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El socio

La IFC, la corporación financiera del Banco Mundial, está convirtiéndose en el principal aliado de los grupos económicos y las empresas colombianas.

6 de enero de 2003

La International Finance Corporation (IFC), el brazo financiero del Banco Mundial que le presta al sector privado, se ha convertido en uno de los socios más activos de los cacaos colombianos. El año pasado entró como inversionista en cerca de una docena de compañías, entre ellas Bavaria, la Nacional de Chocolates, Cementos Argos, Banco Caja Social, Davivienda, Corfinsura, Protección S.A., Suleasing, Surenting, la Triple A de Barranquilla, la petrolera Omimex y, próximamente, el Ingenio Riopaila. Aunque la IFC es conocida de vieja data, pues su presencia en Colombia se remonta a los años 60, cuando estuvo presente en la creación de algunas corporaciones financieras como Corfivalle o Corficolombiana, sólo en los últimos meses ha adelantado una verdadera 'avanzada' para ingresar como socio en las empresas nacionales. De ser una entidad enfocada básicamente a prestar plata para proyectos, la IFC ha comenzado a invertir de forma directa en el sector empresarial colombiano. A comienzos de 2002, por ejemplo, firmó un proyecto con el Grupo Empresarial Antioqueño por 350 millones de dólares para trabajar conjuntamente en el desenroque de las 126 empresas que conforman el conglomerado. Además de otorgarle un crédito de largo plazo por 250 millones de dólares, participó directamente con una inversión de 100 millones de dólares en Suramericana de Inversiones, la holding que reúne las compañías de servicios financieros y de seguros. A Bavaria le aprobó un proyecto de 318 millones de dólares para ayudarle en su proceso de expansión, modernización y reestructuración. Unos 200 millones de dólares corresponden a préstamos sindicados con el Citibank y J.P. Morgan y los 118 millones restantes son inversión directa de la IFC en la compañía. Estos son dos de los casos más sonados, pero no los únicos. A finales del año pasado capitalizó recursos por 25 millones de dólares en la Compañía Nacional de Chocolates y otros 60 millones de dólares en la Compañía de Cemento Argos, que le darán acceso al 12 por ciento de la propiedad accionaria. En el caso del Banco Caja Social la corporación financiera aportó siete millones de dólares en capital y adquirió el 8,4 por ciento de sus acciones. En el de la petrolera Omimex giró 30 millones de dólares para aumentar la producción en los distintos campos petroleros del país y hasta concedió un préstamo por 29 millones de dólares a ISA para que financiara parte de su operación en el Perú. El ingreso de la IFC como socio de las empresas colombianas tiene que ver con el mandato de la entidad de promover inversiones sostenibles del sector privado en países en desarrollo, con el fin de reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de la población. Gracias a sus recursos varias compañías han iniciado ambiciosos procesos de mejoramiento de su gestión productiva y actividades para que su producción sea más limpia y amigable con el medio ambiente, que es otro de los criterios que orienta la corporación. Pero por otro lado, la mayor presencia de la IFC en Colombia -como socio y como proveedor de créditos- tiene que ver con la estrategia adoptada por algunos grupos y empresas colombianas de internacionalizarse. Es así como la agenda de la IFC con el Grupo Empresarial Antioqueño se centra en temas como la independencia de cada una de las unidades de negocio y en el desarrollo de prácticas de gobierno corporativo, con el fin de lograr una estructura más transparente que le permita atraer nuevos capitales y expandirse regionalmente. En el caso de Bavaria, la idea es trabajar en la modernización de las plantas de Bogotá, Medellín (Cervunión) y Barranquilla y trabajar en la adquisición de cervecerías en otros países, además de realizar mejoras en la protección del medio ambiente. "Las inversiones en este tipo de empresas son cruciales para la modernización de la economía colombiana. Nuestra idea es lograr que los capitales se multipliquen a través de proyectos donde exista un amplio potencial de éxito", asegura el representante de la IFC para la región Andina, Paolo Martelli. Mientras que hasta hace poco la Corporación evaluaba entre cuatro y cinco proyectos anualmente, en 2002 recibió más de una docena de iniciativas de compañías colombianas que buscaban financiar sus inversiones. "Junto con los proyectos fueron creciendo los montos. En menos de dos años pasamos de tener un portafolio de 90 millones de dólares a uno de 530 millones de dólares", agrega Martelli. La Corporación también participó en la creación de la Titularizadora Colombiana, que el año pasado empezó a emitir bonos hipotecarios para la financiación de vivienda de una forma más barata a través del mercado de capitales. La participación accionaria en la conformación de dicha Titularizadora, con un capital de 40.000 millones de pesos, asciende al 21 por ciento. Adicionalmente, la IFC acaba de aprobar la creación de un fondo privado de inversión, el 'Fondo Nueva Colombia', que invertirá en empresas medianas y participará en la administración de las mismas. Hasta el momento los socios del fondo son Augusto Martínez, Valor & Estrategia y TCW Latin American Partners, los que están en el proceso de reunir el capital, el cual se estima será entre 40 y 80 millones de dólares, de los cuales la corporación aportará 15. "Estamos buscando empresas que no estén inscritas en bolsa, para inyectarles recursos, fortalecer su operación y, después de cinco años, venderlas a terceros o sacarlas al mercado de valores", dice Augusto Martínez, uno de los socios del proyecto. Así, el trabajo que viene realizando la IFC es el de un socio silencioso que abre nuevas posibilidades para las empresas. Desde las que hacen parte de los grandes conglomerados hasta las que tienen un origen familiar.