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¿RETOÑA EL AGRO?

Las nubes del invierno no alcanzan a oscurecer las buenas perspectivas del panorama agrícola.

10 de diciembre de 1984


A penas transcurridas unas cuantas semanas desde que diferentes medios anunciaran una leve pero firme recuperación del sector agrícola colombiano, la fuerte temporada invernal que azota al país le ha puesto de nuevo un gran signo de interrogación al cumplimiento de tales pronósticos.

Sin embargo, todavía es imposible predecir con certeza el efecto de la recia estación de lluvias. Para la mayoría de los analistas, tal como están las cosas parece que durante 1984 se lograrán rendimientos superiores a los calculados al principio del año, esperándose un desempeño todavía mejor en 1985. Los estimativos preliminares del ministerio de Agricultura hablan de un crecimiento del 2.3% en el producto agrícola durante este período y para el próximo año, otros especialistas piensan que se podría alcanzar una cifra cercana al 4%.

Obviamente, dentro de este panorama hay cultivos que se destacan más que otros. Tal es el caso del algodón, al que se le puede adjudicar buena parte de la recuperación vivida y de las buenas expectativas para 1985. Después de una profunda crisis durante los años inmediatamente anteriores, factores internos y externos se han conjugado para devolverle al cultivo el atractivo que tuvo en otras épocas. El mejoramiento del precio de la fibra en el mercado internacional, la mayor tasa de devaluación interna y la colocación de un CERT alto para promover las exportaciones, han llevado a que la producción se duplique en sólo un año y que, con base en lo estimado se vuelva a multiplicar por dos para 1985. Según las cifras preliminares, los sembrados en la región de la Costa y el departamento del Meta pasaron de unas 85.000 hectareas en 1983 a una suma cercana a las 160.000 en el segundo semestre del presente año.

Un caso contrario lo representa el café, que constituye cerca de una cuarta parte del producto agrícola, y que está cayendo en términos de producción, al cabo de una cosecha especialmente buena en 1983. Como se sabe, la Federación de Cafeteros está estimulando la sustitución de cultivos, para corregir el problema de super producción cafetera que ha obligado al país a almacenar una cantidad cercana a los 12 millones de sacos, cifra que supera la cosecha de un año. Los estimativos preliminares del ministerio de Agricultura hablan de una reducción en la producción cercana al 3.6%. Con todo, hay que anotar que esta cifra puede ser superior si el invierno es muy fuerte en las zonas cafeteras. Como resultado, ello podría influir para que el crecimiento agrícola en 1984 fuera menor de lo esperado (sin tener en cuenta el café, seria del 4.1%), aunque redundaría benéficamente en el problema de almacenamiento del grano.

Otros frentes presentan resultados diversos. Entre los cultivos semestrales se anticipa una caída en el arroz, debido a la excesiva oferta que saturó los mercados e hizo caer los precios los años anteriores. Un comportamiento similar tendrían la soya y el sorgo, aunque se aclara que estos son, normalmente, sustitutos del algodón y, por lo tanto, cuando este último se cultiva más, el área sembrada en los otros dos disminuye.

Por su parte, las siembras anuales se han visto favorecidas por buenos rendimientos en el banano, en cuyas zonas de cultivo el clima ha estado muy favorable. Una fuerte demanda interna, unida a buenos precios internacionales, ha estimulado las producciones de palma y cacao en forma destacada. No obstante, en este tipo de siembras queda la duda sobre los verdaderos estragos del invierno.

Uno de los primeros daños de la temporada de lluvias, parece el de entorpecer el proceso de preparación de la tierra en ciertos cultivos que por diversas razones tienen "fecha limite".

Pero en lo que hace al desempeño futuro del agro, se acepta que los precios internacionales de los productos agrícolas, unidos a las políticas internas de comercialización, van a ser determinantes en el comportamiento de ciertos productos dedicados a la exportación. La mayor duda en este punto tiene que ver con el algodón, pues los precios de la fibra han bajado ostensiblemente y se teme una situación tan desastrosa como la de 1982. Con todo, se arguye que la sustitución de importaciones mejora el panorama, pues en más de un caso el país ha recuperado el auto abastecimiento gracias a las prácticas proteccionistas. También se espera que se logre al menos una mínima apertura en los mercados fronterizos, una vez que el efecto de las devaluaciones masivas adoptadas por Venezuela y Ecuador se diluya. Por último, se considera que ciertas producciones como las de arroz y trigo, tocaron fondo y no tienen otro camino sino el de la recuperación.

Entre las muchas causas que pueden ocasionar un traspié del sector agrícola en 1985, la primera tiene que ver con la situación general de la economía, cuyas perspectivas no son nada buenas. Existe el temor de que ante un incremento en la producción agrícola, la demanda interna no reaccione y eso acabaría con la efímera recuperación. Lo anterior se complementa con los mercados internacionales donde hay indicaciones de futuros problemas en artículos que el país exporta. Las dificultades de la política económica colocan una sombra de duda sobre el comportamiento del crédito, tanto del Fondo Financiero Agropecuario, como de la Caja Agraria. La falta de recursos en condiciones favorables es una posibilidad seria, pues la Caja no ha salido de sus problemas de liquidez y se rumora que el gobierno desea limitar el dinero del cual disponen los Fondos Financieros del Banco de la República. Un tercer factor que ha evolucionado en forma preocupante, tiene que ver con la estructura de costos de los cultivadores. El encarecimiento de los insumos importados y el alza en los salarios son citados como un peligro potencial debido al cual los agricultores pueden quedar estrangulados ante un mercado interno débil que no asuma los mayores costos.

Sin embargo, por ahora la coyuntura más inquietante tiene que ver con los miles de hectáreas inundadas como consecuencia del invierno. Si bien es posible que los cultivos perdidos no entren en las cifras oficiales debido a que cada campesino afectado labora una franja pequeña de tierra, hay especialistas que afirman que el efecto combinado puede ser devastador y traer consecuencias de todo tipo. El resultado de una caída en la recolección de los llamados cultivos de pan coger puede, según su magnitud, llegar a extenderse hasta el sector formal de la economía y entrar a ejercer presiones que hasta ahora no han sido consideradas.