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Segunda piel

Un melodramático triángulo amoroso es salvado por tres excelentes actores españoles.

Ricardo Silva Romero
8 de julio de 2002

Director: Gerardo Vera

Protagonistas: Jordi Molla, Javier Bardem, Ariadna Gil, Cecilia Roth, Gil Albala

Sus tres actores protagonistas se dejan llevar, del todo, por la fragilidad, el descontrol, la insatisfacción de sus personajes. Y ser testigo de ese tipo de interpretaciones, arriesgadas y llenas de matices, siempre valdrá la pena. Pero sus diálogos enfáticos y sus conflictos de telenovela se ponen, por momentos, en el camino. Sí, eso es: Segunda piel parece, en sus escenas determinantes, un melodrama sin comerciales interpretado por actores españoles de primera línea. Lo que, claro, puede ser un aliciente para algunos espectadores.

La catalana Ariadna Gil, perdida dentro de la vulnerabilidad, la soledad y el desengaño de su personaje, Elena, una diseñadora que se encuentra a punto de descubrir que su esposo ha comenzado una nueva vida y ya no la quiere a ella como antes, demuestra que es una de las mejores actrices españolas de nuestros días. Su actuación, lejos de los misteriosos papeles que suelen entregarle y que la hicieron famosa en las películas de los hermanos Fernando y David Trueba, les hace fácil el trabajo ?la triste clandestinidad y los complejos de culpa que deben reflejar? a sus dos compañeros de reparto.

El palmense Javier Bardem es capaz de cualquier cosa. Desde que apareció en Las edades de Lulú, Jamón, jamón y La tela y la luna, las más célebres películas de Bigas Luna, hasta hace dos años, cuando fue nominado al Oscar por convertirse en el escritor Reinaldo Arenas, en Antes que anochezca, ha ido sumando a la lista de su increíble registro actoral, lejos de los estereotipos del cine, gestos y comportamientos humanos. Ahora, en Segunda piel, es un ortopedista llamado Diego que se ha enamorado, sin ases en la manga, del hombre equivocado.

El catalán Jordi Mollà puede parecer, cuando se le da rienda suelta, sobreactuado. Es más: con los papeles de Daniel en La buena estrella, de 'El Sapo' en Nadie conoce a nadie y de Diego Delgado en Blow, parecería como si sólo le quedara bien interpretar a hombres en el borde de la locura. Pero con esta película, Segunda piel, en la que asume la identidad refundida del ingeniero aeronáutico Alberto García sin cederle un solo gesto a la caricatura, su talento queda más que comprobado. Es gracias a su introversión, a su ambigüedad, a su silencio, que comprendemos por qué Alberto no es capaz de decidirse entre su esposa y su amante homosexual.

Gerardo Vera, el director, que se dio a conocer en España por su labor como diseñador y director de arte, se la ha jugado toda por las imágenes explícitas como si peleara contra las censuras del pasado, se ha deshecho en lágrimas por sus tres héroes como si quisiera convencerse a sí mismo del drama y ha resuelto el callejón sin salida de la trama con una lamentable idea bajada del cielo como si se hubieran perdido las últimas 10 páginas del guión. Sí, se ha hecho a un lado para darles paso a sus actores. Pero es una lástima que se haya tomado tan en serio.