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VUELVEN LOS EMERGENTES

Santiago Millán, analista de I.D.E.A. en Wall Street, habla sobre las perspectivas de las <BR>bolsas más importantes del mundo en 2000.

18 de octubre de 1999

Durante la última dEcada los mercados accionarios de los países desarrollados (con
excepción de Japón) han mostrado rentabilidades atractivas y alcanzado valuaciones históricamente
altas, ayudadas por un ambiente de expansión económica, amplia liquidez y una inflación baja. En los
mercados emergentes, en cambio, la historia ha sido completamente distinta, en particular por la
dificultad en encontrar acceso a los mercados internacionales de capital.
Se espera que el año entrante, sin embargo, llegue con otros cuentos que contar. En efecto, en los países
emergentes las valuaciones de las acciones todavía se encuentran en niveles por debajo de su promedio
histórico; por esto se espera que durante 2000 las bolsas de los países industrializados abran paso a la
gran recuperación de los mercados en vías de desarrollo. Pero ésta no será automática y dependerá de tres
factores fundamentales: las tasas de interés y el crecimiento económico de Estados Unidos y la tasa de
cambio del dólar contra el euro y el yen.
El escenario más probable es el de una desaceleración en Estados Unidos y una reactivación de Europa y
Japón. Sin embargo el menor crecimiento norteamericano y la debilidad de su moneda no pondrán en peligro
la estabilidad de los mercados financieros mundiales. En consecuencia, se espera que las naciones
emergentes puedan nuevamente acceder a los mercados de capitales internacionales con el fin de financiar
su crecimiento, bajar las tasas de interés y lograr estabilidad en sus tipos de cambio. Todas estas
condiciones favorecen retornos en las acciones más altos que los de este año.

El coloso del norte
En Estados Unidos el crecimiento económico será de entre 3 y 3,5 por ciento arrancando el siglo. Al mismo
tiempo se espera que el dólar se debilite frente al euro y el yen, pues el desempeño de las economías de
Europa y Japón atraerá inversión hacia esos países y fuera de Estados Unidos. Por estas razones la
rentabilidad de los mercados norteamericanos _que ha sido de 22 por ciento en promedio para el índice
líder, el S&P 500_ no promete ser tan buena como en el pasado. La incertidumbre sobre las tasas de interés,
la inflación y los flujos de dinero hacia la bolsa también llevarán hacia una mayor volatilidad en la bolsa.
Pese a estos factores es difícil ser apocalíptico sobre el comportamiento de las acciones en Nueva York. Los
patrones demográficos de Estados Unidos todavía sugieren que el grueso de la población seguirá aportando a
fondos de retiro, en su mayoría a papeles de renta variable, los cuales prometen un rendimiento más alto que
la renta fija en el largo plazo. Aunque los índices en general no prometen ser tan buenos como en el
pasado existen sectores en los que se vislumbran aumentos muy altos, como los de semiconductores,
tecnología y telecomunicaciones. En particular, las compañías que exportan bienes de alta tecnología
quizá tengan un año muy bueno al verse favorecidas por un dólar más débil.

Repunta el viejo continente
Los centros financieros europeos seguirán ganando importancia durante 2000. Se espera que la moneda
única, la aceleración de la reactivación económica y el debilitamiento del dólar lleven a que se mejoren
sustancialmente las ganancias de las acciones en el viejo continente. Vale la pena mencionar que este
escenario es en gran medida el revés de lo que ocurre este año, pues la inestabilidad y debilidad del euro y
la fuerza del dólar han atraído flujos hacia Norteamérica.

Vuelven los tigres
En Asia el factor más importante para los mercados durante el próximo año será la lenta pero sostenida
recuperación de la economía japonesa; se espera que crezca 2 por ciento durante el próximo año. Esta
recuperación, junto con la posible revaluación del yen, promete una repetición de las altas utilidades
accionarias que se han visto en Japón durante este año: el índice Nikkei ha acumulado un incremento de
37 por ciento en dólares en 1999.
Otro efecto positivo en la recuperación de la economía nipona será la disponibilidad de capital para
inversión en otros países de la región. Adicionalmente, el progreso en las reformas estructurales en estas
naciones podrá alentar aún más los mercados accionarios del sureste asiático.

Los vecinos
En lo que va de 1999 la trayectoria de las bolsas latinoamericanas ha sido dispar y volátil pues el
desempeño de las acciones después de los efectos de las crisis en los mercados emergentes no ha sido
consistente en todas los países. La Bolsa de Bogotá, por ejemplo, ha tenido el peor rendimiento de la región
_con un retroceso de 35 por ciento en dólares_, seguida por Venezuela con 8 por ciento. Mientras tanto la
bolsa mexicana ha tenido retornos espectaculares, de más de 34 por ciento, gracias a una economía robusta,
tasas de interés en descenso y un peso relativamente estable.
Durante el año entrante se proyecta un mayor crecimiento para todas las economías latinoamericanas
con excepción de México. Las perspectivas más optimistas son para los países en los cuales se
espera la reactivación más significativa, como Argentina y Brasil. En Argentina se podría observar un
aumento del PIB de 3 por ciento en 2000 después de una fuerte recesión este año. La incertidumbre política
que pudiese afectar este pronóstico se ve disminuida gracias a que las elecciones presidenciales son en
octubre de este año.
Brasil también recuperará su senda de crecimiento pero el rendimiento accionario podrá verse afectado por
cualquier cambio en las perspectivas sobre su frágil situación fiscal. El mercado mexicano se percibe como
riesgoso, en parte por política _dadas las reñidas elecciones de julio próximo_ y en parte por los altos
retornos de 1999 y la desaceleración económica esperada.
El año 2000 trae consigo un cambio de expectativas y, sobre todo, unas esperanzas renovadas. Habrá
que esperar a ver si parte de las espectaculares ganancias del pasado en los mercados desarrollados se
transfieren a las bolsas de países emergentes a lo largo y ancho del globo terráqueo.