Home

Economía

Artículo

Consumo

¡Y vuelven a beber!

Detrás de las propuestas de privatizar las licoreras departamentales hay, antes que una razón de Estado, una de mercado. Whisky, cerveza, vino y ron ganan terreno. El aguardiente no aguanta la pelea.

8 de diciembre de 2006

La idea cayó como un baldado de agua fría en varios sectores: el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, sugirió la privatización de la licorera del departamento, una de las pocas rentables que hay en el país. El objetivo es que los entes regionales se dediquen a su función social y no a la producción de bienes comerciales, lo que le corresponde al sector privado. En Caldas también les sonó la propuesta.

Aunque la discusión parece tener un alto contenido de racionalidad sobre lo público, pues responde a la idea acerca del papel que debe jugar el Estado, el asunto de fondo es que el mercado de los licores desbordó todas las previsiones y por eso si mantienen su estructura actual, esas compañías no podrán sobrevivir.

¿Y qué es lo que está pasando? El negocio de las bebidas alcohólicas ha mostrado una transformación importante en los últimos años. Prueba de ello es que las áreas dedicadas a los licores en las grandes cadenas del comercio crecieron de manera importante, y hoy la oferta es mucho más completa que a finales de los 90, cuando el aguardiente y la cerveza dominaban el menú. Otras bebidas han ganado espacio en el gusto de los colombianos, quienes pueden conseguir licores de todos los países y a cualquier precio.

Peroni, la exclusiva cerveza de SABMiller, llegó a Colombia, con una inversión considerable por parte de esa multinacional; hace apenas una semana se anunció la entrada de Paulaner, la más tradicional de Alemania y una de las más reconocidas en el país de la cerveza, que será comercializada exclusivamente en Carrefour en Colombia. El Éxito tiene en Budweiser su marca de mostrar. La carta de vinos está disparada y bebidas hasta hace unos años exóticas, como las cremas de whisky, hoy forman parte del menú de los colombianos. Otro de los tragos que han ingresado al menú es el tequila, cuyas importaciones han aumentado y hoy su oferta es mayor. Así que el que pida más...

Según cifras de la firma de análisis de mercado Raddar, entre 2004 y 2005, el mercado de las bebidas alcohólicas creció 10 por ciento. Y hoy, los colombianos le siguen destinando 0,2 por ciento de su consumo total a tomar licor, que es la misma proporción de hace una década. Esto significa que a pesar de la crisis económica, se mantuvo el consumo y que por cuenta del aumento en el ingreso, el valor neto del gasto ha aumentado. ¿Qué ha hecho posible esto?

Lo primero es que la oferta ha crecido de manera importante, gracias a que se han levantado las barreras arancelarias y tributarias para estos productos. La presidenta de la Asociación Colombiana de Importadores de Licores y Vinos (Acodil), Martha Patricia González, asegura que la estructura tributaria, que pasó a cobrar el impuesto según el grado de alcohol de cada bebida, ha permitido que segmentos como el del whisky premium crezcan.

Además, el país se ha visto inundado de una variada oferta de vinos de países como Argentina, Chile y España, y esto ha hecho que hasta en los estratos más bajos, esta bebida empiece a ganar espacio.

Pero si esta es la parte positiva, la otra cara de la moneda es el aguardiente. El gerente de la empresa de Licores de Caldas, Manuel Soto, reconoce que esta bebida ha perdido terreno: la gente quiere tomar tragos diferentes y mezclarlos en cocteles. Para Soto, el asunto es estrictamente cultural y esto ha hecho que cambie el negocio. Los colombianos se han vuelto más exigentes.

El reto que enfrenta el gobierno es lograr una transición para la industria licorera nacional, pero eso es harina de otro costal. Hasta el momento, con esta tendencia, el gran beneficiado ha sido el consumidor colombiano, que tiene un catálogo más amplio para escoger y a precios que no se habría imaginado hace algún tiempo. Y todo esto ha sido posible con una reducción importante del contrabando. Es claro que las cosas deben continuar por esta senda. El año se acaba y hay otro motivo para brindar.