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| Foto: Cortesía Stern/Cine Colombia

CINE

“Jesús de Nazaret”. una versión que sorprende positivamente

La nueva versión de la historia de Jesucristo da muestras de calidad fílmica, y no tiene nada que envidiarles a otras producciones pasadas de mayor financiación.

Gustavo Valencia
17 de abril de 2019

Grata sorpresa para estos días entrega el cine mexicano, que viene en alza a nivel internacional: una de las mejores versiones sobre el tema de Jesucristo ha hecho el cine latinoamericano. Dirigida por Rafa Lara con mucha calidad fílmica, la nueva interpretación de la historia de Jesucristo sorprende por su buena realización, que no tiene nada que envidiarles a otras de igual o mayor financiación. 

Hasta ahora...

En la historia del cine, que el próximo año cumple 125 años, son muchas, quizá demasiadas, las versiones que se han hecho de Jesucristo, de su vida y obra, en especial de su martirio, crucifixión y muerte. A finales del siglo XIX y a menos de tres años de creado el cinematógrafo, ya se encuentran algunas versiones, dentro de las limitaciones de algo que hasta entonces estaba naciendo. De tal forma que, en la medida que el cine ha ido creciendo y desarrollándose, las películas sobre este tema se han ido puliendo y logrando mejores representaciones. Algunas muy apegadas al texto bíblico, otras toman sólo una parte y otras introducen variantes en la puesta en escena o en el relato mismo.

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Las más conocidas y vistas siguen siendo las que Hollywood produjo en pleno esplendor, con su típico fasto y lujo, donde, por ejemplo, los soldados romanos y sus comandantes siempre están con maravillosos y vistosos uniformes; al palacio de Herodes y al de Poncio Pilato se les registra en una puesta en escena que muestra poderío y opulencia con escenografía, vestuario y decorados que desnudan de grandes presupuestos. Este fuerte soporte financiero también se expresa en miles de extras, interpretando a judíos y demás habitantes de aquella Judea y en especial, se aprecia en la reconstrucción de locaciones y ambientes de la Jerusalén de la época con su famoso templo.

Se calcula que el número de películas ya llegan a las 150, lo que convierte a la figura de Jesucristo en la que más se ha llevado al cine hasta el momento. Es fácil suponer que dentro de esta cantidad existe todo tipo de tratamientos, formas y diversos contenidos, a su vez con realizaciones que hacen más hincapié en algunos aspectos. En muchas de estas realizaciones se nota que esa intención de distinguirse del resto se hace, básicamente, con criterios comerciales, aunque no siempre han resultado como sus productores esperaban. Como ya se anotó las más conocidas y populares son las de Hollywood, por eso sorprendió la que hizo Pasolini en 1964 “El evangelio según San Mateo”, en abierto contraste con las de gran financiación, donde presenta antes que nada un profundo y reflexivo Jesucristo; rodada en locaciones costeras de Italia y con una reducida financiación.

El reto de un director

Por tanto, cuando se presenta una nueva versión, por una parte esta se enfrenta a lo que la gran mayoría siempre ha visto, o sea, la pompa y ostentación del cine de gran presupuesto que, por lo general, cada año por Semana Santa se repite incansablemente. Esto permite suponer que, de cierto modo, ya hay un público acostumbrado a esa forma de representación. Por otra parte, se espera que con cada nueva realización se aporte algo diferente, algo que la caracterice y le entregue cierta particularidad. Se crea la expectativa de que se cuenta lo mismo y por todos sabido, pero de otra forma, con otra connotación y singularidad, un reto difícil para todo director.

A esto se enfrentó el mexicano Rafa Lara, quien hace ya más de diez años estuvo en tierras colombianas para filmar La milagrosa, en la que ya se apreciaba algo de su estilo y criterios de hacer cine. Estos fue desarrollando aún más en posteriores producciones, entre las que se destaca Cinco de mayo: la batalla (2013). Esta demuestra un concepto de cine que descansa en la capacidad propia que tiene la imagen fílmica de narrar por sí misma, con un conocimiento adquirido en manejo de extras, recreación de época, vestuario, rodaje de tropa y escenas de batalla, algo que mínimamente, pero con talento, ya había esbozado en el enfrentamiento armado que sucede hacia el final de La milagrosa.

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La cinta

Toda su experiencia y veteranía despliega el director en esta nueva versión de Jesucristo. Lo primero que llama la atención, y que mantiene durante toda la película, es el carácter visual que le confiere, y cómo se apoya en el recurso de una voz que narra los principales hechos. Así, la puesta en escena y su rodaje lo dicen todo. El director comprende bien que la imagen, con su amplia capacidad descriptiva no necesita de muchos diálogos para narrar, en especial cuando se trata de un drama conocido por obvias razones.

Lara apela a la riqueza de planos, enfoques y ángulos para registrar la puesta en escena, que apunta a reconstruir una época, la cultura y el momento de un pueblo avasallado por un poderío extranjero. Lo más importante para el director es representar esta nación y sus gentes, una intención con sabor ideopolítico propio que lo hace singular. La recreación es posible por las variadas formas de registro que hace con la cámara; el juego de luz y contraluz que suele hacer tanto en exteriores como en espacios interiores demuestra una estudiada composición fílmica para cada escena. Gran mérito hay en todo ello y uno de sus aportes para que haya algo nuevo y digno de mención.

Así representa algunos de los milagros más famosos o, al menos, los siempre vistos en cine como las bodas de Caná, la curación de ciegos, la resurrección de Lázaro o la multiplicación de los panes y los peces. Todo ello, siempre con un particular cuidado en aspectos que incluyen la actuación, iluminación, enfoques y ángulos planeados. La creatividad que el caso exigía y que fue todo un reto, cumple.

Otro aspecto importante de resaltar es la producción misma, es decir, que se contó con un buen financiamiento y este se refleja en vestuario, extras, locaciones y acondicionamiento de las mismas para que la escenografía se destaque sin distraer. Que no haya ese fasto y lujo de otras producciones no quiere decir que hay pocos fondos o que es una filmación pobre, al contrario, este buen financiamiento encuentra otro sentido de lo fílmico que le otorga otra de sus peculiares características: hace su realización con otras ideas y se enfrenta a la equivocada creencia de que sólo imitando a Hollywood se puede hacer algo con calidad fílmica.

El director demuestra que no es así, que es antes que nada con talento que todo es posible... hasta de entregar algo novedoso en una versión más de la vida y pasión de Jesucristo.

*Por Gustavo Valencia Patiño