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¿QUIEN DA MAS?

El despliegue de mercados móviles y subastas, un experimento anticarestía

1 de julio de 1985

Con subastas y mercados móviles, programas que se adelantan simultáneamente en 240 barrios de Bogotá, el gobierno nacional le ha declarado la guerra a los especuladores con los precios de los artículos de la canasta familiar.
A las seis en punto de un miércoles, cuando aún Bogotá no se ha despertado del todo, en un amplio salón de Corabastos varios funcionarios del Instituto de Mercadeo Agropecuario alzan su voz por entre murmullos y le dicen de un sólo tajo a más de un centenar de comerciantes: "¡Queda abierta la subasta para rematar 100 toneladas de arroz, de diversos tipos!". "Ofertamos arroz tipo 11 B, grado 3, con un precio tope de 4.300 pesos, 4.250, 4.200, 4.150, 4.100, 4 mil, 3.800...".
"¡Conforme... conforme!", responden al unísono nerviosós compradores. Instantes después, se sabe, que se hicieron acreedores a la venta los primeros tres comerciantes que levantaron la mano, cuando el pregonero no había terminado de contar los 3.800. Es un estilo de subasta "a la baja" no al estilo tradicional de ¿ "quién da más? ¿...quién da más?".
A esa misma hora en la carrera 30 con calle 68, cientos de pequeños productores y campesinos, representantes de asociaciones y cooperativas, venidos de Aquitania, Boyacá; de Málaga, Santander, de Girardot, de San José del Guaviare, del Magdalena Medio y de otros remotos puntos de Colombia improvisan toldos sobre el pavimento y descargan rápidamente camionados de plátano, frutas y verduras. Dos horas después, allá en ese mismo sitio, debajo del puente y junto al cementerio del Norte ya está en pleno funcionamiento un mercado popular con todas las caracteristicas de plaza de pueblo: la señora Virginia Racines vende perros calientes con Coca-Cola, mientras amas de casa se surten de productos frescos. Lo increíble de esta historia del nuevo estilo de comercialización "a la bogotana" es que allí, en ese mercado móvil que auspicia Corabastos, la Confederación de Consumidores y el Idema, los precios de los alimentos están bien rebajados. El kilo de mojarra, el mismo que ofrecen a 350 pesos los sofis ticados supermercados del Centro y Chapinero, se obtiene aquí por 220.
El paquete de espinacas por el cual piden 100 pesos en cualquier plaza de ciudad lo ofrecen este miércoles por 30, y las 12 y media libras de papa que en los grandes supermercados cuentan impajaritablemente los 545 pesos, aquí se consiguen por un valor de 310.
Y SIGUE LA CRUZADA...
Esa ingeniosa modalidad de mercadeo popular, ya comenzó a producir milagros: habitantes de los barrios Venecia, San Cristóbal Sur, San Fernando, La Paz, El Quiroga y La Tigrera dicen que, por efecto de esa cruzada del gobierno, los precios de los alimentos de primera necesidad se han mantenido estables en las últimas dos semanas. Los funcionarios del Idema que todos los días rematan toneladas de arroz reconocen, por su parte, que mediante el sistema de subasta "a la baja", evitaron que cayera sobre los colombianos una oleada alcista, pues de un momento a otro los molineros acapararon el grano y alegando una ficticia escasez reajustaron 100, 200 y hasta 500 pesos por bulto. "Nosotros que conocíamos la situación adoptamos de inmediato esta estrategia y logramos "quebrar" los precios. Hoy, por fortuna, las cosas se regularizaron y el arroz se sigue vendiendo al precio de antes y ningún comerciante se atreve a aumentarle un peso porque sabe que el comerciante de al lado que se surtió en el Idema no lo hará". Es un control psicológico que está de moda en Bogotá y que está dando óptimos resultados, pues mediante esa estrategia se ha evitado que se disparen los precios.
Carlos Alberto Díaz Reyes, un ex seminarista santandereano, de estrato campesino, que gerencia desde hace dos años la central de abastos más grande de Colombia, Corabastos, donde se comercializan por día más de mil productos agricolas, sostiene a ple juntillas que con el programa de mercados móviles--plan que adelanta la Alcaldía Mayor del Distrito y Corabastos--, se ha logrado reducir las continuas alzas que afectaban al ama de casa. "Hoy podemos cantar victoria porque el gobierno, a través del Ministerio de Agricultura, tomó la iniciativa de organizar al campesino, al pequeno productor y al pequeño comerciante para que conjuntamente con cooperativas y asociaciones se ofreciera directamente a la ciudadanía los artículos de primera necesidad, tan pronto llegaran del campo.
Mediante este programa hemos eliminado por lo menos en un 80% por ciento la intermediación y si hoy los precios no se alteran cotidianamente como ocurría antes es porque se están llevando los alimentos del productor al consumidor".
EN CORABASTOS
Corabastos es una inmensa ciudadela agrícola de 800 mil metros cuadrados que se levanta a espaldas del bullicioso Bogotá. Allí se apretujan día y noche cien mil personas dedicadas al comercio de alimentos. Con la creación de esa Central de Abastecimientos, los colombianos se habituaron a hacer el mercado semanal, teniendo en cuenta el precio promedio que impera en esa gigante ciudad agrícola. "Para hoy se advierte la aparición de cosechas de manzana y durazno, procedentes del departamento de Boyacá...
En el sector de frutales la guayaba registra ligeros aumentos de of erta, disminuyéndose su precio... Naranja, curuba y lulo observan precios estables. Los productos que registran descensos dentro del mercado de hoy son la papaya, mango, aguacate maracuyá". Boletines noticiosos como estos, se escuchan todos los día en la radio. Gracias a la especializada labor de sondeo en el sector agro, Corabastos suministra diariamente un registro de precios de productos por kilo o por tonelada y se da a conocer al público hasta su nivel de variación con relación al día anterior.
Como los colombianos ya se hicieron a la sana costumbre de sintonizar la radio o esperar el boletín de precios que suministra la televisión antes de salir a comprar su mercado, esa recomendación lacónica de cómo amanecieron los precios "es el mejor favor que les hace Corabastos". Carlos Alberto Díaz Reyes, afirma que el papel de Corabastos no se limita a leer diariamente la tabla de precios o a recomendar el consumo de los productos abundantes y baratos. "Desde un comienzo nos hicimos el firme propósito de enseñar a la gente que cuando hay una buena cosecha de un producto los precios bajan y que obviamente el consumidor no debe comprar las frutas o alimentos si se sabe que no hay la suficiente producción en la época y por lo tanto sus precios están por las nubes. Desde aquí también le insistimos al ama de casa que para que el dinero le rinda debe comprar productos de segunda que son ofrecidos a precio de realización y su calidad es buena".
DEMOCRACIA HASTA PARA FIJAR PRECIOS...
La forma como se regulan los precios de los alimentos en Bogotá es otra película de corte económico bien interesante que nadie conoce.
Observada la tendencia de precios que elabora Corabastos, cooperativas, asociaciones y comerciantes se van a una mesa de discusión todos los martes y viernes para pelear las alzas o "las bajas". "Nosotros no permitimos un reajuste mínimo sino se comprueba que hay escasez y reajuste en determinado producto", admite el gerente de la Central de Abastos. En ese debate público, que tiene lugar usualmente en el teatro de Corabastos, salen íristes los comerciantes, orgullosos los representantes de los estamentos del gobierno, y muy alegres los voceros de los consumidores colombianos. Los precios que se acordaron en esa larga reunión, serán los precios que regirán toda la semana y nadie los puede reajustar. Quien lo haga corre el riesgo hasta de ir a la cárcel por especulación tal como lo consagra el nuevo Código Penal Colombiano. -