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Adrenalina en la arena

Los jóvenes bogotanos están entusiasmados con el 'sandboard', un deporte nuevo en el país que consiste en deslizarse con una tabla sobre la arena.

30 de septiembre de 2002

La tercera vez que el fotografo alemán Oliver Schmieg vino a Colombia, en 2000, trajo consigo sus objetos más preciados. Los que, a pesar de la distancia, lo hicieran sentirse como en casa. A diferencia de los viajes anteriores esta vez su estadía iba a ser un poco más larga. Durante seis meses se radicaría en el país para realizar un reportaje especial para la revista Abenteurer & Reisen sobre las culturas indígenas del Amazonas.

Entre sus pertenencias se encontraba una tabla de cedro y fibra de vidrio de 1,50 de largo que a simple vista no tendría mayor utilidad en Bogotá. Sin embargo Oliver estaba convencido de que su vieja tabla sería perfecta para deslizarse sobre las dunas de 'Zabrinsky Point', una zona desértica ubicada al occidente de la ciudad.

Desde entonces este alemán de 38 años se ha dedicado a enseñarles a cientos de jóvenes capitalinos los encantos del sandboard, deporte que surgió en Europa y Estados Unidos como alternativa para los esquiadores que querían seguir practicando su disciplina en los meses de primavera y verano. El sandboard se rige bajo los mismos principios del snowboard, o sea, deslizarse en la nieve sobre una tabla, pero en este caso la nieve desaparece para darle la bienvenida a la arena.

Al ver las piruetas que hacen Oliver y sus amigos cuando ruedan desde laderas de 150 metros de altura se creería que se necesita haber nacido en otras latitudes para poder tener el arrojo de subirse a una tabla. Sin embargo el sandboard no es tan difícil como parece. "Lo primero es descubrir cuál de las piernas es la que soporta el peso del cuerpo. Eso se sabe cuando la persona se deja caer para atrás y una de las piernas reacciona para evitar la caída. En la mayoría de los casos es la izquierda. Las tablas tienen dos soportes para las piernas y en el que está adelante se coloca la que soporta el peso y la otra va atrás para controlar la dirección. El cuerpo se flexiona hasta que adopta una postura agachada y el equilibrio se mantiene con los brazos. El resto es practicar", asegura este fotógrafo-instructor, quien durante su investigación periodística se enamoró de una colombiana y se quedó a vivir en el país.

Hasta el momento más de 500 personas, en su mayoría estudiantes universitarios, se han dejado tentar por esta nueva forma de hacer deporte que, sin ser extremo, cuenta con una buena dosis de adrenalina. "Uno se divierte mucho y se ríe con las primeras caídas, que a la larga no duelen tanto porque son en arena. Es como un juego en el que uno va aprendiendo cómo se comporta el cuerpo con la velocidad y descubre cómo mantener el equilibrio. Es un deporte que, si bien no es convencional, tampoco es de alto riesgo, como el paracaidismo, pues cada persona escoge la ladera desde la cual se desliza. En un día uno puede deslizarse hasta 20 veces", señala Camilo Villamil, un arquitecto de 28 años que comenzó a practicar el sandboard hace tres meses.

Como este deporte hasta ahora se está dando a conocer no es fácil conseguir el equipo en el país. Es preciso traerlo del exterior, donde las tablas tienen un costo aproximado de 300.000 pesos. Lo anterior ha hecho que las personas opten por alquilar los equipos durante la jornada a un precio moderado.

Aunque las arenas de 'Zabrinsky Point' le han ayudado a Oliver a sentirse como en casa, después de haberse deslizado por las dunas del desierto del Sahara es apenas lógico que ande en busca de emociones más fuertes y, mientras prepara un reportaje sobre la cultura indígena en la serranía de Chiribiquete, sueña con tomar su tabla e irse en diciembre al desierto de La Guajira.