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Umberto Eco, filósofo, medievalista, semiólogo y novelista, estudioso de los ‘mass media’. Falleció en 2016. | Foto: Gettyimage

LIBROS

'A hombros de gigantes', las reflexiones póstumas de Umberto Eco

Conferencias inéditas del escritor y crítico italiano que pueden considerarse una síntesis de su pensamiento.

Luis Fernando Afanador
1 de diciembre de 2018

Umberto Eco

A hombros de gigantes

Lumen, 2018

397 páginas

Hay inéditos de inéditos. O, dicho de otra manera, a veces, de los cajones de los grandes escritores y escritoras fallecidos –o de sus baúles, para incluir a Fernando Pessoa– salen cosas extraordinarias. No todo es parientes o editores ávidos de dinero que quieren publicar cualquier cosa, lo que sea, sin importar que su prestigio se vea amenazado por escritos menores, con un valor meramente bibliográfico o erudito. A hombros de gigantes, de Umberto Eco, pertenece sin duda a los casos afortunados: una decena de magníficas conferencias magistrales que pronunció entre 2002 y 2010, en la Universidad de Milán, en el marco del festival La Milanesiana. Pensadas para un gran público y con temas elegidos por Eco o sugeridos por los organizadores, poseen un estilo y un tono nada académicos. Recogen muchas de sus obsesiones, muestran que no se ‘amilanaba’ ante ningún tema nuevo y revelan a un Eco esencial, sabio y generoso. Estas conferencias son comparables a las Seis propuestas para el próximo milenio, de Italo Calvino, y al Arte poética, de Jorge Luis Borges, también editadas póstumamente, escritas para eventos especiales y puntos de referencia de su legado. En este caso, con el plus de una bellísima edición que recoge el material iconográfico utilizado en las conferencias.

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A hombros de gigantes, la conferencia que le da el título al libro, retoma el tema de la lucha entre padres e hijos, de la tradición y la ruptura, a partir de un aforismo de Bernardo de Chartres: “Somos como enanos que están a hombros de gigantes, de modo que podemos ver más lejos que ellos, no tanto por nuestra estatura o nuestra agudeza visual, sino porque, al estar sobre sus hombros, estamos más altos que ellos”. Es el abrebocas y el hilo conductor del libro: su idea de que la modernidad es una innovación, en la que las rupturas generacionales implican un avance en el arte y en la sociedad. Fue necesario que los padres hubiesen adorado a “las Venus anoréxicas” de Cranach para que vieran como un insulto a la belleza de “las Venus celulíticas” de Rubens.

Para Eco, la noción de belleza es cambiante e incluye a la fealdad como un referente indispensable. No por azar, “En el diccionario de sinónimos hay muchos más para lo feo que para lo bello”. Aunque en lo camp –un concepto acuñado por Susan Sontag y que va más allá de lo feo o lo bello–, el buen gusto no es solo buen gusto; existe un buen gusto del mal gusto: “Lo camp es bello porque es horrible”.

La reflexión estética predomina. ‘Sobre algunas formas de imperfección del arte’ es una de las conferencias más brillantes. Allí plantea que El conde de Montecristo es una de las novelas más apasionantes que se han escrito y a la vez una de las peor escritas de todos los tiempos. Una estructura narrativa admirable y un estilo horripilante. Porque en su imperfección reside su gracia. Como Hamlet, de imperfecta composición, como Casablanca, una mescolanza de escenas sensacionales ensambladas de una manera poco plausible, con personajes psicológicamente improbables que no obstante terminan siendo obras de culto porque, a veces, “la imperfección resulta esencial al arte”.

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En realidad, es difícil escoger: todas las conferencias son brillantes. En Lo invisible, habla de los personajes literarios –Ana Karenina, Sherlock Holmes– que existen más allá de las novelas en las que nacieron y se imponen como personajes reales: “El simple hecho de que Ana Karenina muera inexorablemente la convierte, de forma afectuosa, imperiosa y obsesiva, en melancólica compañera de nuestra vida, aunque nunca haya tenido una existencia física”. Sí, es difícil escoger entre La llama es bella y Paradojas y aforismos, en la que nos explica la diferencia entre el simple repentismo, las frases cancerígenas –las que funcionan en doble vía sin problemas– y la reflexión auténtica e irreductible. Aunque, todo no es literatura. Entre lo mejor, se destaca la conferencia sobre la obsesión por el complot o las teorías conspiratorias, un tema que no solo es exclusivo de nuestra época: antes que las Torres Gemelas o el primer viaje a la luna, ocurrió el asesinato de Julio César.