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UNA EX CENICIENTA CHE

Se estrena en Colombia "Evita", el musical que le ha dado la vuelta al mundo

29 de agosto de 1983

La función no ha comenzado. Un telón apocalíptico cubre el escenario. Perón está dibujado en la parte superior rodeado de militares y sombreros de copa. Bajo sus pies, el pueblo argentino en una actitud desgarradora que recuerda las ilustraciones de Doré en la Divina Comedia. Frente al telón, el público bogotano que ha podido pagar una boleta entre los mil y dos mil quinientos pesos espera que este sea levantado. Es la noche del estreno. Lleno total.
Si bien las versiones cinematográficas han creado en Colombia cierta familiaridad con este tipo de espectáculos, ésta era la primera vez que en el país podía ser vista en vivo una "ópera rock", etiqueta que le colgaron inicialmente a Hair. En Broadway Hair se topó con el éxito; Evita fue diseñada para que lo obtuviera, a imagen y semejanza de ilustres antecesores como Godspel y Jesucristo Superstar.
Podemos afirmar, sin lugar a dudas, que el resultado final de la función de estreno fue excelente en cuanto a los aspectos técnicos se refiere: buen sonido, buenas luces y un ágil cambio de escenario. La coreografía falló un poco en el momento en que al coro le tocaba bailar, sin que por ello se viera afectada la obra en su conjunto, pues las voces de Paloma San Basilio (Eva), Pablo Abraira (Che) y Julio Catania (Perón) consiguieron cautivar la atención del público. Sin embargo, los aplausos finales no fueron propiamente arrolladores, y teniendo en cuenta que el público capitalino es muy dado a desbordarse casi que al infinito en este tipo de aprobación, podemos afirmar que fueron más bien fríos.
Evita, el gran espectáculo de estos últimos años a escala mundial, fue estrenada en Londres en 1978 y ahora, por primera vez, inició su gira por los países latinoamericanos. Es una versión en español que muy probable nos toca más de cerca que la interpretación original en inglés. De ahí que Jaime Azpilicueta, un vasco de 42 años y director de la española, afirme: "Pienso que esta versión se acerca un poco más a la realidad en cuanto que trata la narración histórica de una manera más viva, sin tantos clichés. El problema de "Evita" en el resto del mundo es que utiliza el chiche latino que tanto a los ingleses como a los norteamericanos les sienta muy bien, los tranquiliza, pero que a nosotros no nos sirve para nada".
Pasado un lustro desde su primera presentación en Londrés. Evita ha sobrepasado el terreno de lo puramente musico-teatral. Se ha convertido en un espectáculo polémico y en algo auténticamente mítico, suscitando una abundante literatura que ha trascendido el campo estrictamente reservado a este tipo de funciones. Actualmente se presenta en treinta y ocho países y en diez idiomas, de los cuales el español es el segundo en importancia.
La versión española, con Paloma San Basilio como protagonista, fue estrenada en Madrid durante el verano del 80. Se estuvo presentando en dos funciones diarias durante 19 meses, tiempo suficiente para que pasaran por ahí espectadores de medio mundo que quedaban obnubilados por esta versión moderna del antiguo cuento de Cenicienta. Tal vez en ello resida el secreto de su éxito. Por alguna oculta razón, el público siempre ha sucumbido antes las historias de muchachas que salen de un estrato social pobre y llegan a ser primeras damas de un país.
Partiendo de esa simplificada historia, se montó esta opera cuyo toque original pretende ser el haber incluido, en un papel que nos recuerda al coro griego en las tragedias, a Ernesto Che Guevara. Este aparente anacronismo, pues él era sólo un niño cuando Eva Duarte estaba en el poder, no es más que un recurso dramático para agilizar la narración. El Che es un poco la conciencia de Eva Duarte. Siempre que ella tiene un momento de gloria, él llega a rebajar su brillo, a ponerle un poco los pies sobre la tierra. La previene, le dice que se de cuenta de que eso que está haciendo es una cuestión de orgullo, de soberbia; una venganza por los sufrimientos que le produjeron las humillaciones cuando era pobre. Aunque en ningún momento el Che hace alusiones políticas concretas.
Casi que se podría afirmar que Evita es un espectáculo absolutamente inocuo políticamente. Ni es peronista ni antiperonista. Y no es de extrañar pues no es ése el propósito de su productor :David Land, conocido promotor inglés de idolos musicales.
De sus manos han salido, por citar algunos, John Travolta, Olivia Newton-John y los Bee Gees. Según Land, "en Norteamérica hay cuatro compañías con la obra, la menor de las cuales da ciento noventa mil dólares a la semana. Y el récord lo tenemos en Miami, con texto inglés y audiencia española: cuatrocientos sesenta mil dólares a la semana". Ante tales sumas, no es extraño entonces que lo que menos le interese a Land sea el problema político de fondo que existe detrás de la historia de Eva Duarte. En la misma línea, Jaime Azpilicueta agrega: "Yo llevo cinco años hablando con peronistas y antiperonistas, y lo que se ha conseguido es una reacción de ambos bandos absolutamente idénticas. Los peronistas dicen que hay cuatro o cinco momentos en la función que a ellos les hiere, pero que finalmente el personaje sale bastante dignificado. Los antiperonistas dicen que no fue tan buena ni tan culta, pero que en general se logra un retrato bastante fiel de lo que fue en realidad". En síntesis es una obra para quedar bien con todo el mundo.
IMITACION DE CRISTO
Es posible entender un poco más este fenómeno musical si tenemos en cuenta que su creador es Tim Rice, el mismo de Jesucristo Superstar y a quien siempre le ha fascinado ese poder fetichista que algunos personajes tienen para adueñarse de la voluntad de un pueblo. Un poco lo de Cristo. Si recordamos la versión cinematográfica de Jesucristo Superstar, en ella aparece como un personaje que habla y hechiza, que se adueña de la opinión pública y hace que las masas lo sigan. Luego muere a los 33 años y se glorifica.
En Evita ocurre lo mismo. El esquema es prácticamente igual a pesar de las grandes diferencias que pueda haber entre un personaje y otro.
Eva Duarte tenía ese poder de seducción. Ella fue una mujer que se ponía ante un micrófono y paralizaba el país.
Que cuando Perón fue puesto preso, llenó de gente la Plaza de Mayo para exigir su excarcelación. Que al igual que Cristo muere a los 33 años. Que muere joven, en plena gloria y se convierte en un mito. Esta historia le venía como anillo al dedo a Tim Rice. De ahí que no vacilara un instante en contar el cuento cuando por primera vez se enteró de la existencia de Eva Duarte.
Iba en un taxi y escuchó un programa de radio de la B.B.C., "La mujer del látigo" que contaba la vida de Eva como podía contar la vida de cualquier líder pintoresco y extraño. Voló a la emisora y pidió una copia. De ahí surgió todo.
En realidad, lo que Tim Rice consiguió fue un elaborado producto comercial, lleno de excelentes canciones, pero que gira única y exclusivamente en torno a un tema: "No llores por mi Argentina". Y quizá en un par de versos correspondientes a una de las variaciones que adopta este tema central, se encierra la clave del asunto: "Llegó a ser grande y se lo creyó. Su gran show fue la multitud".
Evita es un espectáculo para multitudes que creen ciegamente en la grandeza de sus ídolos. A toda una generación de latinoamericanos que aún creen a ultranza en los relativos poderes de personajes como el Che, Eva Duarte, María Cano o Bolivar, las leyendas estuvieron a punto de sepultarlos bajo su peso. Por supuesto no hicieron mal en dejarse arrebatar por la fuerza de esos mitos. El problema era que de poco podían servirles tal como se les habia hecho devorar: meros frescos heróicos, rutilantes coloridos, desprovistos de otra cosa que no fuera una sucesión de anécdotas intensas.
El éxito de Evita hace pensar que aún no se percibe el engaño: a los siete años, con una máscara de plástico, se puede ser Batman. Pero a los veinte, para ser el Che Guevara, no es en absoluto suficiente dejarse crecer la barba. Se ha aprendido un poco tarde a explotar el revés de la trama, a leer en esas vidas y desentrañar significados más allá de la mera anécdota. Esto toca hacerlo en un espectáculo como Evita si queremos obtener algo más que ensueño.-