Comercio
Aunque las exportaciones de productos no minero-energéticos de Colombia a EE. UU. crecen, todavía hay desafíos por superar. ¿Cuáles son?
En medio de las fuertes tensiones en la relación bilateral y de la escalada arancelaria, Colombia ha logrado crecer las ventas de algunos de sus productos a este mercado.
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La relación entre Colombia y Estados Unidos mantiene un alto nivel de tensión que amenaza con desencadenar una crisis comercial, económica y diplomática sin precedentes.
Las semanas recientes han sido una muestra de las diferencias entre los dos países. Primero, fue el presidente Gustavo Petro, en las calles de Nueva York, llamando al ejército de Estados Unidos a desobedecer las órdenes del presidente Donald Trump.

Luego, fue el anuncio del Departamento del Tesoro de Estados Unidos de incorporar en la Lista de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac), antes conocida como la lista Clinton, al presidente Gustavo Petro, a su esposa Verónica Alcocer, a su hijo Nicolás Petro y al ministro del Interior, Armando Benedetti, con las implicaciones que ello trae para los vinculados, como —entre otros temas— un aislamiento financiero.
En ese momento, se ventiló la posibilidad de aumentar los aranceles para los productos colombianos e, incluso, el mismo presidente Trump lo afirmó así, pero posteriormente el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, negó que se fueran a incrementar esos impuestos, aunque dejó claro que es una decisión que compete al presidente Trump.
Y más recientemente, el presidente Petro advirtió un posible llamado a consultas al embajador de Colombia en Washington, Daniel García-Peña, señalando como un “irrespeto brutal” el plan de sanciones que se había articulado en su contra.
La molestia del jefe de Estado colombiano se dio tras conocerse un montaje fotográfico hecho con inteligencia artificial en el que aparecen Petro y Nicolás Maduro, con el traje color naranja que caracteriza a los presos detenidos en las cárceles de Estados Unidos.
Esa imagen fue realizada por el equipo del senador republicano Bernie Moreno, y estuvo publicada en la página web de la Casa Blanca y en el portal del Departamento de Estado durante varias semanas junto a otras fotografías de un almuerzo diplomático que tuvo lugar el 21 de octubre. Las piezas fueron eliminadas horas después de que se desatara la nueva fisura diplomática.

Este nuevo capítulo de la tensión entre los dos países se da en momentos en que, paradójicamente, las exportaciones no minero-energéticas de Colombia hacia Estados Unidos han crecido desde el momento en que la administración Trump elevó los aranceles.
A seis meses de la entrada en vigor del arancel recíproco del 10 % de Estados Unidos (5 de abril), las exportaciones no minero-energéticas de Colombia a ese mercado crecieron 16 % entre abril y agosto frente al mismo periodo de 2024, al sumar 3.505,3 millones de dólares, frente a 3.025,2 millones de dólares, de acuerdo con cálculos de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia) con base en cifras del Dane. Según este gremio, el desempeño confirma que, para la mayor parte de la canasta, el “10 % se convirtió en el nuevo costo de entrada” global: eleva costos, pero no desarma la ventaja relativa que Colombia ha construido en calidad, cumplimiento y logística frente a competidores que enfrentan recargos equivalentes o mayores.
“Nuestros análisis indican que el 82,7 % de la canasta exportadora colombiana a Estados Unidos tiene un impacto limitado bajo el nuevo esquema. En ese contexto, el tejido empresarial no solo resistió, sino que aprovechó nichos donde Colombia compite por cercanía, confiabilidad y valor agregado”, afirmó María Claudia Lacouture, presidente ejecutiva de AmCham Colombia.
A pesar de este escenario favorable para algunos productos, en el balance general las exportaciones colombianas hacia Estados Unidos –entre abril y agosto– registraron una leve disminución del 1,5 %, alcanzando los 6.292,4 millones de dólares. Esta variación obedece principalmente a la caída del 17,1 % en las ventas de productos minero-energéticos y de oro, por valor de 2.787,1 millones de dólares, “rubros que, si bien no están sujetos a los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, han resentido los efectos de las políticas internas que han desincentivado su producción y exportación”, dijo AmCham Colombia.
Entre los productos no minero-energéticos de mejor desempeño sobresalen el café verde –creció 54 % y las ventas llegaron a casi 804 millones de dólares–, los extractos y esencias de café —con 111 % de aumento y ventas por 99,2 millones de dólares—, banano, con un incremento del 64 % e ingresos por 127 millones de dólares, y puertas y marcos de aluminio con más de 260 millones de dólares y un crecimiento del 5 %.

También se destacan el sector floricultor, con ventas por más de 260 millones de dólares y los transformadores eléctricos. Además, el aguacate Hass registró un aumento del 82 % y alcanzó casi los 69 millones de dólares en ventas y los ingresos por cuenta del limón Tahití sumaron 42 millones de dólares.
Según AmCham Colombia, “el 10 % cambió las reglas, no la historia”. Explicó que Colombia —por su TLC— no tenía arancel base en la mayoría de los bienes no minero-energéticos y pasó a pagar el 10 % adicional, al igual que buena parte de sus competidores. En septiembre, la Casa Blanca creó el anexo PTAAP para posibles reducciones del 10 % a los no minero-energético (incluso 0 %) en productos listados, sujeto a acuerdos recíprocos”.
En ese contexto, de acuerdo con los análisis de este gremio binacional, estos son los cuatro riesgos que Colombia debe anticipar. El primero, la ventana competitiva de terceros. Varios países ya avanzan para atenuar o desactivar el 10 % con Estados Unidos. Puso el ejemplo de Chile que lleva tres rondas y está cerca del cierre. También resaltó a El Salvador que está en etapa final; Ecuador, con cinco rondas y expectativa de cierre en meses; mientras Costa Rica y Bolivia tienen procesos en marcha. Por eso, indica AmCham Colombia, es urgente activar la negociación priorizada por subpartidas con mayor tracción en Estados Unidos.

El segundo desafío es quién paga el arancel. De acuerdo con estimaciones de Goldman Sachs, el 88 % del costo ha recaído dentro de Estados Unidos: 51 % empresas y 37 % consumidores. “Con mayores acuerdos y estabilidad para socios como Reino Unido, Japón y Vietnam, los compradores estadounidenses empiezan a exigir descuentos a proveedores sin alivios equivalentes, trasladando el costo a exportadores extranjeros. Si Colombia no asegura un marco similar, será el eslabón que absorba el ajuste”, advirtió el gremio.
En tercer lugar, está la expectativa en el marco de la definición de la Corte Suprema en Estados Unidos, ante los alcances que puede tener el arancel recíproco. “El escenario que se estima es acotarlo en tiempo y sectores, más que eliminarlo. Traducción para Colombia: riesgo menos difuso y más focalizado (metales, agro, equipos, etc.), que exige monitoreo por partida arancelaria y planes de continuidad de negocio por sector”, anticipó AmCham Colombia.
Y, finalmente, el riesgo político-relacional; es decir, medidas selectivas. A su juicio, episodios de confrontación pública entre gobiernos pueden gatillar recargos país, específicos mediante herramientas como IEEPA (emergencia económica), seguridad nacional o exclusión de “listas de alivio”. “Es el tipo de mecanismo aplicado recientemente a países como Brasil”, afirmó AmCham Colombia.

Lacouture agregó: “Estados Unidos sigue siendo el socio comercial más relevante para Colombia, no solo por el volumen de intercambio, sino porque representa una vitrina de alto valor y exigencia que impulsa la sofisticación de nuestro aparato productivo. Lo que estamos viendo hoy es una prueba de que el empresariado colombiano ha sabido adaptarse, innovar y competir en medio de condiciones globales desafiantes”.
Señaló la dirigente gremial que este crecimiento no puede quedarse en un reflejo coyuntural. Por el contrario, debe consolidarse en una estrategia de largo plazo que potencie los sectores con mayor valor agregado, promueva la diversificación de nuestra oferta exportable y fomente la transformación productiva. “Esta es una oportunidad para posicionar a Colombia como un proveedor confiable, sostenible y de alta calidad para el mercado norteamericano, aprovechando las ventajas de cercanía, afinidad empresarial y complementariedad entre ambas economías”, puntualizó Lacouture.


