de nuestros impulsos más salvajes o nuestra manera de acostumbrarnos a vivir con ellos. Tristán parece no poder huir de estos impulsos, su lucha es inevitable y parece mentirse en cada momento. Isolda, por su lado, parece más preparada para aceptar esa necesidad natural de la humanidad de hacerse daño buscando la evolución. En medio de esta contradicción ambos personajes estirarán el hilo que los conecta y nosotros, frente a ellos, nos mantendremos al borde del humor mientras escuchamos también la bella voz de Agatha, la cantante del café-bar, en el que se encuentran cada día y que proporciona al espectáculo, otra capa más a este pastel de sensaciones encontradas.
Canción estática para dos amantes, una nueva versión de nuestra necesidad de saborear lo prohibido.