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EL SUPER SHOCK

El presidente Fujimori sorprende a los peruanos con un programa de ajuste más duro que el anunciado por Mario Vargas Llosa.

10 de septiembre de 1990

Paradojas de la vida. Los peruanos votaron el 10 de junio en contra de Mario Vargas Llosa, por temor al programa de "shock" anunciado durante su campaña para corregir los desequilibrios económicos de su país. Y eligieron en su lugar a un desconocido: Alberto Fujimori, un ingeniero agrónomo sin ninguna tradición política.

Dos meses después, Fujimori sorprendió a todo el mundo con un programa de ajuste que los observadores consideran como un verdadero "supershock". Los precios de la gasolina, uno de los bienes básicos de la economía peruana, fueron multiplicados por 30. Algunos productos de la canasta familiar, como el pan, el azúcar y los fideos, sufrieron alzas del 300 al 400 por ciento. Y la tasa de cambio fue liberada, con lo que su cotización puede multiplicarse fácilmente por tres.

El plan, que provocó graves disturbios en la capital y en otras ciudades del Perú, se veía venir desde hacía varios días. Pues a pesar de que, recién elegido, Fujimori aseguró que la palabra "shock" debía ser borrada del lenguaje económico y político del Perú, la situación heredada del gobierno anterior no parecía brindar ninguna otra alternativa. La primera señal evidente de la nueva orientación se presentó a mediados de julio, cuando los dos principales asesores económicos de Fujimori, Santiago Roca y Adolfo Figueroa, partidarios de un ajuste gradual, presentaron renuncia de sus cargos. En su lugar fue nombrado Jorge Chávez, un economista de corte neoliberal cuyas primeras declaraciones hablaban ya del sacrificio que tendrían que hacer los peruanos en la primera etapa del gobierno Fujimori, para contribuir a la solución de los graves problemas por los que atravesaba el país.

La renuncia de los dos asesores estuvo relacionada, al parecer, con el resultado de las giras que días antes realizó el presidente Fujimori por el Japón y los Estados Unidos, buscando la colaboración de los organismos de crédito para la reconstrucción económica de su país, cuya situación externa es absolutamente crítica. Fujimori recibió al Perú con un déficit de 144 millones de dólares en el Banco Central y con sólo 122 millones de dólares en el exterior. En tales condiciones, los bancos le habrían exigido a Fujimori la aplicación de un programa de ajuste radical, como condición para estudiar el otorgamiento de los créditos.

La nueva orientación quedó clara cuando el Presidente decidió nombrar al derechista Juan Carlos Hurtado Miller como primer ministro y ministro de Economía. Hurtado era lider de Acción Popular, uno de los puntales del Fredemo el movimiento de Vargas Llosa y había sido ministro de Agricultura en el segundo gobierno de Fernando Belaunde. La designación de Hurtado se produjo diez días antes de la posesión del nuevo presidente.

A Hurtado le correspondió, precisamente, anunciar el nuevo paquete de medidas, que además de las alzas ya mencionadas incluye una liberación total de importaciones, una reducción del arancel aduanero a un máximo del 50 por ciento, un impuesto ternporal del 10 por ciento a las exportaciones y una bonificación especial del 100 por ciento del salario para los trabajadores, con el fin de contrarrestar el impacto del aumento en el precio de los productos básicos.

El objetivo inmediato del programa es "sincerar" los precios, con el fin de crear el ambiente apropiado para reducir los altísimos niveles de inflación que sufre la economía peruana, con índices que superan en la actualidad el 3.000 por ciento anual. Porque la verdad es que en el gobierno anterior se generaron situaciones tan absurdas como el hecho de que una botella de agua mineral costara, para un turista, 40 veces más que un litro de gasolina.

Como resultado de la política populista de Alan García, los peruanos estaban adquiriendo una de las gasolinas más baratas del mundo. Sin importar que la empresa estatal encargada del manejo de los hidrocarburos, Petroperu, estuviera sufriendo un multimillonario desangre. El precio del galón, antes del alza, estaba en 16 centavos de dólar, mientras su costo de producción era del orden de 55 centavos de dólar. No es de extrañar, en tales condiciones, que Petroperú hubiera acumulado pérdidas superiores a los 2.500 millones de dólares en los últimos años.

En la misma situación estaban otras empresas del Estado, como resultado directo de la política del gobiemo de Alan García. Según el entrante ministro de Energía y Minas, Femando Sánchez Albavera, las empresas públicas del Perú sufrieron pérdidas por unos 8.000 millones de dólares en el último quinquenio.

Otro de los objetivos del plan de "shock" es incrementar la generación de recursos externos mediante el aumento de las exportaciones y la reinserción del Perú en el sistema financiero internacional. El primer paso para ello, aparte de la formulación del propio plan, es la liberación total del mercado cambiario y la eliminación, por lo tanto, del dólar oficial, cuya cotización estaba muy por debajo del precio fijado en el mercado negro. Mientras el primero estaba en 53.000 intis por dólar, el segundo superaba la semana pasada los 200.000 intis.

Como contraprestación, el gobierno fijó un impuesto temporal del 10 por ciento a las exportaciones, con el fin de incrementar los recursos del Estado. A diferencia del plan de "shock" aplicado por el presidente Fernando Collor de Mello en el Brasil, sin embargo, la nueva carga impositiva contemplada en los primeros anuncios del esquema peruano resulta bastante reducida. De acuerdo con los observadores internacionales, el programa se carga sobre los sectores de menores ingresos de la población y apenas grava con impuestos ligeros a los sectores más pudientes.

El anuncio de las medidas económicas estuvo acompañado, empero, del lanzamiento de un programa de asistencia social, cuyos lineamientos todavía no estan muy claros, pero que tiene por objeto, precisamente, proteger a los sectores más pobres. Según Hurtado Miller, "el gobierno establecerá centros de comida públicos y subsidiará el agua y los servicios públicos de transporte".

Perú es hoy en día uno de los países con peor distribución del ingreso en América Latina y con unas condiciones más graves de indigencia. "Cinco años después de que García prometió estrechar el abismo entre ricos y pobres en Perú, hay 12 millones de pobres y siete millones de ellos en pobreza crítica, sobre una población de 22 millones", de acuerdo con el nuevo ministro de Economía. La mortalidad infantil en el Perú es una de las más altas del mundo: 81 por mil en las zonas urbanas y cerca de 120 por mil en las áreas rurales.

Según los analistas, en los últimos cinco años se produjo una caída que puede estar entre el 50 y el 70 por ciento en el poder adquisitivo de los peruanos. El salario mínimo legal apenas llega a unos 20 dólares, mientras el valor de la canasta obrera supera en 10 veces ese valor. No es raro por eso que el anuncio de las medidas haya provocado la reacción airada de miles de peruanos.

El programa de asistencia social no resolverá los problemas de los pobres. Es más, es probable que el plan de ajuste los agrave. Pero según el gobierno no hay otro remedio. Aunque se tiene conciencia de que la medicina va a ser extremadamente amarga, se insiste en que es la única manera de salvar al paciente. Si eso es cierto o no, es cosa que se verá, pero mientras tanto los peruanos sólo esperan que el remedio de Fujimori no sea peor que la enfermedad que les dejó Alan García.