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TELEFONOS MUDOS

30.000 líneas descompuestas...y la culpa no es sólo del agua.

7 de junio de 1982

De repente se convirtió en el mayor dolor de cabeza de los bogotanos. Casi como si les hubieran cortado la lengua. Más de 30.000 teléfonos dañados en forma simultánea y el incremento al absurdo de los problemas asociados con el servicio, han estado a punto de desatar una histeria colectiva.
Sin ser el servicio público más importante desde el punto de vista de las llamadas necesidades básicas, es evidente que el teléfono se ha convertido en un auxiliar indispensable en las labores de la mayoría de la población, desde los altos ejecutivos hasta las amas de casa.
Las dificultades vividas por miles de bogotanos en los ultimos meses, debidas a los problemas presentados en el servicio por causa del invierno y del conflicto laboral en la empresa, así lo han demostrado. Y, sin embargo, poco sabemos de él. En 1885, apenas nueve años después de que Alejandro Graham Bell realizara su gran invento, Bogotá contaba ya con 47 aparatos telefónicos, instalados por la Compañía Colombiana de Teléfonos, empresa fundada un año antes por el cubano José Raimundo Martínez.
Casi un siglo después, en 1982, la Empresa de Teléfonos de Bogotá, constituída como tal en octubre de 1940, tiene cerca de 500.000 abonados y más de 170.000 líneas instaladas esperando ser conectadas a las residencias respectivas para entrar en servicio.
En la actualidad, si un solo bogotano decidiera realizar en forma consecutiva todas las llamadas que hacen en un día los habitantes de la capital, se tardaría 46 años, 3 meses, 16 horas y hablando por teléfono, sin contar el tiempo que tendría que utilizar en hacer las marcaciones. Tal es la magnitud alcanzada por el servicio en Bogotá, en donde hay instalados 11 teléfonos por cada 100 habitantes.

EL GRAN SALTO
En la época en que se fundó la Empresa de Teléfonos de Bogotá, en el año 40, se atendían unos 9.000 suscriptores y el costo de instalación de una línea era de 6 pesos. Hoy en día se atienden 492.776 abonados y el precio promedio cobrado por la empresa para la instalación de una línea es de 14.500 pesos en el sector residencial y de 26.250 en los sectores industrial y comercial.
Y mientras en 1940 el directorio telefónico de la capital tenía menos de 60 páginas y en el servicio de información las señoritas encargadas de atender al público conocían de memoria los números de todos los suscriptores, el directorio de 1982 tiene 2.762 páginas distribuidas en dos gruesos tomos y es necesario destinar varios minutos a localizar un número cualquiera.
Diariamente la Empresa de Teléfonos de Bogotá registra en promedio 8 millones de marcaciones, correspondientes cada una a tres minutos de conversación aproximadamente. Y a pesar de lo difícil que resulta comunicarse con una cualquiera de las industrias o comercios de la capital, el mayor número de marcaciones corresponde al sector residencial. Claro está que este es el sector que tiene instaladas el mayor número de líneas: 346.000 de las 500.000 en servicio.

DAÑOS Y DESTRUCCION
Al número 14, que corresponde al teléfono de la empresa destinado a recibir quejas de los usuarios, entran diariamente cerca de 4.000 llamadas, de las cuales sólo un 23 por ciento, resulta ser de reclamos efectivos. Y, según la empresa, en épocas normales (sin invierno y sin pleito) el 70 por ciento de los daños son reparados en menos de tres días. Claro está que hay daños que duran más de un mes.
Y a propósito de daños, de los 6.487 teléfonos públicos instalados en la capital, unos 440 permanecen por fuera de servicio en promedio cada día. Es interesante anotar que los bogotanos se gastan cerca de 500.000 pesos diarios en hacer igual número de llamadas desde los diferentes teléfonos públicos de la ciudad.
También es necesario decir que aparte de los daños "normales", es preocupante la vandálica destrucción de estos teléfonos que se presenta en Bogotá. Mensualmente un promedio de 455 aparatos son mutilados por los usuarios, o mejor, por los antiusuarios.

Y QUE DE LA CALIDAD
No obstante el rápido crecimiento de la empresa en los últimos años, Bogotá, sigue siendo una ciudad relativamente incomunicada, tal vez por causa de su rápido crecimiento. Muchas urbanizaciones populares dependen de los llamados teléfonos mensajeros, que son teléfonos públicos que no solo emiten sino que reciben llamadas y de los cuales hay instalados 42 en la capital.
No obstante, es necesario señalar el esfuerzo que se está haciendo por ampliar las redes. Para los próximos tres años, por ejemplo, se han proyectado ampliaciones superiores a las 160.000 líneas. Sigue planteado, sin embargo, el problema de la calidad del servicio, el cual se vuelve más complejo a medida que aumenta su cantidad. Porque resulta preocupante el aumento en la frecuencia de los cortes... ¡ALO!