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"VOLUMENES" Y "EL TEMPLO"

Natalia Rivera y Gustavo Zalamea en la Garcés Velásquez

10 de diciembre de 1984


Bajo el título de "Volúmenes", la antioqueña Natalia Rivera expone quince figuras humanas en la Galería Garcés Velásquez. Cinco están hechas de cable de teléfono y diez de cable de cobre. El trabajo que representa es nuevo en nuestro medio Autodidacta, Natalia fue fundadora del Taller La Huella y ahí trabajó durante cinco años en grabado y pintura al oleo. Ha expuesto sus trabajos en Cali, Medellín y Bogotá, y recientemente el boletín bibliográfico de la Biblioteca Luis Angel Arango ilustró su carátula con una de sus obras. Dentro de esa forma muy suya de hacer escultura, para Natalia los cables son el punto de partida y la materia prima de su trabajo creativo.

Bernardo Salcedo presenta así, en el catálogo de la exposición, la obra de esta joven paisa "Las obras de Natalia Rivera tienen todos los atributos del barro. Se paran solas y se caen solas. No tienen ningún instinto de conservación porque parecen tener un caprichoso existencialismo plástico que las ampara con el deterioro. Sin embargo, no son de barro, ni han sufrido procesos de cocción. Están hechas de cobre y son impresionantes. Haga la prueba. Muchos la han hecho. Cójalas suavemente y verá como se deslizan. Parecen de jabón de la tierra, se desgonzan cansadas porque tienen la fatiga metálica del barro. Se trata de bañistas púdicas, gente común y corriente. Mujeres de cobre que se broncean. Obispos con rictus de silla y protagonistas diversos que quedan a su imaginación porque no se distinguen. Son como los fantasmas que se conocen sólo por el bulto"
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A Marta y Angel
La última exposición de Gustavo Zalamea, que estará exhibida en la Galería Garcés Velásquez de Bogotá entre el 3 de noviembre y el 3 de diciembre, reúne el trabajo realizado por el artista en un año que ha sido talvez el más duro de su vida. El recuerdo permanente de Marta Traba, su madre, y del crítico literario Angel Rama, están lantentes en su obra. La sexta edición de "El Templo", su creación litográfica de circulación restringida, es un homenaje directo a los dos personajes. También lo son los retratos y collages que representan la figura de Marta Traba. Sus grandes pinturas son construcciones y paisajes no descriptivos que se acercan al mundo de lo abstracto. Gustavo Zalamea ha inventado su propio lenguaje plástico que le permite desarrollar temas diversos con base en un manejo libre de cortes, rupturas, tensiones, formas, volúmenes, colores y espacios propios. A pesar de su corta edad (Zalamea nació en 1951), esta obra pictórica ha adquirido ya una gran madurez y una identidad propia que logra aglutinar la diversidad de temas y de variaciones, encarriladas ya en una dirección que comenzó a despuntar desde sus primeras exposiciones, realizadas a comienzos de los años setenta, y que a mitad de camino entre 1980 y 1990 ya lo consagran como uno de los más importantes artistas de su generación.

Zalamea, estudiante de Arquitectura, Antropología y Diseño, siempre se ha preocupado por encontrar la verdadera identidad latinoamericana. Sin caer en facilismos de tipo folclorista o panfletario, Zalamea ha logrado encontrar un camino que le ha permitido acoplar en una obra coherente y unitaria gran cantidad de inquietudes de tipo plástico, político y literario. Esta exposición de Zalamea es, además, el mejor homenaje que pueda recibir Marta Traba cuando se está a punto de cumplirse un año de su trágica muerte.--