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EL AGUILA Y EL BALON

El Mundial del 86: un largo camino desde 1970.

7 de junio de 1982

Podría llamarse el santuario del águila. Un salón alfombrado de rojo y con paredes enchapadas en buena madera como un club inglés, en el piso once del Banco de Colombia, donde aquella mañana se habían reunido, en torno a Jaime Michelsen, los pesos pesados de la industria y las finanzas.
Cuando el ministro de Gobierno Jorge Mario Eastman, apareció con un deportivo traje principe de gales gris claro, el altivo Roberto Ordóñez, tomando el micrófono, lo saludó con un sorprendente: "Doctor Eastman, se encuentra usted rodeado por la empresa privada".
Y lo estaba, en efecto, con una vistosa excepción: los ejecutivos del grupo Santodomingo, que posteriormente se excusaron de comprometer recursos en la empresa. Pero los que tomaban asiento en aquella ceremonia (Jaime Michelsen y Carlos Ardila, entre otros), daban ya un respaldo impresionante al anuncio que vendría después: la empresa privada colombiana constituiría una corporación para realizar el torneo mundial de fútbol de 1986. Su aporte era suficiente para hacer pestañear a cualquiera, inclusive a hombres como aquellos que tanta confianza le han cobrado a las cifras: 5.600 millones de pesos.

EL COMIENZO
Una parte ínfima de esa inversión se había gastado ya: en ese momento, once de la mañana del viernes 23 de abril, estaba lista la ofensiva publicitaria que se hará en España durante junio próximo. Y estaban listos los bocetos de la campaña "Gol de Colombia", que todo el país verá durante los próximos cuatro años.
Un pequeño grupo de periodistas, rodeando la veintena de hombres de empresa que había llegado dos horas antes, presenciaron el nacimiento de la Corporación Colombia 86, ente de derecho privado, sin ánimo de lucro, que llevará a cabo el torneo independientemente o bajo la dirección del gobierno.
Culminaba un largo proceso, iniciado en febrero de 1970, cuando Alfonso Senior, el más veterano de los dirigentes futboleros, tuvo repentinamente la idea de hacer un Mundial en Colombia. Se encontraba en México, observando la preparación del inminente campeonato, en calidad de miembro de la Fifa. Fue entonces, en la soledad de su habitación de hotel, cuando se le ocurrió por vez primera. "¿Por qué no, se dijo, si Chile y México han podido?".
Quince días más tarde, en El Campín de Bogotá se celebraba un acto preinaugural de los Juegos Nacionales de Ibagué. Alfonso Senior se dirigió al entonces presidente Carlos Lleras presente en la ceremonia, y le planteó su idea en forma sucinta. Lleras asintió levemente y le dio una cita a Senior para el lunes siguiente.
Dos meses después, en mayo del 70 el embajador colombiano en México, César Augusto Pantoja, presentó la solicitud formal del país ante el presidente de la Fifa, Anthony Ross, quien manifestó que tomaba nota y que aún era muy temprano para pensar en el 86.
Durante cuatro años, y con el apoyo gubernamental, Senior gestionó la aprobación de la Fifa. En junio de 1974, la asamblea de la Fifa reunida en Frankfurt poco antes del Mundial de Alemania, aceptó. Por primera vez se aclamaba a un país como sede de un Mundial, en lugar de elegirlo por votación.

SIETE AÑOS DE ANGUSTIA
Pero dos meses después de lograr la sede oficialmente, el Mundial 86 entraba en su primer pantano: el gobierno de López Michelsen nombró una comisión evaluadora, que tardó dos años para pronunciarse en forma negativa.
La comisión había contratado un estudio con la Universidad Nacional, que profundizó en el aspecto hotelero y de televisión en color. La cifra final era exorbitante: quince mil millones de pesos.
El mundial empezó a ser fuertemente debatido por la prensa. El columnista Alfonso Castillo Gómez lo apodó "Fundillón 86", y Lucas Caballero, "Klim", lo tomó como caballito de batalla de sus columnas.
En julio de 1978, la angustia de Senior aumentó. Después de terminado el Mundial de la Argentina, inquietantes rumores habían llegado a sus oídos: ante la inactividad de Colombia, Brasil y Estados Unidos intrigaban ante la Fifa para obtener la sede del 86.
Una comisión de la Fifa encabezada por Joao Harelarpe visitó el país en enero de 1980. Se demoró una semana. Viajó a Armenia, a Pereira, a Barranquilla, Cali y Medellín, observó los estadios y dictaminó que técnicamente Colombia sí podía realizar el torneo.
El gobierno encaminó las cosas por las vías del derecho; quitó la interminable discusión de las manos de la prensa, la Federación de Fútbol y los organismos deportivos, y la entregó al Congreso de la República, para convertir la realización del Mundial en ley de la República, con sus correspondientes estudios y planeamientos.
El proyecto, presentado por la comisión quinta del Senado en noviembre 5 de 1980, transitó afortunadamente por los dos primeros debates a los que debía ser sometido; pero en noviembre, al final del período normal de sesiones, fue "empantanado" durante el tercero, por la tremenda oposición que le hizo el grupo de senadores encabezados por Ramiro Andrade.

LA ENTRADA DEL AGUILA
Finalizó el año legislativo, y contrariamente a lo que se había previsto, la cuestión del mundial estaba sin definir. Entonces pensó en la empresa privada, e invitó al vicepresidente del Banco de Colombia a su oficina comercial.
En la primera semana de diciembre, Roberto Ordóñez se sentó a la mesa rectangular del tercer piso de un edificio situado en la carrera décima con avenida Jiménez. Allí se deciden los asuntos de importaciones de Senior y Compañía, y allí, entre cajas de tabacos "Mosquetero", tapetes verdes y mapamundis, la empresa privada tomó sobre sus hombros la realización del mundial.
La agencia publicitaria McKann Ericsson empezó a trabajar en un extenso audiovisual sobre Colombia. Su colega Esfera de Publicidad dio comienzo a los bocetos de una campaña que subrayará la importancia del torneo como el certamen deportivo de más importancia en el mundo y rescatará los valores y personajes del fútbol local, desde el vendedor de cachuchas hasta el locutor, pasando por el fotógrafo y el mismo futbolista. La Asociación Nacional de Instituciones Financieras inició un estudio de factibilidad económica alrededor del torneo. Finalmente, el 20 de abril, se comunicó la noticia a la prensa.
Tres días después se constituyó la Corporación Colombia 86. Y el lunes siguiente, 26 de abril, se notificó oficialmente al gobierno acerca de la iniciativa privada. El presidente Turbay la acogió complacido, y ocho días después del anunció, el 28, turbay envió un telegrama a la Fifa, comunicando que -por fin- estaba clara la realización del Mundial. Una parte de la empresa privada había hecho en cinco meses lo que el país no había definido en once años.

INTERROGANTES
Quedan, sin embargo, algunos puntos oscuros. El presidente de la Dimayor, Jaime Castro Castro, quien es promundialista ciento por ciento, expresó su inquietud por la posibilidad de que el gobierno pierda el control del mundial. Pero este punto será de los primeros que resuelva el próximo gobierno, según el acta de la Corporación. También hay varios problemas de orden técnico. ¿Qué sucederá con el aumento de 16 a 24 equipos participantes y el número de sedes y subsedes? si el reglamento establece que entre una sede y otra no debe haber una diferencia de más de mil metros de altura, ¿qué sucederá en el caso de Barranquilla y Bogotá, por ejemplo?
Nada de ello parecía inquietar al grupo de personas que aplaudió cerradamente al final de la reunión de aquel viernes 23 de abril. "Aún hay cuatro años para resolverlo", parecían decir las sonrisas, al salir del piso once por el ascensor privado. Cuatro años de un compromiso irreversible, que comenzarán el día de la final en Madrid, cuando sobre el tablero electrónico del estadio -y en todos los televisores del mundo- aparezcan las palabras "Nos vemos en Colombia 86".