VERTICAL

La escultura de Alain Kirili -París 1946-, manifiesta en su conjunto un espíritu de arte abstracto y la materia bruta, como si con esa vertical de sus formas mantuviera en secreto misterio, la representación de la fuerza y el poder de su estilo. Clyfford Still y Barnett Newman son sus grandes influencias. Pero existe en esa escultura alta, fría y de gran valor macizo, mucho de la influencia escultural norteamericana.
Kirili mete en su escultura abstracta un nuevo poder de connotación, admitiendo que una forma concreta, puede al mismo tiempo reflejar la identidad del Toten y de lo Heróico. Que muchas de sus obras nos den la impresión de salir de un vocablo hebreo, se inscribe en la restitución de la tradición y el imperio del pasado. Kirili ha hecho el aprendizaje de la rudeza que domina la escultura norteamericana como lo profesaba Newman. El viejo combate entre el intelecto y la sensualidad tuercen su camino y se funden en la energía que la contiene. Sus esculturas parecen desfilar y dialogar delante de nosotros. Profano y sagrado por su dimensión, su obra está formada de signos equivalentes a la operación fundamental de una reconciliación estatuaria y gótica, que asume la forma pura, igual que su estilo y estética.
La escultura de Kirili mantiene al espectador dentro de un gran sentimiento de angustia por la energía que encierra en sí misma. Pesados trozos de hierro trabajados al rojo vivo para darle esa otra versión de lo estático en calor casi humano, realista y personal. Signos materiales de valores restituidos a la arqueología, devoción de algo secreto como el llamado de las sombras, hacia la presencia de ese "final de civilización" capaz de devolvernos un conjunto racional-hercúleo de un orden funcional. La obra de Kirili reafirma el refinamiento y la sensibilidad, que lo opone a la escultura norteamericana, ya que domina la abstracción calculada donde lo vertical forma parte de un dominio del espacio.