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VIA LIBRE

En el primer salón "Op Gráficas", tres diseñadores se enfrentaron al papel en blanco con toda libertad

12 de septiembre de 1983

La idea fue la siguiente: poner a disposición de tres destacados diseñadores del país cuatro pliegos de papel y darles absoluta libertad para que hicieran con ellos lo que quisieran. El resultado fue que Marta Granados hizo ocho afiches, Dicken Castro un mural modular y David Consuegra dos libros. La edición de estos trabajos estuvo a cargo de Op Gráficas, editorial que auspició la muestra y que en cierta forma asumió el riesgo que significó comprometerse a imprimir algo que quedaba al libre capricho de los diseñadores participantes. Sin embargo, ni Consuegra, ni Castro, ni Granados cometieron "locuras" editoriales, no abusaron de la libertad que les brindó Op Gráficas, y sus diseños pueden ser catalogados dentro de lo normal en el área: selección de color e impresión corriente. Ello permitió que este "1er. Salón Op de Diseño Gráfico" pudiera realizarse con éxito y se cumpliera uno de los objetivos fundamentales, como lo era el hecho de que todos los trabajos fueran impresos en forma masiva, diferenciándose en esa forma de cualquier exposición de obras originales únicas. Ello con el ánimo de entrar a delimitar campos entre lo específico del diseño gráfico y áreas similares dentro del campo de las artes visuales. En pocas palabras, se colocó la impresión como un elemento absolutamente inseparable de la idea de diseño gráfico. Este 1er. Salón ha sido importante en la medida en que ha abierto un nuevo campo al diseño gráfico en nuestro país. Aquí hasta ahora había estado relegado a un segundo plano frente a otras manifestaciones estéticas. A pesar de que se consume a diario, no está considerado, dentro de un amplio público, como un lenguaje con valor artístico. Sin embargo, hoy en día el diseño gráfico se ha responsabilizado de cierto número de sectores esenciales de la comunicación que la escritura es incapaz de controlar, y al igual que la escritura en determinado momento cobra valor poético, también el diseño gráfico en determinado estadio de su desarrollo alcanza ese mismo nivel estético. Este reconocimiento estético del diseño gráfico que actualmente ha comenzado a gestarse en Colombia, ha sido tenido en cuenta por el Museo de Arte Moderno de Bogotá, otro de los auspiciadores de este 1er. Salón. Con ello ha demostrado una vez más que es una institución que siempre se ha preocupado por las nuevas manifestaciones en el arte gráfico nacional. Asi mismo, museos de otras ciudades de país, como por ejemplo el Museo de Arte Moderno de Medellín y el Centro de Arte actual de Pereira, participal con exhibiciones simultáneas de los
diseños de Castro, Consuegra y Granados.
RETO CREATIVO
Por otra parte, este 1er. Salón ha representado un reto para los diseñadores participantes si se tiene en cuenta que estaban trabajando sin límite de tema, y casi que sin límite de tiempo y espacio. Por lo general, al diseñador se le considera como un ilustrador de ideas ajenas. De ahí que cuando no se le propone ninguna idea en particular para que trabaje, como en esta oportunidad, se encuentra en gran parte huérfano. Se le pueden ocurrir mil temas, pero no sabe cuál escoger. Marta Granados, por ejemplo, refiriéndose a sus afiches afirma: "Para mí lo difícil fue precisar el tema, me demoré, mucho, pero una vez precisado, el trabajo fue más fácil ". Y David Consuegra agrega: "Cuando uno se sienta a diseñar sin cliente es muy difícil, porque no hay parámetros definidos. El cliente en cambio, le proporciona a uno el tema, dice, por ejemplo, que lo quiere en dos tintas y que debe llevar sólo tres palabras, con lo cual queda delimitada nuestra creación. En el Salón no había limitación. Podías utilizar todos los colores que quisieras, hacer selección manual o mecánica, un afiche vertical u horizontal. En fin, una libertad a la cual nosotros no estamos acostumbrados". Esta aparente limitación del diseñador gráfico hace pensar un poco en el sentido comercial de su creación, especialmente en lo relacionado a su complicidad con la publicidad. Ello justificaría en parte la desconfianza que hacia el diseño gráfico como obra de arte se experimenta por parte de las personas tradicionalmente preocupadas por las manifestaciones estéticas. El diseñador es mirado como alguien que hipoteca su sensibilidad artística -que sin ninguna duda es riquísima en aras de transmitir un mensaje que no le es propio. De todas maneras, en este 1er. Salón, Dicken Castro, David Consuegra y Marta Granados han demostrado que el diseño gráfico puede ir un poco más allá del simple "divulgar una imagen impuesta", y proponer creaciones muy personales con un alto contenido artístico. David Consuegra, con sus dos libros ha mostrado que el diseñador gráfico es una de las personas más indicadas para proponer ideas propias en el ámbito de la pedagogía infantil, debido a que domina un vocabulario sencillo, directo, de síntesis, y que además conoce la tecnología que permite una mayor racionalización económica en la producción de esos textos. Consuegra afirma: "El pedagogo sabe su materia, pero no sabe cómo plasmarla de una manera legible. Ahí está el papel del diseñador en primera instancia. Seguramente para muchos fue sorpresa no encontrar en mi aporte marcas y símbolos que es en lo que más soy conocido. No esperaban encontrar a un escritor o a un diseñador de libros para niños. En este momento el diseñador en nuestro país es considerado como el hacedor de cosas desechables. Yo quiero hacer libros perdurables, fáciles de leer, fáciles de dibujar, fáciles de imprimir. En mis libros hay ocho imágenes y ocho textos. Y es un sólo pliego. Piense en lo que eso significa". En Marta Granados también existe una nueva propuesta. Sus afiches muestran una evolución en su trabajo. Si recordamos sus diseños de hace algunos años para las carátulas de los libros de Colcultura, vemos que existía en ellos un sentido geométrico muy rígido, en forma bastante acentuada. Ahora, por el contrario, sus diseños son mucho más plásticos, con mucha mayor soltura en sus trazos y colores.Ella afirma: "Las carátulas de Colcultura tenían que ser muy funcionales y se requería un diseño de síntesis. Pero de ocho años hacia acá uno evoluciona. El rigor del diseño aunado a mi capacidad plástica, está dando nuevas cosas. Ahora manejo la imagen con mucha mayor propiedad ". Por su parte, Dicken Castro con su mural basado en la decoración de los buses interurbanos cree que es una obra que "no pretende ser una expresión gráfica personal sino recoger valores artisticos nacionales colocados por la costumbre como un fenómeno secundario, cuyo carácter ingenuo lo relega a ser simple curiosidad, cuando, por el contrario, es otra forma de la búsqueda de una identidad nacional. Se trata de un mural comopuesto de dieciséis piezas, modulares que pueden ser organizadas al gusto del espectador, convirtiéndose en una obra de participación". Esa búsqueda de la identidad nacional de la que habla Dicken Castro, es uno de los puntos más candentes actualmente en el trabajo del diseñador gráfico colombiano. Tres nuevos diseños, tres propuestas diferentes y un sólo afán por buscar un reconocimiento estético para una actividad gráfica que sólo hasta ahora comienza a ser valorada en su verdadera dimensión.