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El negocio natural de EPM es la generación de energía, tiene varias hidroeléctricas como Porce I y II y proyectos clave como Porce III. Isagén, por su parte, tiene el 18 por ciento de la generación eléctrica del país

ENERGÍA

Venta express

El gobierno está buscando una manera rápida de vender Isagén. Ofrecérsela a EPM, como dijo el presidente Uribe, es la vía más expedita, pero también la más polémica.

8 de agosto de 2009

Hace tres semanas, el presidente Álvaro Uribe propuso negociar directamente con Empresas Públicas de Medellín (EPM) la parte que la Nación tiene en Isagén.

La idea sorprendió a todo el mundo. Una semana atrás se había anunciado con bombos y platillos que el proceso de privatización de la empresa estaba a punto de empezar. La propuesta de Uribe significaba que hubo cambio de planes. ¿Qué pasó?

Todo indica que la privatización de Isagén, con la que el gobierno recibirá tres billones de pesos, se ha empezado a enredar. La banca de inversión no ha podido ponerle el precio a la compañía por las contingencias millonarias que tendría que enfrentar un potencial inversionista. De otra parte, los fondos de pensiones podrían, en la etapa del sector solidario, hacerse a la mayoría de Isagén sin tener que pujar con ningún otro comprador. Cabe recordar que las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) ya tienen el 15,30 por ciento de la empresa, así que le saldría todo mucho más barato, lo que no favorece los intereses fiscales del gobierno.

Por esta razón, el gobierno se ha dado a la tarea de encontrar una manera más expedita de vender esta compañía y contar con los cuantiosos recursos este año, tal como figura en el plan financiero del Ministerio de Hacienda.

El gobierno parece haber concluido que el camino de la privatización tiene demasiados obstáculos que podrían, cuando menos, alargar este negocio. El presidente Uribe se dio cuenta de esto y por eso busca alternativas.

Pero ¿por qué razón ofrecérsela a EPM como tabla salvadora y no a otra compañía del sector energético, como Emgesa o Unión Fenosa? ¿Y acaso no significa esto reabrir una vieja polémica del sector relacionada con posición dominante en el suministro de energía?

El hecho es que Isagén sólo podría ser vendida a otra entidad pública, como es EPM, sin necesidad de acudir al proceso de privatización. Sería un negocio directo y rápido. La Nación no podría negociar con otra empresa que tenga una participación privada (caso Emgesa o la Empresa Energía de Bogotá).

A primera vista, sería un negocio que tiene mucha lógica. EPM, además de ser accionista de Isagén con el 13 por ciento, siempre ha soñado con hacerse a la totalidad de la empresa, que tiene casi el 70 por ciento de su capacidad de generación en Antioquia, un gran aporte para la cadena de negocio de la compañía paisa, que tiene su hábitat natural en el mercado de la energía eléctrica.

Sin embargo, si EPM se quedara con Isagén, tendría casi el 40 por ciento de la generación energética del país. Sólo pensarlo abre una fuerte polémica. En este momento, la regulación le impide a un mismo grupo económico tener más del 25 por ciento de la generación.

La preocupación central es por las tarifas de energía. La generación es la fase más importante en este sector, porque todos los demás actores (transportadores, distribuidores y, obviamente, usuarios) dependen de ella. En un escenario de concentración, los proveedores de energía serían muy pocos y esto podría subir el precio del servicio.

Es decir, para que EPM se quedara con Isagén habría que modificar la norma. Un mensaje que a pocos les gusta.

Es claro que el gobierno Uribe tiene afán por vender Isagén, y el proceso de privatización está muy enredado. Se necesita mucha creatividad para superar los escollos. Por cualquiera de los caminos, hay muchas zonas grises.