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Ajover espera abrir nuevas plantas en Estados Unidos y Canadá, para profundizar el mercado de la Costa Oeste

AJOVER

Verde que lo quiero verde

La planta de la multinacional colombiana Ajover es la más arborizada de Mamonal, Cartagena y su ejemplo, poco a poco, comienza a sensibilizar a las industrias vecinas.

2 de mayo de 2009

Luego de atravesar la bahía de Cartagena para llegar a Mamonal, la embarcación se detiene en un muelle de 500 metros de largo. No resulta fácil adivinar que detrás del tupido bosque de mangle que crece en el borde de ese sector de la bahía funciona Dexton, una planta productora de resina de poliestireno que es parte de la multinacional colombiana Ajover.

Unos 100 metros tierra adentro está la planta. De sus chimeneas no sale ni una traza de residuos sólidos. La misma sensación se percibe en las distintas salas de la fábrica. En muy pocos lugares se perciben olores de sustancias químicas (bastante atenuados, por cierto), y la contaminación auditiva, inevitable en algunos de los procedimientos, no sale de las cuatro paredes donde operan las máquinas ruidosas.

Todo el material que sobra en los distintos procesos se recoge, se muele y reutiliza.

En la planta funcionan dos canales separados para la conducción de las aguas lluvias y las que salen de la planta, que reciben un tratamiento con trampas de grasa y de residuos sólidos. En un país como Colombia, donde los ríos y mares reciben cualquier cantidad de desechos tóxicos y aguas negras sin tratar, llama la atención el caso de Ajover. "Tomamos esta decisión en 1987, cuando decidimos montar la planta en Cartagena", recuerda Elis Douer, presidente de Ajover, quien les enseñó a sus hijos a valorar la naturaleza. Cuando los ingenieros norteamericanos que contrataron para construir la planta de Cartagena preguntaron por las normas ambientales vigentes en Colombia. "Los funcionarios del Inderena nos dijeron que no había nada reglamentado al respecto, así que decidimos construirla con todas las normas ambientales vigentes en Estados Unidos", señala Albert Douer, hijo de Elis.

La historia de Ajover comenzó en 1961. Su nombre es el acrónimo de su fundador, Alberto José Verswyvel, ciudadano colombiano de origen belga que había montado una planta de PVC. En 1980 la puso a la venta. Elis Douer, un industrial barranquillero que provenía del sector textil y que en aquel momento tenía 49 años, decidió arrancar de cero y a partir de ese momento comenzó la expansión de Ajover. "Empezamos a sacar una teja que aún no había sido muy comercializada por Verswyvel, y la volvimos famosa por la publicidad". Hace referencia al comercial que decía que "a las tejas Ajover no les pasan los años, únicamente la luz". En esa época, Albert y Daniel, los hijos de don Elis, estudiaban en el exterior. Los llamó y les preguntó si querían quedarse afuera o volver a la fábrica. Cuando ambos le respondieron que querían volver, comenzó la expansión de Ajover. Y llegaron nuevas marcas para los diferentes productos que comenzaron a producir.

A las plantas de Álamos Norte, en Bogotá, y Madrid, Cundinamarca, se sumó la de Dexton en Cartagena, inaugurada en 1989. En ella decidieron aplicar la tecnología más avanzada del momento lo que, pocos años después, cuando se abrieron las fronteras y arrancó la apertura económica, los encontró en condiciones óptimas para competir en mercados internacionales. "Este ha sido el resultado de nuestro interés por ser eficientes. Era muy cómodo que a uno le subvencionaran la ineficiencia y los sobrecostos de producción por la falta de competencia". Y el hecho de acatar las normas ambientales vigentes en el mundo también les abrió puertas en mercados que son muy exigentes en ese tema.

Ya en 1993 crearon una distribuidora en Valencia, Venezuela, y dos años más tarde se unieron con Vencor de Venezuela para producir tejas ThermoAcoustic. En 1999, Ajover fundó Crescent Trading Group, de Estados Unidos, y comenzó a incursionar en el mercado de Norteamérica. En 2001 se unieron con Extru S. A., una planta manufacturera de películas de PVC en Pamplona, España, a la que siguieron las alianzas con compañías similares en Israel y en Turquía, y de distribución en Gran Bretaña e Italia.

Entre 2003 y 2005 Ajover duplicó su capacidad de producción de películas y abrió un centro de distribución en Polonia. Un año después comenzaron a operar dos nuevas plantas en Cartagena y en Charlotte, Carolina del Norte, Estados Unidos. Ajover es la marca de productos como tejas plásticas, tanques para el almacenamiento de agua y láminas traslúcidas. Darnel, un nombre "inspirado en la actriz Linda Darnell", como recuerda Elis Douer, agrupa desde empaques para el hogar, supermercados y restaurantes, hasta platos, cubiertos y bandejas espumadas especializadas. Bajo la marca Crescent Garden producen macetas y otros productos de jardinería.

Dexton provee la materia prima, el poliestireno, para muchos de los procesos de Ajover, así como para otros clientes en el exterior. Dexton produce tanto poliestireno como poliestireno de alto impacto.

El compromiso ambiental de Ajover no sólo se limita a los procesos industriales sino también a lo que fabrican. Como señala Douer, todos sus productos son ciento por ciento reciclables.  Fue la primera empresa colombiana en producir plásticos espumados (conocidos popularmente como icopor) completamente libres de sustancias clorofluorocarbonadas, que tanto han afectado la capa de ozono.

El gran reto de la empresa, así como de otras empresas fabricantes de plásticos, es enseñarle a la comunidad que el plástico no debe considerársele como un material desechable. Sí se puede (y se debe) reciclar, y que sólo se le debe considerar como basura y un material maligno cuando no se le dispone de manera apropiada y llega a los ríos y mares.

En el futuro cercano planean montar nuevas plantas en Estados Unidos para cubrir el mercado de la Costa Oeste. "Necesitaríamos cuatro o cinco plantas nuevas en Estados Unidos y Canadá". Y también piensan en nuevas plantas en Colombia, que claramente es el país preferido de los Douer. "Todo empieza con un sueño y después intentamos hacerlo realidad", remata don Elis con una sonrisa.